𝔇𝔬𝔰 𝔞𝔫̃𝔬𝔰 𝔪𝔞́𝔰 𝔠𝔢𝔯𝔠𝔞

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Joanne se encontraba en su masaje semanal, dentro del spa perteneciente a Koko, cuando el tono de llamada de su teléfono la molestó. Consideraba el momento del masaje como un momento de relajación, no le gustaba que la molestaran y el único ruido que toleraba escuchar era el de la pequeña fuente de piedra que yacía en una de las esquinas de la habitación.

Ignoró la llamada. Al dejar de sonar volvió su tranquilidad, pero fue interrumpida nuevamente por el mismo ruido.

—¿Puedes pasarme mi teléfono? —le preguntó a la chica que hacía el masaje.

Había intentando ignorarla igualmente, pero el ruido le causaba irritación y así no podría disfrutar su masaje. La masajista limpió sus manos con la toalla blanca que llevaba al hombro para no llenar de crema el celular al agarrarlo. Se lo acercó y siguió con el masaje. Al encenderlo vio que Sanzu era quien la llamaba. Rechazó la llamada. Segundos después regresó. Consciente de que no la dejaría en paz hasta que respondiera el teléfono, contestó.

—¿Por qué no respondías el maldito teléfono? —preguntó irritado.

—No tengo porque darte explicaciones —respondió molesta—. Habla rápido y deja de interrumpir mi paz.

—Dejaste de tener paz hace mucho tiempo, pero bueno. Hoy en la noche tendremos una reunión y es importante que asistas. Si faltas esta vez, el rey se enojará y no terminará bien. Además hablaremos de un tema que estoy seguro que te interesa muchísimo —rio.

—Si me amenazas así supongo que no tengo otra opción —aceptó.

—Pasaré por ti. Quiero asegurarme de que asistas, también porque si vas sola te vas a per... —Joanne colgó la llamada. No le interesaba hablar con Sanzu en ese momento. Quería seguir con el masaje.

—¿Todo en orden, señorita? —preguntó la masajista. Joanne le dio su celular para que lo llevara de regreso junto al resto de sus cosas.

—Sí, asuntos del trabajo. Continúa —ordenó.

Al terminar el masaje, Joanne salió del establecimiento directo a su casa, debía arreglarse para la reunión y quedaba nada menos que una hora para que Sanzu llegara por ella, aunque no le importaba hacerlo esperar, una hora no le era suficiente.

Lo primero que hizo al llegar fue meterse a bañar para seguir con el maquillaje y la ropa. Se colocó una falda blanca que llegaba abajo de la rodilla y tenía una abertura haciéndola enseñar parte de la pierna izquierda, con un top negro liso sin mangas y unos tacones negros con una plataforma lo suficientemente grande para desmayar a una persona de una patada. En la muñeca derecha colocó el reloj plateado que Kakucho le regaló por su cumpleaños número veinticinco y por último una cadena de oro con un dije de dragón.

Alcanzó a estar lista cuando Sanzu llegó por ella, ninguno de los dos era puntual con los horarios, además que Sanzu ya conocía su manía de tardarse en arreglarse. Estacionó el auto en la cochera de la chica y le llamó para que saliera.

Antes de salir recogió un abrigo de felpa blanco con grandes botones café oscuro por si al salir de la reunión sentía frío.

A Joanne le sorprendía que Sanzu fuera por ella y no Kakucho o algún otro miembro, pues desde hace más de medio año —desde que Sanzu y ella terminaron su relación— que él no se ofrecía a hacer tal cosa por ella y por esa razón comenzó a sospechar que algo andaba mal.

Las cosas ya no eran como hace dos años. Dejó de ser la chica nueva de Bonten desde hace mucho, conocía todo sobre la organización y cómo tratar con cada uno de ellos. Creció dentro de la mafia debido a sus habilidades no solo como química sino también gracias a su manipulación, tanto que otros miembros la consideraban un pilar de Bonten y lo era, aunque Manjiro no quisiera aceptarlo y la siguiera viendo como un perro más.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora