Ella era una niña que no conocía el amor
Él era un joven que no veía mas allá de la razón.
Se separaron para no amarse, y el destino los unió para que jamás sucediera otra vez.
Dos almas que sueñan olvidarse y que siempre estuvieron destinadas a e...
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La alarma retumbaba en la habitación, me queje fastidiada la saber quera hora de despertarme estaba agotada porque la noche anterior fue horrible las náuseas me dejaron agotada y los dolores musculares empezaban a atacarme, Matteo se quedó a mi lado toda la noche y poco habíamos podido dormir, para nuestra desdicha hoy no podíamos quedarnos en cama porque lo niños tenían escuela y debíamos prepararlos.
-Shhh, está bien cachorrita- escuche el susurro de mi novio sin abrir los ojos- pasaste una mala noche quédate un poco más, yo prepararé a los niños- me aseguro, suspire aliviada y no puse trabas porque honestamente lo necesitaba; cerré mis ojos nuevamente y deje que los sonidos mañaneros en la casa me arrullaran, cuando desperté nuevamente fue porque el aroma a comida recién preparada llamo mi atención. Me di un baño, me prepare y baje a la mesa de la casa donde ya estaban todos los niños vestidos y arreglados, tuve que contener los deseos de sacar mi móvil y grabar cuando vi como Matteo trenzaba le cabello de Alía.
- ¿Estás seguro que voy a verme linda? - le pregunto la pequeña a mi novio, él estaba concentrado en hacer una perfecta trenza francesa en largo cabello castaño de la infante- quiero ser la niña más linda de la clase- le aseguró mi novio se carcajeo por su energía, William rodo los ojos por la actitud de su hermana y Eduardo solo se burló de mi pareja al decirle que si quedaba horrible era responsabilidad de él. Realmente Matteo estaba haciendo un trabajo espectacular con los niños tan buenas eran las referencias que mis padres y mis padrinos habían decidido extender su viaje unos días más y ya era viernes nuevamente por lo que sabíamos llegarían esta noche a casa.
-Vas a quedar hermosa Alía, cuando era niño tuve que aprender a hacer trenzas para mi mamá, solo éramos ella y yo- le conto ese detalla ajustando los broches de flores- ella estaba un poco enferma cuando yo era niño, debia cuidar de ella y ayudarla a peinarse un día vi como la vecina peinaba a su hija para ir a la escuela y le pedí que me enseñara a hacerlo para que mi mamá se viera igual de linda- relato mi novio, tuve que contenerme para no llorar- falta poco- dijo ubicando la última flor en su cabeza- lista ya estas ¿quieres verte? - le pregunto a la niña, ella asintió emocionada tomando el espejo que tenía mi novio en sus manos.
-Me veo como una princesa- grito emocionada tocando su cabello con delicadeza- gracias Matteo eres el mejor del mundo- dijo la pequeña besando el pómulo de mi novio, me acerque llamando la atención de todos que se acercaron saludarme- mira Bibi me peino Matteo- dijo alía emocionada luciendo su preciosa trenza.
-Te ves espectacular cariño, ¿por qué no toman sus cosas debemos irnos? - dije hacia todos los niños que empezaron a disperse por la casa, me acerque a Matteo sentándome en sus piernas- ¿te he dicho lo enamorada que estoy de ti? - susurre con lágrimas en mis ojos él me observo sorprendido y asintió besando mis labios con dulzura- eso que hiciste hizo que probablemente soñara con verte trenzar el cabello de una de nuestras hijas- asegure, él rio enérgicamente tomándome de la cintura para abrazarme.
-Estaría encantado de hacerlo, definitivamente quiero más de una niña- admitió, estos días el había creado un vínculo especial con alía y Adelaide. ellas lo amaban y él moría de la ternura con ellas, antes de dormir siempre se quedaba con ellas ayudándolas a conciliar el sueño, Alía también estaba costumbrada a dormirse con el aroma masculino de mi padrino y lo único similar a eso en este momento era la cercanía de Matteo- ¿Cómo te sientes cachorrita? ¿estás segura de querer ir a trabajar?
