Capítulo 9: Ronda de confesiones.

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Lucía

No tengo idea de por qué me eché la culpa de haberle enviado ese papel a Aiden y mucho menos por qué dejé que me castigaran. Porque no querías que estuviera solo en ese castigo. Cállate estúpida conciencia. Si mi padre se entera me va a matar, espero que la directora no le llame para informarle.

Siento el frenazo del autobús y me doy cuenta de que ya llegué a mi destino. Estoy en Forest Hill, el barrio de Selene, aquí también hay un montón de gente rica, es un lugar lujoso aunque con muchos espacios verdes. La mansión de Selene no está muy lejos, es una casa preciosa de color rosa pastel, es grande y tiene un jardín muy bello.

Al llegar una señora muy elegante me recibe, tiene unos cuarenta y pocos, el cabello color chocolate y una sonrisa muy grande, se presenta como Clara Nicolhs, la madre de Selene, me pide que pase y suba al cuarto de su hija.
Cuando llego arriba veo que Gía le está pintando las uñas de color púrpura a Selene.

–Traidoras han comenzado la noche de chicas sin mí– les reprocho risueña, ellas gritan divertidas y se lanzan a mi cuello.

– O por Dios tienes que contarnos todo. ¿Cómo ha sido, los han castigado, qué tendrán que hacer? ¿En serio invitaste a Aiden a pasar el fin de semana en tu casa?– pregunta Gía en carrerilla.

–Chica respira– le digo sentándome en la cama morada de Selene que, por cierto, hace juego con el cuarto porque aquí todo es de distintos tonos de morado. Esta chica está obsesionada con ese color.

–Para contestar a tu pregunta, primero, Aiden me ha enredado en una de sus cosas por lo cual soy totalmente inocente, segundo, he dejado que me echen la culpa así que ambos estamos castigados y debemos ordenar el archivo del sótano por una semana y tercero, no lo invité a mi casa principalmente porque vivimos en la misma casa.–

–¿Qué?– preguntan las dos al unísono con los ojos muy abiertos.

–¿Qué a qué? Les he dicho muchas cosas.–

–O por favor Lu, no te hagas la tonta, lo que queremos saber es qué demonios es eso de que vives con Aiden– pregunta Selene.

–Bueno no les dije que vivamos juntos exactamente. Mi padre es guardaespaldas del suyo, vivimos en la casa de servicio de la mansión Lancaster, así que técnicamente vivimos en la misma propiedad– les explico.

Ellas definitivamente están anonadadas, yo pues, un poco avergonzada, no por el trabajo de mi padre sino por el hecho de no haberles dicho nada.

–¿No están enojadas conmigo?– pregunto temerosa.

–¿Por qué lo estaríamos?– cuestiona Gía

–No lo sé, es que como no soy rica como ustedes y eso–

–Pero qué estás diciendo tontuela, siempre supimos que no eras de nuestra clase social, además tampoco fingías serlo, así que no es como si nos estuvieras engañando o algo– contesta Selene encogiéndose de hombros.

–¿WOW tan burdos son mis modales que se dieron cuenta de que no era como ustedes o es que el olor a pobre se nota en kilómetros a la redonda?– pregunto un poco dolida.

– Estás loca, lo decimos porque no eres nada pija ni autosuficiente. Ninguna chica del insti se hubiera atrevido a andar con Selene sin importar las consecuencias. Sin ofender– dice Gía mirando a Selene.

–Para nada, es cierto– le contesta esta con gesto despreocupado.

–Ni hubiera sido amable conmigo sin interés alguno– continúa Gía.

–¿O sea que incluso ustedes son unas malcriadas de clase alta?– les pregunto con sorna.

–Si, pero no todo el tiempo.– responden ellas riendo.

– Yo también soy una malvada peleonera–

–Eres una justiciera– afirma Selene.

Las tres nos abrazamos y empezamos a hacernos cosquillas.

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Son las once de la noche y todavía estamos viendo pelis, babiando por lo bueno que está Noah Flynn mientras comemos palomitas.

–Deberíamos hacer una ronda de confesiones– dice Gía de improviso.

–¿Una qué?– pregunta Selene.

–Una ronda de confesiones es donde cada una demuestra su confianza en las otras contando un súper secreto que no le haya dicho a nadie y que las otras jamás podrán contar porque sino la amistad se destruye– explica muy elocuente. –Verán, empiezo yo– nos dice –Estoy perdidamente enamorada de alguien, pero es imposible– cuenta con un gesto de tristeza.

– ¿Por qué, no le gustas?– interroga Selene.

–Sí que le gusto, me lo ha dicho, pero es el chofer de mi padre y pues, mi padre es un snob clasista–

–¿Pero no es muy mayor para ti?– le pregunto un pelín asustada.

–¿Qué? No, solo tiene 22 años, es chofer para pagar la matrícula de la universidad, está estudiando leyes.–

–A ya. Pero bueno, cómo se llama el afortunado– digo.

– Su nombre es Dylan y es el chico más bueno y tierno de todo el planeta.– nos cuenta suspirando.

–Muy bien Lu, te toca– me apresuran ellas.

–Oye, ya les dije que vivía en casa de Aiden–

–Eso fue antes de este juego, así que no cuenta– comenta Gía de listilla.

–Sois terribles, pero bueno, ahí va. Yo, yo... lo he besado, a Aiden quiero decir–

–WOW eso sí que no me lo esperaba– se sorprende Selene.

–¿Y qué tal ha estado?– curiosea Gía animada.

–La verdad– hago una pausa dramática –fue el mejor beso de la historia,  dulce y apasionado y yo, yo,  me muero por volver a hacerlo– confieso roja como un tomate.

Ellas comienzan a reír y a darme almohadazos.

–Ok, tranquilas, tranquilas es el turno de Selene– les recuerdo recuperando la compostura.

–No creo que deban saberlo, es muy fuerte– dice ella tímidamente.

–Cariño estás frente a una chica que tiene un romance secreto con un empleado de su padre y a otra que está loca por su némesis, creo que vas a tener que forzarte para superar eso.– me jacto tomando un sorbo de mi refresco.

Ella pasa su mirada por nuestros rostros dubitativa pero termina contando.

–Me acosté con Lucas–

–¿Qué?– pregunto mientras escupo todo el refresco en el suelo por la tos que me ha provocado semejante bomba. –Lucas, Lucas Harris, cómo, cuándo– ahora soy yo la que interroga de carrerilla estupefacta.

–Fue hace un año, en las vacaciones. Mi padre había muerto, estaba tan dolida y él fue tan tierno ese verano que yo creí que estábamos enamorados y solo lo hice. Fue maravilloso y considerado, eso es algo que tengo que admitir, sin embargo, después de ese día comenzó a fingir que yo no existía. Supongo que sólo fui otra muesca en su cama.– nos dice con tristeza.

–¿Tú aún le quieres?– le pregunta Gía poniendo una mano sobre su hombro en señal de apoyo.

–Yo, no lo sé. Lo odio por lo que me hizo, pero no puedo evitar que se me acelera el corazón y me suden las manos cuando está cerca–

Definitivamente tengo una idea de lo que dice, Aiden nunca me ha hecho semejante cosa pero siempre me está haciendo enojar y sin embargo, yo tampoco puedo evitar todas las cosas que explotan en mi alma y mi cuerpo cuando lo tengo cerca.

Decidimos ver la peli ¡Mama mía! para relajarnos un poco con las locuras de Meryl Streep de quien por cierto deberíamos aprender a superar desamores.

Mientras voy dejándome caer en mi bolsa de dormir rosa pienso en lo complicado qué es el amor, es una mierda, pero aveces, vale la pena arriesgarse para conseguir algunas cosas maravillosas. Tal vez debería arriesgarme solo un poco para ver qué pasa. Y eso es lo último que pienso antes de quedarme completamente dormida.

¿Y qué si te desafío?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora