Capítulo XI

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Las primeras 16 semanas del embarazo de Bianca se cumplían y con eso la llegada de las vacaciones de mi unidad, para mi desgracia no tenía la misma suerte que mis compañeros el tomarme la licencia de tres semanas cuando el embarazo de mi novia emp...

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Las primeras 16 semanas del embarazo de Bianca se cumplían y con eso la llegada de las vacaciones de mi unidad, para mi desgracia no tenía la misma suerte que mis compañeros el tomarme la licencia de tres semanas cuando el embarazo de mi novia empezó hacer acto de presencia lejos de nuestro conocimiento me las habían cobrado, no tendríamos casos en dos semanas porque el equipo estaba descansado, pero yo debia quedarme a entrenar a las otras unidades de respuesta y supervisar la rutina.

No me moleste mucho porque igual no podía viajar con Bianca a ningún lugar como lo había planeado antes de saber de nuestro hijo, tampoco me preocupaba por mi madre porque después de casi un mes de tramites por fin habían aprobado su traslado a Roma a una casa de reposo mental donde estaría vigilada las 24 horas del día; con ayuda de los abuelos de Bianca habíamos encontrado el lugar indicado para mi madre y la atención medica requerida.

Estaba realmente agradecido con la familia Ricci porque en ningún momento fui objeto de críticas o de algún comentario que pudiera ofender a mi madre, contrario a eso me dieron su ayuda para todos los trámites y estuvieron más que dispuestos a conocer a mi madre e incluirla en esa enorme familia; ver como ellos nos aceptaban muchos más que nuestra familia de sangre me hizo ver que definitivamente la familia no necesariamente tenía que ser la que la vida te obligaba a tener.

Cada que recordaba como la familia de Bianca nos habían aceptado sin reparo me daban ganas de golpearme al dudar de formar un hogar con mi cachorrita, solo imaginarme que mi hijo tuviera que crecer solo con su madre como yo lo hice con la mía, me hacía odiarme por si quiera dudar y pensar en abandonar a mi familia como el cobarde de mi padre.

-Agente Amaduzzi- la voz de Iris llamo mi atención desde la puerta- ya me voy ¿quiere que le ayude en algo más? – me pregunto, ella contrario al resto de mis compañeros se quedó conmigo sin disfrutar de sus vacaciones asegurando que no tenía nada mejor que hacer que trabajar, que en el futuro las tomaría si lo veía conveniente.

-Es todo por hoy Iris puedes ir a casa a disfrutar de tu viernes yo también voy a irme ahora- lo único que agradecía del trabajo de rutina es que tenía un horario fijo y podía irme temprano casa justo cuando terminara mis labores diarias; me despedí de quienes todavía continuaban su rutina, y subí a mi camioneta para dirigirme a la oficina de la mujer que hacía mis días mucho más felices.

Fuera del estudio de Bianca estaban Elías y Héctor hablando, al verme me saludaron con un movimiento de cabeza ya dentro de la pequeña oficina en la recepción estaba Doménico charlando con Carlo, quien al verme se puso tenso, el pequeño asistente de mi mujer me temía como si en cualquier momento tuviera intenciones de saltar y matarlo; con sus manos temblorosas anuncio mi llegada sin pedirlo mientras que Doménico me daba un informe muy detallado de Bianca.

-Todo ha estado bien Matteo- dijo con más confianza que antes – ha tenido algunos síntomas, ha comido de forma correcta y no se ha extralimitado con el trabajo, no hay novedades relevantes con respecto a su seguridad- me informo, asentí aliviado- sin embargo, Héctor tiene algunas sospechas no sobre Bianca si no sobre su hermano Eduardo.

Destinos Inciertos (#3 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora