𝔇𝔢 𝔳𝔲𝔢𝔩𝔱𝔞 𝔞𝔩 𝔫𝔢𝔤𝔯𝔬

282 31 26
                                    

Fuera de una gran florería, que gracias a Bonten se especializaba en los ramos fúnebres, yacía estacionado un auto moderno de color negro y cristales blindados, desde el cual, Kakucho miraba a la florería pensando en si sería buena idea llevar un ramo de flores al entierro. Muchas personas ya llevarían y muy probablemente la tumba quedaría repleta de estas. Al final se decidió por no comprar nada. Bonten ya se había encargado de pedir una corona de flores y pensó que con eso sería más que suficiente. 

Encendió el auto y arrancó en dirección a la casa de la persona que recogería para llevarle a dicho entierro. Era un día tranquilo pero nublado. No había trafico y las personas parecían más tranquilas que de costumbre. Los domingos, la ciudad cambiaba por completo ya que en las calles no se percibía el mismo estrés que se daba a notar entre semana.

Tamborileaba los dedos en el volante mientras el semáforo se ponía en rojo cuando una llamada llegó a su celular. Al ver de quien se trataba se irritó y consideró no responder, pero conocía más de lo que quería a la persona y sabía que no dejaría de llamar hasta que respondiera.

—¿Qué sucede, Sanzu? —respondió desde la pantalla colocada en el tablero del auto. El semáforo había cambiado de color.

—¿Iras al entierro de cenizas? —preguntó. Se escuchaba mucho ruido de fondo, como si estuviera en el núcleo de un torbellino. 

—Claro que sí, idiota. Todos tenemos que asistir

—Solo quería asegurarme. Verás... irá alguien que no debe verte ahí y a mí tampoco pero... —su voz fue interrumpida por el fuerte ruido que se venía escuchando desde hace rato. Kakucho apenas pudo entender la mitad de sus palabras.

—¿En dónde estás? —lo cuestionó—. ¿Por qué se escucha tanto ruido?

—En el campo de tiro de Bonten ¿Escuchas mejor? —había caminado a un sitio con un poco más de silencio.

—Un poco. ¿Qué haces ahí? ¿Es una clase de rutina que sigues antes de asistir a un entierro?

—Muy gracioso —dijo con sarcasmo—. Está pasando algo extraño y espero encontrar la respuesta aquí.

—¿Algo extraño?

—Sí, bueno aún no estoy seguro, son solo sospechas... En fin, ¿escuchaste lo qué dije sobre Violet?

—No, parecía que estabas en un puto tornado.

—Dije que esa niña va a estar en el entierro y no puede verte —resumió.

Kakucho apretó las manos en el volante indignado. Llevaba meses sin ver a la pequeña niña que tanto quería y ahora que por fin la tendría cerca de él, no podría hablarle, ni abrazarla, ni jugar con ella como antes.

—¿Por qué no? —lo cuestionó mientras daba vuelta a la calle.

—Porque Mikey dijo.

—¿Y por qué dijo eso? —preguntó sin entender.

—Sabía que eras un idiota con cerebro de frijol —suspiró—. Porque la niña piensa que trabajas en la misma farmacéutica que Joe. Eso no te relaciona en nada con su padre. 

—Puedo hacerlo ver como una coincidencia. Que estoy ahí por ella, para darle el pésame.

—Los niños hablan de cualquier cosa con quien sea y a nosotros nos conoce y sabe nuestros nombres, nos jugaríamos el pescuezo si nos ve.

—Está bien —lo aceptó después de pensarlo arduamente—. Pero si me ve y se acerca a mí, no fingiré que no la conozco y hablaré con ella.

—No lo hará, su madre nos ayudará en eso.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora