Capítulo 7

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Marbella Vélez

Había besado a Chiara, realmente lo había hecho y solo rezaba a Dios y a todos los santos que eso no fuera a arruinar mi amistad con ella. Había muchas amigas que se besaban para reforzar la amistad, ¿no? Vale, no éramos esa clase amigas, de hecho nos reíamos cuando veíamos en Instagram a alguna de nuestra clase con esa tontería. Pero joder, me lo había puesto tan fácil que ni siquiera lo pensé, simplemente di el paso, el empujón y el beso. Lo di todo, como tiene que ser.

Y ella me correspondió, que no sé qué sería mejor o peor. Para mi fue mejor, por supuesto, me gustaba que fuera de esa manera, pero no sabía cómo había sido para ella. Lo que menos quería era un distanciamiento por habernos besado, que las cosas se pusieran raras o algo del estilo.

Quería que fuéramos las mismas de siempre.

No dijimos nada hasta pararnos frente a la puerta del piso de nuestros hermanos, ambas hicimos el ademán de tocar la puerta, pero también nos detuvimos al ver que la otra iba a tocar. Finalmente tocamos las dos a un mismo tiempo, riéndonos por lo ridículas que estábamos siendo.

—¡CJ! —exclamé de primera en cuanto nos abrió la puerta.

—No debes de abrir la puerta a cualquiera que venga, ¿acaso tus padres no te han dicho eso? —replicó Chiara con falsa molestia.

—Si que lo hicieron, pero vi que erais vosotras —aclaró, luego se apartó para dejarnos pasar.

Entró ella primero y yo le seguí el paso. No era nuestra primera vez en el piso, así que me ahorraría los detalles porque seguía exactamente como siempre. El estilo estaba bien, pero si por mi fuera le daría un toque más colorido para que se viera más vivo y alegre.

—¿Habéis venido a algo en especial? Ninguno de mis padres está en casa, Zaid creo que fue a su empresa y Killian... ¿Killian no fue a verte a ti?

—Si, es una larga historia, nos escapamos, creo.

—Técnicamente no nos escapamos, solo veníamos a hacerte una visita porque estábamos aburridas estudiando.

Chiara me mira alzando ambas cejas y yo le sonrío casi avergonzada de lo que acababa de soltar. No, ella no me aburría, me aburrían las matemáticas. Ella lo hacía todo mucho más ameno... Incluso las matemáticas.

—No quiero decir que me aburra contigo, digo que la materia es para quedarse dormida, no me digas lo contrario —hice un puchero, queriendo resolver lo que acababa de soltar sin siquiera haber pensado antes.

—No me interesan vuestros dramas —señaló nuestro sobrino, mirándonos con obviedad—. Yo también estaba estudiando, fue por eso que no quise ir con papá.

—O sea, que molestamos, ha quedado clarito.

—Básicamente si —dijo él, sonriendo abiertamente—. Pero no os lo toméis como algo personal, sois mis tías favoritas.

Y las únicas que tienes, cabrón.

—No puedes echarnos fuera así sin más —señalé para después cruzarme de brazos—. Mínimo invítanos a un café o algo.

—No sé preparar café.

Yo tampoco pero como soy más mayor que él no puedo admitirlo en voz alta, quedaría muy ridícula y ya había hecho suficiente ese día. Mejor cambiaba de tema o algo similar, porque de lo contrario me sacarían las castañas del horno y la guapetona que tenía al lado empezaría también a reírse de mi.

Que vergüenza.

—¡Es un decir! ¿Qué estás estudiando?

—Matemáticas, estoy con álgebra.

—¡Matemáticas! Si, casi que mejor nos vamos, esas cosas me persiguen adonde quiera que vaya —me lamenté, pasándome ambas manos por el cabello.

Chiara se mordió el labio inferior para aguantarse la risa, eso fue todavía más penoso para mi.

Tierra trágame y escupe en otro continente.

—Si necesitas ayuda en las mates pídemela a mi, no creo que a Marbella le haga demasiada ilusión ofrecértela.

No, Chi, sé sincera. Si Marbella se la ofrece va a terminar suspendiendo. Todo el mundo sabe que las matemáticas y yo no vamos en el mismo equipo.

Finalmente nos quedamos un buen rato hablando con él, de esa manera dejábamos aparcada la materia que tantos dolores de cabeza me estaba dando. Nos entretuvimos más de lo que nos gustaría, porque cuando miré en mi teléfono móvil ya pasaban de las ocho de la tarde. Nos iban a matar si llegábamos a las nueve y pico a casa.

—Tenemos que irnos, no le hemos dicho a nadie que nos íbamos ni tampoco a dónde, así que si se enteran estamos en problemas —advertí, levantando mi culo del cómodo sofá.

Chiara imito mi acción y nuestro sobrino también lo hizo para después acercarse a la ventana y chasquear su lengua tras dar una mirada al exterior, comprobando algo de lo que ambas estábamos más que seguras: era tarde.

—El coche de papá está ahí aparcado.

¿Qué estaba que?

Vale, quizá no estaba comprobando lo que pensaba.

—¡Tenemos que irnos sin que nos vea!

—Usad el ascensor, papá no puede hacerlo, así que no os verá.

—¿Y si ya está fuera y nos lo encontramos nada más abrir la puerta?

—Mar, solo estás perdiendo el tiempo —zanjó Chiara, se inclinó para dejar un beso en la mejilla de CJ y luego señaló con la cabeza la puerta—. Nos vemos, cualquier cosa nos avisas.

—¿Quedamos mañana? —nos preguntó mientras caminábamos hasta la puerta.

—No, mañana hay fiesta, no podemos.

—¿Y si me lleváis...?

—¡Eres muy pequeño para eso! Ya tendrás tiempo de pensar en fiestas cuando seas más mayor, no vamos a llevarte por el mal camino.

No le hizo mucha gracia, pero no estábamos para discutir sobre eso en aquel momento. Salimos apresuradas y casi corrimos hasta el ascensor y presionamos con ganas el botón de bajar, fueron tantas veces que por un momento pensé que joderíamos el ascensor y nos tocaría pagarlo. A nuestros padres no les haría gracia. Por suerte para ellos, eso no pasó, y las puertas se cerraron antes de nos pillaran.

—Tranquila, no voy a volver a besarte —le hice saber a Chiara, regalándole una sonrisa de "estoy nerviosa pero me apetece bromear" que ella no dudó en responderme con una casi igual.

—¿Quién sabe? Quizá es momento de que yo te bese a ti.

Una extraña sensación me invadió el pecho, no sé si debido a los nervios o por su contestación.

¿Cómo podía sugerir tal cosa y después quedarse como si nada?

Por el amor de Dios, esta mujer me mataría.

Chiarbella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora