Prologó

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- ¿Estas lista cariño? - pregunto Reginaldo, el padre de la joven; Bianca se giró observando su habitación, su lugar secreto luego de tres años después de que sus padres las rescataran de las manos de su peor pesadilla; cerro el equipaje girándose...

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- ¿Estas lista cariño? - pregunto Reginaldo, el padre de la joven; Bianca se giró observando su habitación, su lugar secreto luego de tres años después de que sus padres las rescataran de las manos de su peor pesadilla; cerro el equipaje girándose hacia su padre, él le ayudo a tomar sus cosas para llevarlas hasta la camioneta de seguridad en donde ya estaba su hermano menor y su padre Bartolomeo.

-Estas a tiempo de arrepentirte- dijo Bartolomeo viendo como su hija se despedía de todo el servicio que les ayudaba en casa, ella rodo los ojos provocando una suave risa en su hermanito de cinco años, casi seis.

-Papá vámonos- dijo Bianca divertida dándole una última mirada a su hogar; subió en la parte trasera con su hermano, concentrando su vista en el camino, guardando en su memoria las calles de su amado país, llenándose de la calidez que sentía al estar con sus padres y su hermano; cerro sus ojos dejando que la música sanara la tristeza que le causaba abandonar su país, su hogar y sus costumbres.

Ella estaba tomando una decisión apresurada, se había graduado con honores hace unos pocos meses y un corazón roto fue lo que la llevo a rogarle a su padre que la dejara ir, que le permitiera huir para olvidar y sanar; se había enamorado siendo una pequeña niña y hoy con 17 años sabía que ese amor la consumiría si no lo dejaba de lado. Estudiaría arquitectura en una de las mejores universidades de Alemania, viviría en un departamento que le pertenecía y seria feliz, lejos de todo el dolor que le representaba quedarse en Italia.

Al llegar al aeropuerto la jovencita tuvo que contener todas su lagrimas al ver a toda su familia desde sus abuelos, hasta los padres de sus padrinos estaban con pancartas esperándola para despedirla; ella estaba abandonando su vida, su felicidad, su familia y todo aquello que alguna vez la hizo inmensamente feliz. No obstante, no era lo único que ella abandonaba, en Italia quedaba un corazón roto, un amor que solo latía y vivía por y para ella.

Matteo Amaduzzi estaba de pie frente a las puertas del aeropuerto viendo desde lejos como el amor de su vida y la única mujer que había logrado comprender su complicada mente se despedía de su familia y huía de sus manos, llevándose todo lo bueno que alguna vez él pudo tener.

- ¿Vas a quedarte acá viendo como un idiota como se va? - pregunto Zack con un cigarrillo entre sus dedos- ¿Qué coño te paso Amaduzzi? - preguntó el compañero de equipo del joven observándolo con sorpresa y desconcierto- ¿la dejaras ir a un año de poder estar juntos? - dijo sin poder creer que eso sucedería

- ¿Qué más puedo hacer? - pregunto con frialdad – ¿Cómo detengo a la mujer de mi vida si yo mismo me encargue de alejarla? - dijo tratando de contener sus lágrimas; hace tres años cuando Bianca le pidió que se alejara, su manera más estúpida de olvidarla, fue entregarse a su trabajo y a convertirse en una persona que ni siquiera en la actualidad su madre reconocería.

-Lucha por ella pedazo de idiota- dijo el amigo del joven, Matteo solo agacho su mirada dejando que las lágrimas escurrieran por su rostro- si no vas a hacer nada por lo menos ten las pelotas de despedirte de ella, ¿vas quedarte acá afuera como un cachorro apaleado? - lo cuestiono, el caballero lo pensó seriamente y se acerco dejando sus miedos atrás, su amada debia saber que él la esperaría hasta el día de su muerte, con tal de tener la oportunidad de ganarse nuevamente su corazón.

Dentro del establecimiento Bianca esperaba el llamado de su avión para poder irse a lo que seria su nueva vida, entre lagrimas y abrazos se giró despidiéndose de su familia; cuando anunciaron su oportunidad para abordar, la jovencita soltó un suspiro lleno de dolor al ver que él no llegaría y quizás su adiós había sido en aquella discusión absurda llena de inseguridades y celos. Emprendió su camino con su corazón lleno de dudas y rencor con la vida por hacerla vivir algo tan doloroso como un amor imposible.

-Bianca- escucho el grito del amor de su vida – mocosa espera- dijo Matteo, ella giro para observar a un agitado caballero que la tomo de la cintura- no te iras sin despedirte ¿o si cachorrita? - dijo él tratando de controlar su respiración, ella abrió su boca sorprendida y no pudo ser fuerte como lo había intentado y se había asegurado, dejo fluir las lagrimas y el llanto- no, no llores mi amor- dijo tomando su pequeño rostro entre sus manos.

- ¿Por qué nos hiciste esto? - pregunto la niña mirando al hombre que había robado sus suspiros, sus sueños, su amor y todo lo que ella era- ¿Por qué tuviste que romper mi corazón? – Matteo se sintió un maldito bastardo al escuchar como ella le reprochaba por lastimar su dulce corazón.

-Soy un imbécil enamorado que no sabía cómo actuar- dijo él en un susurro- y no te pediré que te quedes y me des una oportunidad ahora- le aseguró el hombre dejándola sorprendida- tienes derecho a vivir, madurar y conocer, ¿Qué mejor forma que hacerlo lejos de todo lo que te ha lastimado?

- ¿Me estas dejando ir? - pregunto dolida y sorprendida,  esperaba que luchara por ella, que le suplicara que dejara esos ridículos planes de irse – ¿Qué clase de locuras estas diciendo? - lo cuestiono sin saber si él realmente la amaba como tanto decía.

-No te estoy dejando ir cachorrita- dijo apretando con mas fuerza su cintura y tomando el mentón de la mujer para que lo observara fijamente- te estoy dejando vivir por un tiempo- le explico- vas conocer, estudiar y vas a convertirte en una mujer, yo te estaré esperando acá y el día en el que regreses juro Bianca Ricci que jamás voy a soltarte- prometió el caballero.

-Te amo Matteo- dijo ella confesando ese sentimiento que la estaba ahogando- ¿vas a esperar por mí? - le pregunto con ilusión la dama, y él asintió acercándose a sus labios para dejar un apasionado beso sobre ellos, uno que les arrebatara el aire y les confirmara que sin importar el tiempo que ambos permanecieran lejos, sus corazones latían en la misma sincronía, su amor era tan fuerte como para superar el tiempo, la distancia y el dolor.

-Te amo cachorrita- dijo él liberando sus labios y pegando su frente con la suya- te esperaría una eternidad si es necesario- dijo acariciando su rostro con dulzura- es hora de irte mi amor, no tardes en regresar- ella seco sus lagrimas empezando a caminar hasta la puerta de abordaje, una vez la cruzo; Matteo sintió como sus piernas fallaron cayendo de rodillas y sintiendo como el aire empezaba a faltarle.

-Acá estoy muchacho- escucho la voz de Reginaldo, su supervisor, su jefe y el padre de la mujer que amaba- llora que acá estoy- le dijo al jovencito, al escuchar esas palabras soltó el primer sollozo y se desgarro en llanto, liberando todo el dolor que esta separación le había causado.

Bianca se había ido y con ella se había llevado el corazón del joven Amaduzzi junto con todo o bueno que alguna vez el había podido tener

¿Este seria el final de su historia?, no lo sabía, Matteo no sabía si este era su final, lo único de lo que estaba seguro era de que la esperaría toda una vida de ser necesario; porque ella era su luz, y su eternidad.  

  

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Destinos Inciertos (#3 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora