Capítulo 12

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-¡No me lo creo! -dijo Ana tras colgar el teléfono

-¿Qué sucede? -preguntó Mónica mientras terminaba de tomarse el café

Mónica miró su teléfono, había escrito cuando se había despertado a Madelaine para preguntarle cómo se encontraba, pero no había recibido aún contestación

-Me acaba de hablar mi amiga, la de la cafetería donde estuvimos ayer

-¿Anita?

-Sí, acaba de decirme que Madelaine le ha pedido permiso para cantar allí hoy una canción, ¡nunca la he escuchado en directo! ¿Tú la has escuchado cantar?

-No, bueno en la serie y películas, pero no en persona, ni siquiera cuando ensaya en casa -dijo pensativa Mónica-. ¿A qué se debe ese arrebato?

El teléfono de Mónica comenzó a sonar, miró la pantalla y se lo enseñó a Ana

-Ahora saldremos de dudas -dijo descolgando el teléfono-. Justo ahora hablábamos de ti

-Espero que cosas buenas -dijo Mad riendo

-Acabamos de enterarnos que ibas a cantar hoy en el bar de Anita

-¿Ya? ¡Si que vuelan las noticias! Iba a invitaros, pero parece que ya se me adelantaron

-Parece que te encuentras mejor

-Sí, estoy genial -de fondo se escuchaba bastante jaleo, tanto que a Mónica le costaba seguir el hilo de la conversación

-¿Dónde estás? -preguntó Mónica tapándose el otro oído para prestar más atención

-Estoy con Christian, estamos ensayando para esta noche, compuse las canciones esta mañana y estamos resolviendo la composición de la música

-¿Sabes que estás hablando con una compositora?

-Con la mejor -dijo Mad, aunque Mónica no lo veía sintió la sonrisa de la joven al otro lado del teléfono-. Pero nos la apañamos bien, ¿os veré esta noche?

-Pregunta que si iremos -dijo Mónica a Ana que asintió-. Allí estaremos

***

A las ocho de la tarde Mónica y Ana entraban en el restaurante, había una fila impresionante para poder acceder al interior, por suerte, ellas que conocían a la dueña pudieron entrar sin problemas, por suerte, Anita había pensado en todo y les había reservado una mesa

-¿Cómo es que se ha llenado tan rápido? -preguntó Ana a su amiga

-Puede que diese publicidad al restaurante diciendo que venía Madelaine a cantar -se encogió de hombros Anita

-Está repleto -observó Mónica-. Menos mal que nos has reservado la mesa

-Sí, Madelaine me pidió que reservase dos

-¿Para quién es la otra mesa? -preguntó Mónica con curiosidad

-Por la descripción creo que para ellas -dijo Anita disculpándose de sus amigas y yendo a hablar con dos jóvenes

Tanto Ana como Mónica se giraron para ver a las dos jóvenes que habían entrado, ambas tendrían que estar rondando los veinte años. Una de ellas llevaba el pelo rubio hasta media cintura y vestía un vestido ajustado. La otra llevaba unos vaqueros, una camiseta y una cazadora en color rojo, su cabello llegaba por la cintura, era de un color castaño rojizo.

-¡Es la chica del hotel! -dijo Mónica de repente

-¿Qué chica del hotel? -preguntó Ana prestando atención

-¡La que le envió la tarjeta a Madelaine!

-¿Cómo puedes estar segura? La vimos por un segundo y la verdad ni me fijé mucho en ella

El loco juego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora