𝔇𝔦𝔞𝔯𝔦𝔬

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⚠️Advertencia: este capítulo contiene temas de violencia física, asesinatos, intentos de violaciones, suicidio y torturas⚠️

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No recordaba cómo había llegado hasta su casa y mucho menos cómo llegó a parar hasta su cama donde yacía sentada mirando al suelo mientras las lagrimas caían de sus ojos dejando cada vez más grandes manchas de agua en el piso.

—¿Por qué estas triste, hermanita? —escuchó de repente la voz de su hermana.

Sorprendida levantó la mirada al frente. Sentada sobre la esquina de la cama estaba su hermana Ayline igual a como la vió la ultima vez, con su hermoso vestido rosa pastel floreado y la mirada con la que transmitía paz a todo aquel que la miraba. Su hermana era una mujer hermosa a sus ojos. Joanne no podía creer lo que veía. Debo estar alucinando, pensó. Pero que bonita alucinación.

—Ayline...

—Aquí estoy, pequeña. —Su hermana se acercó colocándose a su lado.

—Te extraño —chilló y las lagrimas comenzaron a salir como cascadas.

Abrazó fuerte a su hermana, dispuesta a no soltarla jamás.

—Ya no sé que más hacer, quiero vengarte a ti, a papá y a mamá por lo que les hicieron, pero... no he logrado nada. Siempre tengo la venganza en mente pero no estoy ni cerca de conseguirla —sollozó—. Es por eso que entré a Bonten en primer lugar, pero después de dos años no he progresado nada. Tengo miedo a que me maten antes de saber qué pasó y poder vengarles.

—Está bien —acariciaba el cabello de su hermana pequeña como solía hacerlo cuando era una niña—. Lo estás haciendo bien. No necesitas esforzarte tanto, ya lo estas haciendo bien. Nunca ha existido algo que te propongas y no lo consigas. Solo no te rindas y lo conseguirás. Estás cerca.

La despertó un fuerte dolor en las muñecas, que tenía atadas a los brazos de la silla, y en sus brazos que estaban terriblemente dormidos por la presión de la cuerdas que no dejaban fluir la sangre con normalidad. No tardó en también sentir el dolor en sus piernas atadas de igual forma a las patas de la silla. Quiso gritar, pero no pudo, tenía la sensación de que le hubieran rellenado de trapos sucios la cavidad bucal. En su desesperación comenzó a moverse intentando zafarse de sus ataduras.

—Al fin despiertas —escuchó la voz de un hombre en la lejanía—. Temía que hubieran vertido más sustancia en tu bebida que la necesaria y ya no despertaras.

Levantó su mirada hasta ver al hombre que le hablaba. Su figura delgada lo hacía ver más alto de lo que en realidad era. Vestía todo de negro a excepción de su camisa que era blanca y lo hacía ver como un pingüino para Joanne. Portaba una pistola que sobresalía de su pantalón con la intención de que Joanne la viera. Observó a los otros cuatro hombres a su alrededor, dos con navajas y dos con pistolas colocadas de la misma forma que el pingüino.

—Tendrás que disculpar este secuestro tan repentino pero necesitaba hacerlo ya que los tuyos me quitaron a mi cocinero —se acercó a ella para retirarle el trapo que tenía en la boca.

—Por qué... ¿Por qué un pingüino me está hablando? —empezó a sentir una pulsación en su pómulo derecho debido al golpe que aquel con camisa Hawaiana le dio.

—¡Hablale con respeto al jefe! —Joanne lo miró amenazante.

—Que detalle. Me trajeron a la playa. —Otro golpe por la mano del mismo. Golpe que la dejó con el labio inferior sangrando.

—¡Cállate y escucha, zorra! —le escupió encima.

—Te voy a matar —rio—. Vas a ser el primero en morir, Hawaiano.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora