Capítulo XX

404 21 0
                                    

-Fue un hermoso detalle hija- dijo mi padre Bartolomeo abrazándome, después de anunciar el nombre de nuestros pequeños, mis abuelos pasaron de la melancolía a la ilusión, ahora presumían con todos sus conocidos que sus primeros bisnietos tenían su...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Fue un hermoso detalle hija- dijo mi padre Bartolomeo abrazándome, después de anunciar el nombre de nuestros pequeños, mis abuelos pasaron de la melancolía a la ilusión, ahora presumían con todos sus conocidos que sus primeros bisnietos tenían sus nombres; agradecía profundamente que ellos tuvieran la salud y la edad para disfrutar de este momento tan especial para todos nosotros- mamá no ha parado de presumir que tiene a su pequeña copia en sus manos- dijo divertido.

-Gracias a ellos tú tienes una familia, yo tengo una familia, mi hermano tiene una familia y hasta Matteo tiene un hogar- dije mirando a mi prometido que hablaba con mi abuelo, Sebastián Ricci le dio muchas oportunidades a mi novio y fue un apoyo impresionante para convertirlo en el hombre que era hoy en día- no existen palabras de agradecimiento para los abuelos, además la idea fue de Matteo no mía- confesé.

-Es un gran hombre- reconoció mi padre Reginaldo- quería tener a mis nietos conmigo, al parecer mis suegros no los liberaran en un buen tiempo- vi como mis pequeños dormían en sus brazos-ambos han hecho un trabajo admirable y estoy orgulloso de saber que es Matteo quien cuidara de ustedes- dijo besando mi frente, nos concentramos en hablar de trivialidades paternas como el cuidado o la alimentación de los niños.

Nos vimos interrumpidos porque escuchamos gritos y replicas cerca de nosotros, me altere cuando el primer llanto de Sebastián se escucho por todo el lugar, mis dos padres se pusieron tensos cuando vimos como la esposa de David Amaduzzi intentaba quitar el niño de los brazos de mi hermano Eduardo; una furia que hasta el momento no conocía se desato en mí, como una madre leona enojada me acerque para alejar a esa mujer.

-No se atreva a tocar ni mi hijo ni mi hermano- dije enojada postrándome frente a mis dos más grandes amores como una muralla protectora- ¿quién le ha dado el derecho de tocar a mis pequeños? - exigí casi en gritos, vi como mi abuela se acercó con su ceño fruncido.

-Soy su abuela es mi derecho- dijo la mujer, escuche como mi suegra se reía acercándose a mi abuela Sara y defendiendo a su nieto- que es tan gracioso- dijo enojada la mujer que mostrado su verdadera esencia luego del rechazo de Matteo- no pensaras darle el lugar a una mujer con desequilibrio mental ¿o sí? - me cuestiono intentando manipular mi rol como madre.

-Cuide sus palabras- dijo Sara Ricci con una expresión aterradora, la esposa del padre de Matteo se sobrecogió porque sabía la fama de mi abuela y el escándalo que sería para la firma de abogados Amaduzzi el que una como la Lombardi los hiciera picadillo- está en mi casa, hablándole a mis nietos y perturbando a mis pequeños bisnietos- le recordó- y cuide su forma de hablar hacia Azzura ella es mas parte de esta familia que usted o su esposo.

- ¿Que está pasando acá? - se escuchó el tono imponente de mi prometido a su lado estaba mi abuelo con sus brazos cruzados, para su ya casi sesenta años se veía conservado, fuerte y con esa expresión de sabiduría que le daba ese toque interesante y sexy; yo no era ciega y sabía que en mi familia había muy buenos genes – Louise no quiero discutir contigo también, ya tu esposo fue a hacerme tus reclamos estúpidos, los invite a este lugar por las niñas – dijo señalando a las dos pequeñas que se aferraban a las piernas de su hermano mayor- no me hagas replantearme la idea de sacarlos de mi vida- gruño enojado.

Destinos Inciertos (#3 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora