Epílogo

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10 años después

Aiden.

–¡Te atrapé!– le digo a mi pequeña Marie Anne mientras la saco de su escondite haciéndole cosquillas.

– Papi, ya basta– se queja ella retorciéndose de risa en el suelo.

–Pero todavía jugando, voy a tener que castigarlos a ambos– protesta mi bella esposa entrando al cuarto de nuestra hija.

–Ella me obligó– finjo inocencia y voy hasta ella para abrazarla.

–Es increíble ver cómo una niña de tres años te domina– se queja Lucía.

– Que puedo decir, desde que una rebelde Troll rosa llegó a mi vida no soy el mismo de antes– digo con voz de sufrimiento.

– Lo mejor que te pudo haber pasado– rebate ella con superioridad.

– Lo mejor– afirmo viendo a Marie regañar a sus peluches. Luci dice que es igualita a mi porque tiene el cabello rubio y los ojos azules, pero en carácter es igual de rebelde que ella.

– Vamos, prepárense rápido, ya todos están abajo– nos apresura Lucía.

Hoy celebramos la navidad, siempre nos turnamos el lugar de la fiesta y este año será en la mansión Lancaster, es decir, en nuestra casa. Después de graduarnos mi padre y Elena insistieron mucho para que nos mudáramos con ellos porque decían que la casa era muy grande y que cuando Lía fuera a la universidad serían unos viejos amargados y solos, así que terminamos viviendo aquí, Poppy siempre quiso una familia grande y Marie no puede estar más consentida por sus abuelos, si no obtiene algo por aquí lo consigue de César y Josi quienes vienen a visitarnos muy seguido.

Al llegar al salón veo a todos nuestros amigos y familiares reunidos alrededor del gran árbol cargado de adornos y luces. Los primeros en vernos son Gía y Dylan.

– Al fin se dignan a aparecer– protesta Gía mientras deja en el suelo a su hijo Marcos, quién viene corriendo con sus pequeños piesitos hasta nosotros seguido de su hermana Alejandra, que ya está muy grande.

–Ciertas personas no podían dejar de jugar– se queja Lucía alzando una ceja divertida.

Saludamos a nuestros amigos y nos ponemos al día sobre su vida.

–¿Qué tal la empresa?– le pregunto a

Dylan quien ahora es el abogado principal de la empresa del padre de Gía, algo muy merecido, puesto que se lo ha ganado a pulso.

– Hemos peleado duro por un buen trato que nos abrirá muchas puertas en el mundo y lo hemos conseguido– responde orgulloso.

– Me alegro enormemente hermano– digo dándole palmadas en la espalda.

–¿Y a mi nadie me pregunta cómo me va en el trabajo?– protesta mi primo Lucas haciendo un puchero. Los años pasan y él sigue siendo un niño.

–Tus hijos son más responsables que tú, Harris– le reprende Selene señalando a sus pequeños gemelos Tamara y Tayler, que a pesar de tener 5 años, no paran de hablar de experimentos científicos y robots. Estos niños ven demasiadas películas.

–¿De dónde crees que sacaron esa inteligencia?– protesta el susodicho.

–De ti, obviamente no– interviene Luci acercándose a nosotros después de saludar a su padre.

– Debería darte vergüenza no defender a tu pobre hermano, mi adorada calabaza– le dice Lucas cariñoso refiriéndose a su abultado vientre en el que se encuentra nuestro segundo hijo.

¿Y qué si te desafío?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora