𝔊𝔬𝔯𝔦𝔩𝔞

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Manjiro se acomodaba nervioso en su silla mientras esperaba junto con su segundo a que el líder de Kahora hiciera presencia en la reunión urgente que programaron.

Estaba oscureciendo. Una luz amarilla con baja nitidez iluminaba el restaurante. A esa hora se podía percibir una vibra diferente en el lugar, parecía embrujado y los tigres estampados en el tapiz de la pared daban la ilusión de que en cualquier momento saldrían de ahí para atacarlos. La mesa frente a ellos estaba acomodada de tal manera que parecía que en cualquier momento alguien llegaría con una bandeja y les serviría los platillos que no habían pedido.

Sanzu movía ansioso su pierna mientras que por medio de su celular conversaba con Joanne. No le gustaba que lo hicieran esperar, por lo que Ishi estaba colmando su paciencia. Continuamente miraba hacia la puerta esperando verlo entrar por ella.

Era raro. Dos mafiosos nerviosos pensando que algo malo sucedería en cualquir momento. Mikey mirando a todos los lados posibles buscando peligro y Sanzu mirando solo hacia la puerta.

—¿Cómo se atreve ese anciano a hacernos esperar? —se quejó—. ¿No dijo que era una reunión urgente? O es que la edad se vio reflejada en sus rodillas y no puede caminar.

—Relajate, estoy seguro que no tarda en llegar —respondió Manjiro.

Como si lo hubiera manifestado, Ishi entró al restaurante tan pronto como Manjiro dejó de hablar. Takeki, igual a un perro siguiendo a su amo, entró tras de él. El líder caminaba imponente hacia la mesa donde los dos hombres lo esperaban mientras su saco largo se levantaba debido al aire que provocaba al caminar a gran velocidad. Manjiro no dudaba que el saco fuera hecho de piel de tigre pues al menos el diseño era idéntico.

—Buenas noches, señores —saludó Ishi—. No se levanten, por favor.

Ishi tomó asiento en la silla frente a Manjiro y Takeki frente a Sanzu. Notó su mirada de irritación. El de cabello rosado se quedó esperando las razones de su tardanza, mas ninguno de los dos habló al respecto por lo que llegó a la conclusión de que lo hicieron con todas las intenciones.

Los cuatro hombres se miraban fijamente esperando a que uno dijera la primera palabra. Silencio, no había nada más que silencio. Ni siquiera el sonido de los grillos se escuchaba dentro. Era un momento de mucha tensión entre dos mafias que supuestamente eran aliadas.

—Señor Shoyo... —Manjiro decidió romper el hielo.

—¿Por qué dos de mis hombres fueron asesinados la misma noche de la fiesta que ustedes organizaron? —hizo énfasis en la palabra ustedes.

No gesticuló ni siquiera un poco, lo dijo con un tono de voz tan frío que a los inexpertos se les pondría la piel de gallina al escucharlo. Manjiro lo miró sin saber a qué se refería. Sanzu estaba igual de confundido pues apenas se enteraban de las muertes de Yota y Toru.

—Es una trágica noticia de la cual no teníamos idea —Manjiro miró a Sanzu esperando aprobación.

—Realmente nos acabamos de enterar así que no sabemos el porque.

—Ambos hombres eran muy queridos para mí —habló Takeki con un tono de decepción en su voz—. No puedo dejar que sus muertes pasen desapercibidas.

—No entiendo qué tiene que ver Bonten en esto —insistió el de cabello blanco.

—No tienes buen oído, mi querido Manjiro o Mikey, ¿Cuál prefieres? Bueno, eso no importa ahorita. Lo recalqué al inicio, murieron minutos después de que se marcharan de su fiesta. 

—¿Cómo murieron? ¿Qué los hace creer que Bonten es el culpable? —cuestionó Sanzu.

—Oh no, no creemos que Bonten es el culpable totalmente, no aún.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora