Capítulo 2

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-Esto no me puede estar pasando... -dijo Mad mirando su ropa

-Lo siento mucho -cuando Mad levantó la vista para ver a la mujer que tenía enfrente, se dio cuenta de que la conocía.

Mónica Naranjo ni más ni menos era la que acababa de tirarle el café encima, su cara estaba desencajada en consecuencia de lo que acababa de pasarla, con una mirada de disculpas dibujada en su rostro. La mujer que estaba a su lado, una joven rubia de pelo corto, tenía la boca abierta, mientras hacía grandes esfuerzos por no reírse

-¿El plató 7? -preguntó Mad sin tiempo a reaccionar que la que estuviera allí fuese aquella mujer

-Bajas las escaleras que hay al final de este pasillo y a mano derecha -le explicó la mujer rubia

-¿Tú no eres...?

-Gracias, lo siento, llego tarde -dijo Mad cortando la pregunta que iba a hacerle Mónica

Cuando llegó, Mad estuvo agradecida de que los de la productora tuvieran un nuevo vestuario preparado para imprevistos, porque ella estaba decidida a salir con su vestido lleno de café y explicar a la audiencia su periplo para llegar. Y aunque más tarde contaría la anécdota, omitiendo la persona que le había derramado el café, Mad se relajó y disfrutó del programa.

***

Madelaine llegó al hotel con unas ganas locas de darse un baño de agua caliente y quedarse allí unas horas escuchando música, llevaba fantaseando con ello desde que había acabado el programa y una parte de su cerebro se reía de ella diciendo que con la suerte que estaba teniendo hoy, la cañería estaría rota y no habría agua, o peor, no habría agua caliente. Pero intentó no hacerle caso y se metió en el ascensor del hotel y pulsó el botón de su planta.

-¡Espere! -escuchó la voz de alguien y se apresuró a darle al botón para que las puertas se abrieran

Cuando las puertas se abrieron, Mad abrió la boca asombrada, ¿qué posibilidad había? Justo allí estaba Mónica y no estaba sola, llevaba un café en su mano. La pelirroja miró la bebida como si de un arma se tratase

-Siento mucho haber interrumpido la velada con Ana, la próxima vez le mando un mensaje cuando esté fuera del restaurante, pero, ¿qué te parece si guardas ese café y lo hablamos como personas civilizadas? -bromeó Mad

Mónica la miró con la boca desencajada, en primer lugar por haber encontrado de nuevo a aquella joven y, en segundo, por la forma en la que le estaba hablando. Normalmente en su presencia todo el mundo tendía a callarse y pasar desapercibidos, demasiado cohibidos para hablar con ella, solo sus amigos le hablaban con aquella familiaridad, y el descaro de aquella joven hizo que riese sin poder evitarlo

-Siento haberte dejado con la palabra en la boca esta mañana -se disculpó Mad-, pero llevaba un día bastante malo y encima estaba perdida, creí que no llegaba al programa

-¿Sabes que hay coordinadoras para que eso no suceda?

-¡Ja! Y coches de producción, pero el mio se quedó atrapado en un atasco, tuve que salir con la coordinadora, con la mala suerte que cayó al suelo y una ambulancia tuvo que llevársela. Así que sí, sé que cuando el programa te pone gente es mejor cogerlo, pero como te decía, he tenido un día bastante malo

-Y yo lo rematé echandote el café encima -Mónica estaba haciendo grandes esfuerzos para no reír

-Sí, te veo muy afectada -Mad no pudo evitar sonreír al ver como la otra mujer estaba a punto de soltar una carcajada y llorar de la risa

Las puertas del ascensor se abrieron

-Buenas tardes -dijo Mad saliendo del ascensor, para su sorpresa Mónica salió también

El loco juego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora