Capítulo 9

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Marbella Vélez

Después del beso me sentía todavía flotando por el aire, supongo que fue el cambio de canción lo que me hizo volver a la realidad. Bad Bunny no entraba dentro de mi top romántico, me gustaban más sus canciones para perrear que para dedicarle a alguien. Aunque ojo, cada quien con sus sanos gustos que yo lo respetaba todo.

No había incomodidad por parte de ninguna.

Ese beso había sido más planeado que yo.

Bueno, no sabía si yo había sido planeada, seguramente no. Teniendo un hijo tan perfecto como Zaid, no entiendo porque habrían de querer una segunda hija. A veces sentía que no formaba del todo parte de mi propia familia. No era culpa suya, ellos siempre me trataban con todo el amor que tenían, era más bien cosa mía, que me sentía rara y fuera de lugar. Y no hay peor sensación que no sentirte de dónde eres.

—Voy a por algo de beber —indiqué—. ¿Traigo para ti lo mismo?

—Si, pero contrólate, no voy a dejar que te emborraches —advirtió.

Me mordí la lengua para no decirle que la mayor era yo, aunque no por muchos días, pues estaba claro que la responsable era ella.

Asentí con la cabeza para después caminar hasta Wesley, vi como alguien más se acercaba a Chiara así que la dejaría socializar un rato. Era mi mejor amiga, pero podía tener otras amistades.

—Rubia, no sabía que te gustaban las mujeres —dijo mientras tomaba dos vasos de plástico para hacer una interesante mezcla de ron con Coca Cola.

—No me gustan las mujeres.

—¿Ah no? ¿Entonces por qué te acabas de liar con Chiara? —alzó sus cejas con intriga.

Porque me ha dado la puta gana, básicamente.

No entendía la necesidad de darle explicaciones de mi vida a todo el mundo, Wesley me caía bien y tal, pero eso no significaba que se lo contaría todo sobre lo que me estaba pasando. Él bien sabía que muchas de nuestra clase se besaban entre ellas cuando salían de fiesta y bebían de más, pero a estas no les preguntaba nada, es más, disfrutaba viéndolas.

—Venga, guapa, es una pregunta con una respuesta muy fácil... ¿Es que buscabais poner cachondos a los tíos que os miraran?

¿Qué se creía ese gilipollas? ¿Que todo giraba alrededor de los hombres? ¿Qué todo lo que hacíamos las mujeres se remontaba a ellos?

¡Qué equivocado estaba!

Permanecí en silencio, si le contestaba lo haría mal, porque sus formas de hablarme no me gustaban en lo más mínimo y de mi boca no saldría nada bonito como llegara a responderle a sus putas dudas misóginas.

Me extendió los dos vasos, aunque hizo hincapié en que uno de ellos era el mío. ¿Qué mas daba si el contenido era el mismo?

—No buscábamos poner a cachondo a ningún hombre, ni siquiera a ti —señalé—. Lo hicimos porque quisimos, porque nos dio la maldita gana de morrearnos.

—Eso no suena muy hetero —se burló para después darle un trago a su bebida—. ¿Es que acaso eres lesbiana? ¿O lo es Chiara? Aunque lo dudo, ella es demasiado correcta como para que le gusten las mujeres, han de gustarte a ti. No te culpo, la chica está buena pero...

—No me gustan las mujeres —interrumpí, porque seguir escuchándolo suponía un dolor de oídos que no estaba dispuesta a soportar.

Pareció agradarle mi respuesta porque su sonrisa se ensanchó, mostrando sus blancos y bien alineados dientes. Fue entonces cuando llevó su mano a mi rostro y acarició una de mis mejillas con total libertad.

—Demuéstramelo —susurró con aires de seducción que no venían al caso.

Hijo de puta...

Solo se estaba aprovechando de mis palabras, había manipulado la situación para llegar a un punto que le favoreciera y en el que saldría ganando.

Besarme allí frente a todos los del instituto supondría un gran logro para él, no era la primera persona que lo intentaba para después poder decir "he besado a Marbella Vélez Ross", era un círculo vicioso que me hacía sentir usada. Como si mi belleza fuera un punto y a parte, le interesaba mi apellido y todo lo que traía detrás, no yo.

Sin embargo, si le rechazaba la propuesta iba a pensar que tanto yo como Chiara éramos de la otra acera y yo no podía hacerle eso a mi mejor amiga. No podía dejar su nombre en boca de todos por una idea loca que se me cruzó a mi.

Pensaba que besarla allí sería divertido y lo fue. Lo que no lo pensé fue en las consecuencias que arrastraría.

¿Iba a arriesgarme a que hablaran de ella por su orientación sexual, cuando ni siquiera sabía yo cuál era?

No, la respuesta es simple.

No iba a permitirlo.

Su rostro estaba cerca, así que solo tuve que acortar la distancia para besarlo. Sus labios eran gruesos y no se asimilaban a los de Chiara. Me besaba. Lo besaba. Pero no sentí su delicadeza, ni la adrenalina recorrer mi cuerpo, solo sentía unos labios moviéndose contra los míos. Y no podía asegurar que me gustaba lo que sentía.

—Espero que te sirva como muestra —susurré al separarme.

—Brindemos por nuestra heterosexualidad, guapa —chocó su vaso contra el que llevaba en la mano derecha, incitándome a beber por ese. Dio un trago largo del suyo y yo hice lo mismo con el mío, cerrando los ojos cuando el líquido me quemó la garganta—. Bébetelo todo.

No quería bebérmelo todo. Tenía poco aguante con el alcohol, no podía beberme de penalti el primer cubata mal hecho por un adolescente cualquiera.

Pero lo hice, porque hacerlo significaba dar por finalizaba nuestra interacción.

Volví mi mirada a Chiara, dispuesta a llevarle su bebida, pero el mundo se me cayó en los pies cuando la encontré mirando en mi dirección con el ceño fruncido y los labios apretados.

Decepcionada de mi.

Y yo, como estaba acostumbrada a estas emociones, le sonreí de lado intentando no sentirme más culpable todavía. La había cagado y no sabía hasta qué punto.

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