Capítulo XIX

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Estaba de los nervios

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Estaba de los nervios

Esa era la única frase que en este momento podía definir mi estado de ánimo jamás había estado tan asustado ansioso, emocionado y preocupado en la misma medida, estaba fuera de la habitación que destinamos para el día del parto, mientras los encargados de supervisar el parto preparaban a mi mujer yo estaba en el deber de avisar a su familia ellos respetaron que Bianca y yo quisiéramos estar solos en este momento, ya luego les presentaríamos a los mellizos por ahora queríamos nuestra privacidad como familia.

-Tiene que respirar señor- dijo Lucia a mi lado, ella me entrego una taza de té para relajarme- entiendo lo abrumante que puede ser esto, no debe preocuparse la están atendiendo y pronto podrá entrar a verla- me aseguro, controle mis respiraciones y deje de caminar de un lado para otro como un auténtico loco; me concentre en pensar en la idea de tener a mis pequeños tan pronto.

El doctor nos aseguró que era normal que ellos llegaran antes de cumplirse el terminó que era un milagro que duraran tanto en el vientre de mi novia, después de su nacimiento los pediatras determinarían si era necesario ir al hospital al nacer de 37 semanas; ya no tenían más espacio para seguir creciendo y tenían deseos de salir a conocer el mundo, los minutos se me hicieron horas y la única forma que encontré para pasar el tiempo fue responder los mensajes de toda la familia.

-Señor Amaduzzi- escuche, levante la mirada de mi móvil y me acerque rápidamente al obstetra de Bianca – todo está bien con ella, ya la revisamos y los bebes están en posición correcta no hay signos de alarma que nos lleven a querer inducir una cesárea o un parto- suspire aliviado, estar en casa me parecía aterrador porque si teníamos alguna complicación no tenían el equipo para atenderla como me gustaría- puede pasar a verla tenga en cuenta que el dolor altera las mujeres embarazadas- me advirtió.

Escuchaba el llanto, las quejas y los gritos de Bianca desde fuera de la habitación, el parto no era netamente natural porque debían monitorear el estado de los niños con tecnología especializada, vi una amplia bañera que parecía más como un jacuzzi por su tamaño, las enfermeras estaban preparando el agua mientras que una entrenadora personal ayudaba con el dolor a mi novia.

-Lo está haciendo bien señorita Ricci- dijo la mujer ayudándola a rebotar en esa enorme pelota de yoga, vi como el sudor corría por su frente y no pude admirarla más porque era imposible, estaba haciendo un trabajo increíble para tener a nuestros hijos- mira ya llego su prometido, ¿quiere él sea quien le ayude? - mi cachorrita asintió pidiéndome con la mirada que la ayudara a aliviar su dolor.

-Hola mi amor- dije tomando el lugar de la entradora, tome las manos de mi pequeña y las bese, ella las apretó con fuerza al sentir una nueva contracción que casi la hizo gritar- no voy a preguntar cómo te sientes solo quiero decirte que eres la mujer más valiente y fuerte de este mundo- le asegure, ella me sonrió cerrando sus ojos para empezar con sus movimientos rítmicos.

Horas fueron suficientes para hacer que perdiera los nervios, Bianca no quería ningún tipo de medicación para aliviar su dolor y eso me estaba alterando, los ejercicios ayudaban caminamos por la casa, ella durmió un poco dentro de lo que el dolor le permitía, la entrenadora y las enfermeras le ayudan ejercitar sus piernas, con masajes le ayudaban a los pequeños a posicionarse de forma correcta para empezar el proceso de parto.

Destinos Inciertos (#3 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora