Capítulo V

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El silencio que se había instalado entre Bianca y yo me estaba ahogando; ver la duda en su rostro y el temor de tomar una decisión lograba abrumarme, sabía que estaba actuando de forma acelerada, que hace muy poco ambos nos habíamos topado como pa...

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El silencio que se había instalado entre Bianca y yo me estaba ahogando; ver la duda en su rostro y el temor de tomar una decisión lograba abrumarme, sabía que estaba actuando de forma acelerada, que hace muy poco ambos nos habíamos topado como para contemplar la idea de vivir juntos; no obstante, había pasado tantos años alejado de ella, que no concebía un minuto más lejos suyo, mucho menos ahora que había probado la gloria de estar a su lado.

- ¿Entonces? - le pregunte luego de un largo e incómodo silencio- que dices cachorrita, ¿quieres arriesgarte conmigo? – dije tratando de disimular mi nerviosísimo por una respuesta, adoraría que ella aceptara, y si no lo hacía no quería decir que me iba rendir hasta tenerla bajo mi techo y mi cuidado.

-Solo Dios sabe el temor que me da esto- dijo ella con su tono de voz tembloroso- acepto Amaduzzi- dijo extendiéndome el contrato- acepto vivir a tu lado y que me enseñes tu mundo- una sonrisa llena de emoción se extendió por todo mi rostro, por años soñé con esto, con tenerla en mis brazos y jamás soltarla.

-Te amo- dije sin titubear besando sus labios, para cualquier persona seria absurdo decir aquello; habíamos durado tanto tiempo separados, tantos años sin saber del otro y ahora decir que nos amábamos podría parecer ilógico- prometo no defraudarte – dije pegando mi frente con la de ella luego de terminar de besarnos.

-Debo ir por mis cosas a casa de mis padres- dijo ella mirándome fijamente- no sobreviviré solo con esta muda de ropa- me explico, me tense al escucharla y tome su mano llevándola hasta una habitación al lado de la mía- ¿Qué hacemos acá? - me pregunto.

-No tienes que traer tantas cosas- dije tomando el pomo de la puerta, girándola para abrir la habitación, una vez dentro las luces se encendieron dejando ver un amplio guardarropa, sueño de cualquier mujer en sus cinco sentidos; Bianca jadeo ingresando al lugar, este lugar era muy similar al que ella tenía en casa solo que con mucha más ropa y espacio.

-Definitivamente perdiste la cabeza- dijo ella girándose para verme- yo no soy una cazafortunas mantenida Matteo- dijo ella frunciendo el ceño, me acerque para tomarla de la cintura; odiaba que ella se tratara de ese modo.

-Se que no lo eres- dije sin soltarla- quiero darte el mundo entero Bianca ¿es tan malo eso? - pregunte con delicadeza la mirada llena de enojo aflojo convirtiéndose en una mirada llena de amor y resignación.

-Esto es demasiado solo llevamos dos días- se quejó nuevamente.

-Te espere durante diez años- le recordé nuevamente- y ahorre lo suficiente para que ahora pueda darte la vida que tus padres me exigieron que te diera- dije recordando el momento en el que me había enfrentado a los dos padres de mi cachorrita rogando por su amor- ahora puedo darme el lujo de darte una vida cómoda y sin preocupaciones.

-Yo no soy una inútil- dijo ella en un berrinche, si existía algo que odiara Bianca Ricci es que la subestimaran- ¿Qué pretendes ahora encerrarme en este departamento embarazarme y dejarme cocinando? - grito ofendida.

Destinos Inciertos (#3 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora