Capítulo IV (+18)

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Hace mucho no disfrutaba tanto de beber, necesitaba organizar mis ideas y mi alocado corazón, los últimos acontecimientos me habían dejado trastocada y confundida; sentir el devorador placer que me ofreció Matteo me dejo desequilibrada; ver la sat...

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Hace mucho no disfrutaba tanto de beber, necesitaba organizar mis ideas y mi alocado corazón, los últimos acontecimientos me habían dejado trastocada y confundida; sentir el devorador placer que me ofreció Matteo me dejo desequilibrada; ver la satisfacción que me daba cederle el control al hombre que amaba, me confundía en grandes niveles, quería asegurarme que lo que estaba haciendo no estuviera mal.

-Estas algo extraña muñeca- dijo Donato llegando a mi lado- ¿te hizo algo ese hombre? - me pregunto, negué bebiendo mi quinto coctel, no era la mejor bebiendo; no tenía una resistencia al alcohol envidiable.

-Solo es el amor de mi vida- dije en un suspiro., no sabía si Donato tenía otras intenciones conmigo, sin embargo, yo no quería darle alas a algo que no tenía ningún tipo de futuro; mi cuerpo, mi alma y mi corazón ya tenían dueño, uno marcado con fuego- quiero creer que mi vida no es una auténtica locura y olvidar todo por hoy.

-Rompes el corazón de cualquiera hablando así de un hombre- dijo la única persona que podía considerar como mi primer amigo en Italia- entiendo el sentimiento, además con un hombre tan atractivo como él, es difícil no amarlo- dijo dándome a entender otro mensaje, me gire sorprendida para verlo, me devolvió una sonrisa llena de burla.

- ¿Eres gay? - pregunté sorprendida, era asombroso ver lo poco que se le notaban sus gustos y orientaciones; él asintió soltando una carcajada- la humanidad es injusta, hacer hombres tan deliciosos como tú, que solo les gustan hombres igual de atractivos- dije en una queja.

- ¿Invitaste a tu caballero de brillante armadura? - me pregunto Donato en un susurro- creo que voy a terminar muerto si sigo acercándome de este modo a ti- dijo mi amigo, fruncí el ceño, siguiendo la mirada de Donato, hasta la zona exclusiva del bar, en el barandal estaba apoyado Matteo, en una postura tensa; su mirada estaba clavada en nosotros, y sus manos apretaban con fuerza la copa de licor que estaba bebiendo.

- ¿Qué hace acá? - dije sorprendida, en el fondo tenía una respuesta coherente para eso, Amaduzzi ya no era el niño confiado con temor a los gérmenes y con un cerebro tan envidiable como el de mi padre Bartolomeo; él era un hombre controlador y dominante que me tenía en su mira.

-Creo que esta algo celoso de ver cómo te toco- dijo Donato con burla, mordí mi labio con deseo, de solo pensar en cómo actuaria si los celos lo hacían colapsar mi intimidad palpitaba por atención- y por lo que veo te calienta verlo en esa postura de macho dominante y posesivo- dijo divertido mi amigo.

- ¿Quieres ayudarme? - dije sin pensar en las consecuencias de mis actos- prometo que nada pasara, solo debes ayudarme a provocarlo- le pedí, Donato no supo que responder cuando ya lo estaba arrastrando a la pista de baile para hacer estallar al único hombre que me había hecho sentir viva solo con el roce de sus labios.

-Van a matarme- dijo Donato pasando las manos por mi cintura y escondiendo su rostro en mi cuello, desde la perspectiva de Matteo casi se veía como que nos estábamos besando, por supuesto, los labios de mi amigo solo estaban tocando mi mejilla; antes de lo esperado sentí como alguien me aparto de su cuerpo.

Destinos Inciertos (#3 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora