2018
Madelaine cenaba en un bar, no era de los más famosos de Madrid, en España, ni siquiera sabía por qué había entrado en ese y no en otro, por comodidad, por cercanía tal vez. Hacía muchos años que Madelaine no volvía a España, y las pocas veces que lo había hecho apenas había recorrido sus calles, ya que eran visitas express que básicamente consistía en el hotel, trayecto hacia el evento que tuviera y de nuevo al hotel, ocasionalmente, alguna visita a viejos amigos, pero no como aquella noche.
Era la primera vez que estaba tranquila, sin prisas, disfrutando al ver a la gente pasar frente a la ventana de aquel bar. La comida sorprendentemente estaba bastante buena, y aunque el lugar estaba lleno se respiraba una gran armonía. La música del local estaba al volumen perfecto para que los comensales pudieran hablar entre ellos tranquilamente, la temperatura era perfecta, ni mucho frío, ni excesivo calor. Sin dudas aquel lugar se estaba convirtiendo en uno de sus favoritos y seguramente volvería en otra ocasión.
Una risa llamó la atención de la pelirroja, en primer lugar porque se escuchó por encima de todas las voces del lugar, es segundo lugar, porque las personas que se habían girado a mirar a la dueña de la risa, habían comenzado a cuchichear entre ellas, algunas sacando sus móviles y grabando en aquella dirección. Pero la verdadera razón por la que Mad había sonreído antes incluso de girarse, era porque conocía aquella risa. Levantó la mano para que la camarera se le acercara
-¿Desea algo más? -preguntó la camarera con una sonrisa
-¿Podría llevar a aquella mesa una botella de vino y cualquier tarta de chocolate que tengan? -preguntó Mad-. Todo a mi cuenta, por supuesto...
-No se yo... -dudó la chica al ver la mesa de la que se trataba. Quizás porque reconoció a Mad, o porque su sonrisa hizo que cambiase de parecer la chica asintió y se marchó.
A los pocos minutos vio cómo la camarera se acercaba a la mesa indicada. Mad dedujo por los gestos de su vieja amiga que le estaba indicando que ella no había pedido nada, pero justo en ese momento, las tres mujeres que estaban en el otro extremo del establecimiento se giraron
-¡No me lo creo maricón! -dijo su amiga provocando que Mad riese al escuchar esa frase tan característica suya.
Mad vio como una mujer de un metro setenta y siete se aproximaba a ella, con su pelo castaño llevado a media melena suelto, lo tenía más corto que la última vez que se lo había visto, la mujer que vestía unos vaqueros ajustados y una chaqueta de cuero en rojo, se apoyó en la silla de enfrente de Mad
-¿Desde cuándo estás aquí? -dijo apartando la silla y abrazando con cariño a su amiga
Ana Milán era diez centímetros más alta que Madelaine, y eso que ninguna de las dos llevaba tacones en ese momento. Ana y Madelaine habían coincidido en más de una ocasión cuando ésta última era más joven, se movían en el mismo mundo al ser ambas actrices, con la diferencia que Ana había triunfado en España y Madelaine en el extranjero.
-He llegado hoy, mi hotel está aquí cerca, he dejado las cosas y quería pasear por Madrid, las cosas han cambiado mucho -dijo Mad sonriendo-. He visto que estabas acompañada y no he querido molestar, pero sabía que si llego a estar en el mismo sitio que tú y no te saludo me matarías cuando te enterases
-Eso tenlo por seguro -dijo Ana volviéndola a abrazar-. ¿Estás sola?
-Sí
-Vente con nosotras -dijo Ana tirando de la joven hacia donde su acompañante estaba esperando
-No. No, Ana, por favor, solo quería saludarte, no quiero importunaros
-Tonterías -dijo Ana plantándola en un sitio libre en su mesa-. Mónica, ella es Madelaine, una vieja amiga
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El loco juego del amor
FanfictionMadelaine vuelve a su país después de labrarse una fama en EEUU, la vuelta a España es de forma temporal, mientras trabaja en unos proyectos en la que fue su tierra. La vuelta a casa hará que se reencuentre con viejas amistades, amores en el aire, n...