Capítulo 9

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Mónica despertó en su cama, intentó respirar hondo para calmarse pues había tenido un sueño bastante húmedo en el que la protagonista era cierta pelirroja, aún sentía la humedad entre sus piernas. Bajó la mano para confirmar lo que su cuerpo le decía, estaba a punto de dejarse llevar por sus instintos cuando un sonido hizo que sacase la mano de golpe y abriese los ojos. Miró a su alrededor, recordando que la casa estaba llena de gente, a su mente vino los ojos castaños que la miraron la noche anterior antes de dormir. Mad... Ella había estado allí, se había quedado con ella todo el día, entre bromas y charlas, incluso la había abrazado por la noche mientras se quedaba dormida, pero ahora no se encontraba en la cama.

Mónica se giró y sonrió al verla, estaba sentada en la ventana, mirando el mar que se veía desde allí, la cantante no pudo evitar sonreír al ver aquella imagen, el sol, la playa y aquella pelirroja, su cabello brillaba más intensamente cuando los reflejos del sol le teñían el pelo. No llevaba pantalones, únicamente una camiseta larga, pero por la forma en la que estaba sentada se podía ver sus largas piernas hasta casi la parte superior de sus muslos, el calor que sentía entre sus piernas aumentó.

-¡Has despertado! -dijo Mad con una sonrisa al sentir movimiento en la cama

-¿Has dormido algo? -preguntó Mónica haciendo un esfuerzo por salir de la cama

-Un poco -Mad volvió la vista a la playa-. Podría acostumbrarme a despertar aquí

-¿Solo por las vistas? -fingió estar dolida Mónica

Mad volvió la vista hacia ella con una sonrisa

-Es un buen comienzo, ¿no crees? -se bajó del alféizar de la ventana y se acercó a Mónica, agarrando su cara con ambas manos y dándole un dulce beso en los labios-. Pero no sería el único motivo

Mónica le agarró la nuca cuando se separó, volviendo a acercarla a ella, dándole un apasionado beso, tirando de ella hasta tumbarla en la cama, acalló las alarmas de su mente, acalló aquellas voces que le decían que no era correcto y simplemente la besó.

-Creí que ya se te habían pasado los efectos... -dijo Mad separándose un poco con la respiración agitada

-Y se han pasado... -Mónica se montó a horcajadas encima de ella-. Te deseo y no es por el afrodisiaco -dijo mientras besaba su cuello

-Mó para... no quiero que pienses que me he aprovechado de ti en un momento de debilidad... -dijo Mad con la voz ronca

-No lo pienso -la cantante calló la protesta de la otra mujer con un nuevo beso

-¡A la mierda! -dijo Mad incorporándose un poco, lo justo para agarrar la parte superior del pijama de Mónica y tirar de él hasta dejarla desnuda de parte superior.

Mónica sonrió al ver que no seguía oponiendo resistencia, pero en cuanto le quitó la parte superior del pijama, sintió como si le hubiese quitado su escudo también, el miedo, las dudas, los complejos, todo comenzaron a asaltarla de golpe, pero uno a uno fueron quitados a besos, los besos que sentía en su cuerpo procedente de la mujer que estaba bajo ella. Mónica rio entre besos cuando sintió que Mad la giraba en la cama, quedando la más joven sobre ella, protestó cuando los labios de la pelirroja se alejaron de los suyos, pero la protesta quedó ahogada en un gemido cuando vio que se quitaba la única prenda que llevaba, la camiseta que había estado cubriendo su desnudez ahora descansaba en algún lugar de la habitación.

Madelaine bajó su cabeza hacia los pechos de Mónica, comenzó a besarlos, a arañarlos con sus dientes y a tirar con suavidad de ellos, dando un poco de placer y dolor a partes iguales, comenzó a lamer y dejar pequeños besos por el abdomen, metiendo la lengua en el ombligo de la cantante, mordiendo sus costados, dejando pequeños besos y mordiscos por su camino, sonriendo al sentir los gemidos de la otra mujer, como su cuerpo se estremecía y como se retorcía en la cama con anticipación. Mad levantó la mirada y miró directamente a los ojos de Mónica mientras agarraba el borde de la parte de abajo de su pijama, esperó un instante por si la otra mujer la detenía, al no encontrar oposición, al contrario, ver el deseo en los ojos de la mujer que tenía bajo ella, comenzó a descender la ropa, mientras besaba aquellas partes que quedaban al descubierto, bajó por una pierna, con la parte baja del pijama y su ropa interior quitada, comenzó a subir por la otra pierna, acariciando, besando, mordiendo el muslo. Se colocó entre las piernas de la mujer que se aferraba con fuerza a la cama, soplando su zona más íntima, besando sus ingles, dejando pequeños lametazos que hacían que la mujer gimiese de placer y de frustración, al darle solamente una pequeña parte de lo que deseaba. Con una sonrisa en sus labios, la pelirroja no la hizo sufrir más, se lanzó con avidez sobre su entrepierna y comenzó a lamer, a saborear, se dejó llevar por el deseo mientras sentía las manos de la otra mujer sobre su cabeza, gimiendo su nombre, retorciéndose y al cabo de un rato, dejándose llevar por la pasión.

El loco juego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora