Capítulo 37

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Mónica se levantó como todos los días, se asomó a la terraza, como cada mañana, pero le extrañó no ver a Madelaine corriendo por la playa, salió de la habitación después de vestirse con ropa cómoda de estar por casa, Unai bajó las escaleras y la saludó

-¿Qué hacías arriba? -preguntó Mónica dándole un beso

El leve sonido de música procedente del piso superior hizo que subiese, la música procedía del gimnasio, la puerta se encontraba cerrada, la abrió y escuchó la canción de Jamás sonando, entró sin hacer ruido y observó como la pelirroja bailaba, era baile clásico, sus movimientos acompañaban la música, las partes más clásicas de la canción la hacia con movimientos suaves, giros y se movía que parecía que flotara, mientras que la parte más instrumental o más potente, hacía movimientos más bruscos, más energéticos llegando a levantar la pierna por encima de su cabeza o acabar por el suelo con las piernas abierta, mostrando una gran flexibilidad. Madelaine estaba tan entregada al baile que ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que ella había entrado. Los momentos finales de la canción, más angustiosos, había girado, corrido y saltado de un extremo a otro de la sala, terminando tirada en el suelo, jadeando e intentando recuperar el aliento

-Espero que no quieras que hagamos eso en la actuación, porque es imposible que yo haga nada de lo que acabas de hacer -dijo Mónica

-Tu podrías hacer lo que te propusieras -dijo Mad levantándose del suelo y apagando la música que comenzaba de nuevo, cogió una toalla y se secó el sudor-. Pero no, solo me apetecía bailar, estaba improvisando

-Me ha extrañado que no hubieras salido a correr

-Anoche apenas dormí y no me apetecía correr, subí para hacer algunos ejercicios más calmados aquí y pensé en bailar un poco, no quiero oxidarme

-¿Eso es algo más calmado para ti? -preguntó irónica Mónica

-Me dejé llevar -se encogió de hombros Mad

-¿No habrá sido demasiado para tu hombro?

-No, ya está bien, la pomada es milagrosa -Madelaine pasó por al lado de Mónica, saliendo del gimnasio-. Voy a hacer tortitas, ¿quieres?

-Claro, te ayudo

Madelaine estaba en la cocina, preparando las tortitas pero no dejaba de mirar el reloj inquieta

-¿Tienes prisa? ¿O esperas a alguien? -preguntó Mónica

-No, solo necesito un baño, sabes que no soporto no ducharme después de hacer ejercicio

-¿Por qué no te duchas? Ya acabo yo con las tortitas

-Ya, no quiero desper...

-¿Sabéis dónde está Ana? -preguntó Miguel mientras entraba en la cocina bostezando-. Desde que anoche salió corriendo de nuestra habitación sin decir nada no ha vuelto

-Está durmiendo en la mía -dijo Madelaine

Mónica se giró con la excusa de estar pendiente de las tortitas, repitiéndose a ella misma que no era lo que parecía, pero aquella parte irracional que se dejaba guiar por los celos, le recordó que Madelaine al igual que ella misma lo había estado, estaba muy excitada, y que Anita sí era de las que se acostaban con alguien recién conocerla, ¿y si las circunstancias habían hecho que ambas se dejasen llevar?

-¿Por qué está durmiendo en tu cama? -preguntó Miguel

-Bueno, dormir... apenas hemos dormido -dijo Anita con cara de sueño

Madelaine la miró nerviosa, era la hora de la verdad, respiro hondo varias veces para calmarse

-¿Dónde te has metido? Tú sí que no has dormido nada, porque te ha dado tiempo hasta de componer -comentó Anita-. No sé si era privado, pero la he leído, está genial la canción

El loco juego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora