𝔗𝔦𝔢𝔪𝔭𝔬 𝔭𝔢𝔯𝔡𝔦𝔡𝔬

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⚠️Advertencia: este capítulo contiene temas de violencia física⚠️ 

Día 3

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¿Por qué no me responde? se preguntó Kakucho después de mandarle el mensaje numero treinta y dos a Joanne, quien tenía tres días sin responderle mensajes o llamadas. El primer día lo dejó pasar pues se imaginaba que estaría cansada y probablemente con dolor de cabeza por la fiesta.

Cuando despertó desnudo en aquella habitación de hotel, esperaba ver a Joanne a su lado, pero lo único que quedaba de ella eran sus largos guantes negros que dejó a propósito. La llamó para preguntarle dónde estaba pero no respondió. Creyó que después de quedarse dormido, Joanne salió para seguir divirtiendose pero ahora con Ran Haitani, no fue hasta que el hombre se lo negó hasta el cansancio que descartó esa opción.

Tuvo la intención de visitarla ese mismo día en su casa y preguntarle qué tal estaba, pero no quería llegar sin avisar y no respondía los mensajes ni las llamadas así que decidió esperar.

Después del tercer día sin recibir señales de ella comenzó a preocuparse. Lo que pasó la noche de la fiesta lo dejaba pensando en que podría ser una de las causas por las que no le respondía. Pensó que quizás no estuvo bien lo que hicieron y al final se enojó con él y por eso se marchó dejándolo solo. Por la personalidad de Joanne, era algo que probablemente haría, por lo que no descartó esa opción.

Debí hacer algo mal, se decía. Estuvo mal lo que dije antes de entrar al cuarto. Cuando se le bajó el alcohol debió de recordarlo y se enojó por eso.

Mandó un mensaje más disculpándose con ella y rogándole verla para arreglar las cosas, pero nuevamente los mensajes no le llegaron y la llamada que intentó hacerle fue directa al buzón. ¿Me habrá bloqueado?, pensó. No quería preguntarle a otro de sus compañeros si a ellos les respondía o no pues le preguntarían el por qué y quería ahorrarse la respuesta, pues le daba vergüenza. Tomó la decisión de ir a su casa, no le importaba que Joanne se molestara con él debido a que quería aclarar las cosas.

Lo primero que hizo al llegar fue revisar si su auto yacía en su cochera y al verlo ahí tuvo la esperanza de que estuviera en su casa. Tocó el timbre una vez asegurándose que pudiera verlo por la cámara.

—Joe, por favor ábreme —dijo por el micrófono del timbre mientras lo presionaba—. Sé que estás ahí, veo tu auto. Lo que sea que haya pasado podemos hablarlo y ya está ¿sí?

No obtuvo respuesta. Esperó cinco minutos para volver a presionar el timbre.

—Joanne... Está bien sino quieres verme, podemos hablar por aquí.

Nuevamente no recibió respuesta, pero seguía con la esperanza de que la puerta se abriera. Decidió quedarse a esperar ya que quizás salió un momento a caminar y no tardaría en regresar, pero no fue así. Lo intentó una vez más.

—Está bien, no me abras —se dio por vencido—, pero mínimo dame una señal de que estás escuchando. No sé, prende una luz o algo.

Se alejó de la barda donde estaba colocado el timbre para poder apreciar su casa entera y ver si una luz se encendía.

Molesto al no ver lo que quería, sacó su celular y marcó al número de Sanzu, quien no tardó demasiado en contestar.

—¿Qué le dijiste a Joe? ¿por qué no me contesta? —le preguntó.

—¿De qué estas hablando? —se extrañó—. Yo que voy a saber, ¿no le puedes preguntar tú?

—Imbécil, te estoy diciendo que no me responde. Y he convivido contigo lo suficiente para saber de lo que eres capaz con tal de que Joe no mire a nadie más que a ti —dijo molesto.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora