Capítulo 13: Salto al vacío

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Lucía

Tengo una estampida de elefantes en la cabeza o al menos eso es lo que siento en cuanto me levanto en la mañana. El cuerpo me duele como si hubiese estado en una pelea de boxeo, me miro en el espejo y veo el resultado del alcohol, mis labios están resecos, unas ojeras casi en los tobillos y mi pelo, bueno creo que un animal hizo su nido ahí.

Me doy una ducha relajante y compruebo que estoy bastante presentable para comenzar el día.
Papá ha vuelto, está en la cocina, haciendo el desayuno supongo y... ¿cantando? Se siente una vibra de felicidad por aquí.

–Señor White, parece estar muy contento el día de hoy–   le digo recostándome en el marco de la puerta.

Mi padre no es un amargado ni nada, pero no suele ir por ahí cantando la verdad.

–¿Esas son formas de saludar a tu padre?– finge enojo mientras cruza los brazos sobre el pecho. –Tal vez no debería darte las tortitas que he echo–

–Papitooo pero como te he extrañado– agrego abrazándolo fuerte.

–Eres una interesada sabes– dice riéndose.

–Igual me amas. Además creo que hay algo que quieres decirme porque estas tortitas solo son un soborno, cierto–

Se pone un poco nervioso mientras se sienten en la mesa frente a mí.

–Verás Lu en... yo, puede que me haya encontrado con alguien que conocí hace varios años y nosotros hemos vuelto a reconectar o como quiera que se diga hoy en día.–

Quedo un poco impactada porque, obviamente sé que mi padre no se iba a quedar a vivir como un monje. César White es un hombre bastante elegante para sus 40 años, es alto, con el cabello castaño claro y bonitos ojos color whisky pero, o sea, es mi padre y la idea de verlo con una mujer diferente a mi madre es, no sé, rara.

No soy una inmadura ni una malcriada y si esta mujer lo hace feliz y se ve que lo hace, terminaré aceptando aunque me cueste un poco.

–No piensas decir nada. Te aseguro cariño que el lugar de tu madre en mi corazón jamás podrá ser ocupado– aclara algo preocupado por mi reacción.

–Papá, estoy segura de ello. Si esa mujer te hace feliz entonces nos llevaremos muy bien, porque si tú eres feliz yo también soy feliz.– lo  abrazo con una enorme sonrisa en mi cara.

–¿Cuándo te has vuelto tan madura?–

–Siempre he sido así de sabia papá– bromeo con él.

–¿Entonces te la puedo presentar?–

–Emm... sí claro, cuando quieras–

–De acuerdo, la próxima semana será. Ella también tiene un hijo con el que hablar.–

Un hijo, que interesante, tal vez sea un niño adorable, o un chico de mi edad, la verdad es que ya tengo ganas de conocerlos.

🍭🍭🍭🍭🍭🍭🍭

Los últimos minutos de clase están por terminar y tengo que dirigirme al infierno de los archivos, estoy hablando con las chicas en el tiempo fuera de la clase de gimnasia cuando Selene nos dice que tiene algo importante que contarnos.

–Yo, yo– se juega con el pelo nerviosa.

–Por Dios voy a morir de un ataque cardíaco, solo suéltalo quieres– la apresura Gía.

–Volví a acostarme con Lucas– dice escondiendo el rostro tras sus manos.

–¿Qué?– gritamos Gía y yo, todos se voltean a vernos y sonreímos para disimular.

–¿Qué?– pregunta Gía más bajito esta vez.

–No lo sé, estábamos allí y pasó, me dijo cosas tan lindaaas– suspira.

–En serio estás loca, después de todo lo que te ha hecho, te marginó. Despierta mujer– le reclamo confusa.

–No, me dijo que la primera vez que alejó a alguien de mí fue porque era un chico nuevo y él estaba celoso, luego se regó por todo el insti que me odiaba y entonces lo siguió haciendo para mantener su reputación. Que fue un imbécil por ello y me pidió perdón.–salta la muy tonta en su defensa.

–Y tú vas y te lo crees todito– le reprocho sarcástica.

–No le he perdonado nada, solo fue un desliz, no volverá a pasar– protesta como una niña pequeña.

–Sí claro– dice Guía mientras nos miramos con una sonrisa cómplice.

–Además tampoco está tan bueno– alega Selene mirando a Lucas, que ahora le pasa a una pelota de básquet a otros chicos flexionando sus increíbles bíceps.

–Nooo– dice Gía haciendo un gesto de desprecio con la mano y luego se detiene y mira a  Selene. –Era broma, sí está bueno– concluye  mientras ambas me miran fijamente esperando mi opinión

–Sep, está bueno– termino aceptando. Todas comenzamos a reír.

–Bueno chicas, mejor me muevo, tengo que ir al archivo– les digo despidiéndome de ellas.

–Diviértete– las oigo gritar cuando ya estoy saliendo.

Al llegar al sótano veo que Aiden no está. Como me deje colgada lo mató. Este lugar está todo oscuro y lleno de polvo.

Comienzo a ordenar algunos expedientes por orden alfabético cuando siento que alguien deposita un suave beso en mi hombro, un escalofrío recorre mi cuerpo pero entonces siento el delicioso olor de su perfume mezclado con ese toque personal y me relajo.

Se me escapa un suspiro y dejo caer la cabeza hacia atrás en su pecho. Las manos de Aiden se desplazan alrededor de mi cintura acercándome más a su cuerpo y delicados besos comienzan a escurrirse desde la base de mi cuello, pasando por mi garganta hasta la parte posterior de mi oreja.

Esto es tan erótico y está tan mal, no somos nada, no puedo permitir que pasan estas cosas, son estas divagaciones las que me hacen reaccionar y me alejo de él.

–No seré tu juguete– aclaro mientras me volteo para verlo.

–No quiero que lo seas– agrega inmediatamente.

Esa declaración me deja asombrada, no por lo que dijo sino por la forma en que lo dijo, con tanta seguridad, con esa fuerza en la mirada.

–Entonces qué es lo que quieres–

–Yo... no lo sé, pero puedo asegurarte que no estoy jugando contigo.– explica.

–Si claro, solo quieres follarte a la virgen y pasar al siguiente objetivo– acuso sarcástica.

–¿En serio crees eso de mi?– pregunta un poco dolido.

– No lo sé Aiden, a veces eres tan tierno, pero luego vuelves a ser el mismo cabrón molesto de siempre. Coqueteas conmigo, pero delante de los demás es como si fuese otro entretenimiento.–

– Yo no sé qué hacer Luci, he tenido un montón de rollos pero nunca algo serio– dice frustrado.  –Enséñame hacerlo bien– pide tendiéndome una mano con sus ojos tristes y siento como las barreras que he creado se vienen abajo, no sé a dónde va a parar esto pero no pienso quedarme con los: “y si”, al final el que no arriesga no gana.

Entrelazo mis dedos con los suyos y dejó que me arrastre a sus brazos. Coloca su barbilla sobre mi cabeza y besa  mi pelo.

–¿En serio quieres hacer esto?– le pregunto temerosa.

–No sé hasta donde llegará esto, pero quiero intentarlo.–

Después de eso no puedo evitar sonreírle.

–Yo también quiero intentarlo– aunque estoy segura de que ya he puesto mi corazón en la mesa de apuestas y solo queda tener fe de que no sé romperá en el proceso. Es, simplemente, un salto al vacío.

Aquí están los tres de la semana. Espero que les guste mucho.
🍭💙🥰🤗😘💚

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