Capítulo III

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-Bianca- grite corriendo tras ella, era mordidamente rápida, no podía creer que después de seis años estaba acá y nuevamente estaba huyendo de mis brazos, quería matar a Aisha como se le ocurría decirme de aquel modo frente a ella; de solo pensar ...

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-Bianca- grite corriendo tras ella, era mordidamente rápida, no podía creer que después de seis años estaba acá y nuevamente estaba huyendo de mis brazos, quería matar a Aisha como se le ocurría decirme de aquel modo frente a ella; de solo pensar en todas las conjeturas que debia estar sacando mi cachorrita me daban nauseas- maldita sea detente- dijo tratando de alcanzarla, no logre llegar a ella cuando ya estaba subiendo a un taxi, quise gritar de la frustración

-Matteo- escuche el grito de Aisha detrás mío, quise girarme y estrangularla, gracias a su desfachatez Bianca había escapado de mi- casi no te alcanzo- dijo nerviosa- ¿qué sucede? no has contestado mis llamadas y ahora corres detrás de una mujer – la observe con frialdad dándole a saber que estaba molesto.

- ¿Quién demonios te crees Aisha? - dije furioso- jamás te di la confianza para que me trataras de ese modo, hace mucho tiempo tú y yo dejamos de tener encuentros, en los que claramente el amor no estaba en juego- dije usando esa voz dominante que las ponía dóciles y sumisa – acabas de arruinarme la oportunidad de mi vida- dije casi a punto de llorar.

- Es ella ¿no es así? - pregunto Aisha en mi dirección, la observe confundido- es ella en quien pensabas cuanto te acostabas y satisfacías tus necesidades con nosotras- dijo refiriéndose a las mujeres con las que había compartido cama; yo era un bastardo desde que Bianca me había dejado, me había refugiado en el trabajo, el sexo y cumplir mis delirios pasionales.

-Si es ella- dije enojado- y como vuelvas a acercarte a mí con intenciones como las de hoy o me jodas mi oportunidad con Bianca- dije en tono amenazante- desearas no haberme conocido- le advertí, antes de que ella pudiera decir algo, me aleje hasta mi camioneta subiéndome en ella y arrancando hacia mi hogar.

Maldije en mi mente a Reginaldo por no decirme del regreso de Bianca, maldije a Aisha por arruinar mi oportunidad y desee con todas mis fuerzas azotar el culo de esa mocosa irreverente que nuevamente se había escapado de mis brazos, golpee con fuerza el manubrio hasta llegar a casa en donde tuve que encerrarme un buen tiempo en mi gimnasio para descargar mi furia contra un saco de boxeo.

Mañana mismo iría en busca de Bianca y nada ni nadie iba a poder detener que habláramos así tuviera que buscarla hasta debajo de las piedras, cuando mis músculos y mis manos exigieron descanso, tome una ducha fría dejando que mis pensamientos volaran; estaba tan hermosa tenerla en mis brazos, sentir su calidez, su esbelto cuerpo y su aroma, me habían devuelto la vida entera.

Era como si durante años hubiera vivido en una profunda oscuridad, una en donde lo único que necesitaba para respirar era a Bianca, salí completamente desnudo poniendo un par de bóxer sobre mi cuerpo y lanzándome en la cama con una sonrisa; a pesar de su huida me sentía pleno ella había regresado, movería el cielo y la tierra para que estuviera segura, feliz, y si se podía a mi lado.

Tomé la cadena entre mis manos, esa cadena que jamás me había abandonado desde que era un crio, no pude olvidar el fantástico detalle del que me había percatado ella la conservaba y ayer la tenía puesta; si salió corriendo de ese modo era por la noticia de mi supuesta pareja la podía afectar y dentro de mi oscura y perdida alma eso era un regocijo porque quería decir que seguía importándole así fuera poco.

Destinos Inciertos (#3 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora