𝔈𝔩 𝔭𝔯𝔢𝔠𝔦𝔬 𝔞 𝔭𝔞𝔤𝔞𝔯

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Kakucho comenzó a comportase como un guardaespaldas para Joanne. No la dejaba sola y siempre buscaba excusas para estar junto a ella. Esto le irritaba a la pelinegra pues fue por esa razón que no pudo asesinar a Ishi cuando se encontraba más indefenso. Ahora que todo mundo sabía de la muerte de Takeki, la seguridad de Kahora por proteger a su líder había aumentado e incluso varios subordinados de Bonten eran parte de esa seguridad.

Incluso Sanzu la vigilaba de vez en cuando para asegurarse que no cometiera la estupidez de matar a Ishi. Joanne no pudo hacer nada más que fingir que todo estaba bien y se sentía satisfecha con las muertes que llevaba en su espalda mientras que en su mente pasaban cosas distintas pues siempre estaba armando diferentes planes para acabar con él. No será sencillo, siempre se decía. Pero encontraré la forma, nada es imposible, y lo que dijo mi hermana en aquel sueño es verdad.

—Ya maté a los ejecutores. Después de pensarlo, eso es suficiente para mí —le decía a Kakucho cuando lo notaba preocupado por la misma situación—. Te prometí que no mataré a Ishi ¿lo recuerdas?

Y así hacía que el hombre se tranquilizara y la dejara en paz por un tiempo. Con Sanzu era distinto, parecía su sombra. Joanne sentía como la vigilaba y seguía a donde fuera, nunca daba la cara, pero estaba segura que se trataba de él, aunque cuando lo confrontó negó absolutamente todo.

La situación en Bonten era preocupante. Sin embargo, a Joanne le beneficiaba pues en ningún momento llegaron a sospechar de ella sino al contrario, al enterarse de la muerte de Mochi llegaron a la conclusión de que los asesinos debían ser personas de otra mafia molesta por la unión de Kahora y Bonten. Por eso mismo, Ishi dejó de sospechar de Bonten y aceptó trabajar junto con ellos para encontrar al culpable, sin salir de su casa pues se sentía en gran peligro.

Habían pasado dos meses desde la muerte de Takeki cuando finalmente, Sanzu y Kakucho dejaron de trabajar como sus sombras. Parecía que comenzaron a pensar que Joanne no haría ninguna estupidez, pero se equivocaban, pues en ese mismo momento, después de decirle a Kakucho que iría a comer con su amiga Lani y chantajear a su amiga para que la cubriera, estaba fuera de la casa de Ishi, a una distancia considerable donde no pudieran verla o sospechar algo, ocultándose en un auto antiguo, que había rentado, mientras vigilaba las rutas y turnos de los hombres que la custodiaban.

Llevaba puesto el mismo traje de látex negro que llevó cuando asesinó a Yezzan. La máscara la tenía guardada en la maleta colocada en el asiento del copiloto junto con las armas que llevó considerando la situación. Tomó una papa de la bolsa de frituras que tenía sobre sus piernas y la llevó a su boca mientras miraba a un guardia moreno con el arete de Kahora acercarse a conversar con otro guardia de la misma organización.

Tenía varios días visitando la casa. Cada día con un auto diferente. Se había memorizado las rutas de cada guardia y cuánto tardaban en recorrerla llegando a la conclusión de que sería imposible infiltrarse sin derramar una gota de sangre. Su mayor problema eran los francotiradores, uno colocado en el techo de la mansión y otros dos en los alrededores. En un inicio consideró acabar con ellos con la misma arma que usaban, pero concluyó que ocasionaría un ruido que alertaría a los demás y la descubrirían, debía ser cautelosa o perdería.

El primero en morir fue el más alejado de todos, quien estaba en lo alto de un gran cerezo, fue el más sencillo pues al no estar en una zona tan alta logró acertar una bala en su cabeza con su pistola a la cual se había asegurado de ponerle un silenciador.

El segundo se escondía en la casa frente a la de Ishi que casualmente acababa de ponerse en renta hace pocos días. No fue complicado irrumpir en ella pero le llevó un buen tiempo pues tenía que actuar lento para no hacer ni un mínimo ruido. Lo asesinó de la misma manera que al primero.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora