Aiden
Al regresar a casa llevo a Lucía hasta su habitación, algunas personas del servicio se asombran al ver que la traigo cargada pero no sé atreven a opinar. Lucía parece bastante avergonzada de que nos vean y esconde su cabeza en mi pecho, lo cual me parece gracioso porque no puedo desaparecer con ese simple acto. Es muy dulce. Casi muero de preocupación cuando Gía nos dijo que no podía encontrarla, la presión en mi pecho fue en aumento al ver la tormenta, estaba tan desesperado y al verla aparecer fue como si el oxígeno regresera otra vez a mis pulmones.
Creo que ya no puedo negarlo más, y es que amo a esta chica con toda mi alma, llegó como un huracán y arrasó con todas mis convicciones, destruyó todas mis barreras y se mudó de forma permanente a mi corazón.
La deposito con cuidado en una silla para no dañarle el pie. Luego me arrodillo frente a ella y le quito los zapatos lentamente, rozando su tobillo con mis dedos, siento como sus ojos atentos siguen cada uno de mis movimientos.—Estás muy mojada, no puedes acostarte así— le explico y veo como sus mejillas se tiñen de color rojo. O mi linda Poppy, tienes una cabecita muy mal pensada.
— Te llevaré al baño— me inclino sobre ella seductor.
—O no, yo... yo lo haré sola— me dice evitando mi mirada.
—No puedes apoyar el pie, además, qué puedes mostrar que no haya visto ya, o tocado— le aclaro provocando que se ponga aún más roja.
— Eres un completo idiota— protesta frustrada.
Sin esperar más paso mis brazos por debajo de sus rodillas y la llevo hasta el baño. La siento en la encimera y comienzo quitándole el jersei violeta, debajo lleva una blusa blanca pero igual parece muy nerviosa o asustada.
— Nunca, jamás, voy a hacer algo sin tu consentimiento y mucho menos cuando estás herida—le aclaro mientras levanto su barbilla para que me mire.
La expresión de su rostro pasa a una de total alivio mientras siento que los músculos de su cuerpo se relajan. Adoro que tenga tanta confianza en mí, a veces no sé qué he hecho para merecerla.
Me da un gesto de aceptación y yo continúo con mi tarea haciendo una fuerza sobre humana para no fijarme en esos hermosos y cremosos pechos que se derraman de su sujetador lila de encaje. La coloco en el suelo y mi mirada se detiene en los botones de sus vaqueros, ella se da cuenta y se los desabrocha mientras la sujeto por debajo de los brazos para que el peso en su pie sea menor, cuando ya los tiene por la rodilla me agacho para sacarle primero un pie y luego otro en lo que ella se sujeta de la encimera. Antes de volver a subir hago un recorrido de abajo hacia arriba por sus hermosas piernas, dejando un beso en la cara interior de su muslo, ella se estremece y la sujeto de las caderas cuando siento sus piernas aflojarse. Está herida idiota, tienes que controlarte.
Me levanto y todavía, con mis manos en sus caderas, acerco nuestros cuerpos, su piel está tan fría que tengo miedo de que se enferme. La coloco bajo la ducha de agua caliente y la dejo sentarse en un pequeño muro que hay dentro. Me salgo para que se seque y también para serenarme un poco.
Cuando está lista me avisa y la sacó envuelta en una mullida toalla. La dejo en la cama y me volteo para que se ponga una cómoda bata de dormir. Es como un vestido suelto, que le llega por encima de las rodillas, de color gris claro con un enorme círculo amarillo en la parte del pecho, dentro del círculo hay una especie de murciélago, es la señal que usan en Gotham para pedir ayuda a Batman. Poppy tiene unos pillamas muy raros.
En cualquier otra persona hubiese pensado que era algo infantil pero en ella es como si fuese parte de su sello personal. Nunca un estúpido pillama de Batman se había visto tan sexy.
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¿Y qué si te desafío?
Novela JuvenilEl es un chico sexi que le gusta controlarlos a todos, ella es una fanática de los libros que ama los desafíos, el es un tirano y ella un rebelde, sin embargo tienen un oscuro pasado en común y el destino ha decidido que es hora de poner sus planeta...