𝔏𝔞 𝔲́𝔩𝔱𝔦𝔪𝔞 𝔠𝔢𝔫𝔞

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—¿Y si no sale hasta mañana? —preguntó Joanne—. Ya llevamos tres horas esperando y mi culo comienza a entumecerse.

Se acomodó en el asiento del copiloto del auto de Sanzu. Estaban fuera de la casa de la supuesta novia de Takeki. En un principio habían llegado hasta el restaurante donde la pareja cenaba, pero en cuanto estacionaron el auto, los vieron salir, por lo que no les quedó de otra más que seguirlo y ver a donde los llevaba.

—Saldrá en cualquier momento porque el esposo de su novia acaba de llegar —señaló Sanzu a la cochera de la casa donde un auto recién se estacionaba.

—No lo veo —Joanne trató de comprobar si lo que Sanzu decía era cierto, pero su vista y la distancia a la que estaban no se lo permitía.

—Se está estacionando, mira. —El de cabello rosado se acercó a ella, muy cerca, demasiado cerca para el gusto de Kakucho. Tomo la barbilla de la mujer para mover su cabeza hacia la dirección que se refería—. Ahí ¿Ya lo viste?

—Ya. Bueno supongo que si el esposo de la mujer no está enterado del romance de su esposa con Takeki tiene sentido que no quiera que lo descubran —Con un movimiento discreto retiró la mano de Sanzu—. Espero salga ya o de verdad siento que me quedaré con el culo plano.

—Sería una desgracia —bufó Sanzu.

Kakucho no dejaba de mirar las acciones de su compañero. No se alejaba de Joanne e incluso pudo observar como poco a poco acercaba más su mano a la pierna de la mujer.

—¿Puedes dejar de coquetear con mi novia? —preguntó celoso y molesto.

—Tranquilo, no estoy haciendo nada —levantó las manos como si fuera un criminal.

—No pasa nada, Kakucho. Así es él de... idiota —terminó.

—Gracias por el cumplido, preciosa —dijo con sarcasmo.

—¿Acaso me crees estúpido, payaso? Para empezar ¿Por qué yo soy el que está sentado atrás? 

—Porque es mi auto —retó Sanzu—. Yo decido quién se sienta en donde. Y no me llames payaso, o te cortaré esa bonita lengua que tienes.

—No intentes amenazarme... payaso.

Sanzu se giró en su asiento con intenciones de golpearlo inútilmente, no había suficiente espacio para que su objetivo se cumpliera con eficacia. Lo único que ocasionó fue que el claxon sonara, alertando a todo ser vivo que los rodeara.

—Ya cálmense ustedes dos —dijo Joanne irritada—. Parecen un matrimonio que necesita divorciarse pero no más no lo hacen.

—¡Joe! —gritaron ambos al unísono.

—Shh —los calló, llevó el dedo indice a los labios—. Ya salió.

Regresaron sus miradas de vuelta a la casa donde vieron a un Takeki con poca ropa caminando a trompicones hasta su auto.

—Vamos, Kakucho, nuestro plan comienza ahora —avisó Sanzu.

Ambos bajaron rápidamente del auto colocándose sobre la cabeza unas máscaras de Michael Myers para cubrir sus rostros y fueron hacia donde Takeki estaba. Joanne se movió al asiento del conductor lo más rápido que pudo, encendió el auto y arrancó hacia la misma dirección que ellos.

Todo fue muy rapido. Con un botón, Joanne abrió la cajuela. Kakucho golpeó en la cabeza al castaño haciendo que se desmayara antes de que fuera consciente de sus intenciones, un segundo después yacía encerrado en la cajuela con la ayuda de Sanzu quien lo metió. Ambos entraron de regreso al auto y Joanne condujo hacia delante, lejos de la residencia de la novia infiel de Takeki.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora