𝔅𝔲𝔢𝔫𝔞 𝔬 𝔪𝔞𝔩𝔞 𝔫𝔬𝔱𝔦𝔠𝔦𝔞

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Después de que Joanne saliera del hospital, ni Kakucho ni Sanzu se separaban de su lado. Siempre tenía que estar uno en su casa cuidándola, preguntándole si necesitaba algo y si no sentía que estaba a punto de morir cada cinco minutos.

Le gustaba la atención pero no a tal grado, por lo que llegó el momento en el que se molestó y decidió encerrarse en su habitación para que ninguno la molestara. Extrañaba su cama, era algo normal después de dormir dos semanas sobre nada más que sabanas y una almohada, una vez se acostaba en ella no se levantaba hasta dentro de varias horas, además que todo su cuerpo aún le dolía a pesar de la buena atención medica que había recibido hasta el momento.

En la noche del segundo día después de su rescate, Kakucho tocó a la puerta del cuarto de Joanne. Con pocas ganas se levantó de su cama y caminó hasta la puerta para encontrase del otro lado a Kakucho y a Sanzu. Los invitó a pasar a su habitación pues quería seguir acostada en su cama. Cada uno tomó asiento en una de las esquinas.

—¿Qué quieren? —preguntó.

—Hay cosas que tenemos que decirte, sobre lo que pasó durante lo días que no estuviste —respondió Kakucho.

—Mierda, no había pensado en eso. Pero déjame adivinar. El rey se dio cuenta que ya no me necesitaba y ya no soy parte de Bonten.

—No, de hecho él estuvo de acuerdo con tu búsqueda —respondió Sanzu.

—No me la creo —rio Joanne.

—Es verdad —reafirmó Sanzu.

—A medias —intervino Kakucho—, porque si resultaba que el secuestro era tú culpa por estar metida en asuntos que no debías no iba a permitir tu rescate.

—Como era de esperarse de ese tipo. Ni intentes defenderlo Sanzu —dijo antes de que Sanzu siquiera pudiera abrir la boca—, sabes que es verdad. Bueno, si no es eso, ¿qué es lo que pasó?

—Yo fui a ver a Violet en tu nombre y me dijo que en cuanto pudieras visitarla lo hicieras porque tiene una noticia muy importante que contarte.

—No le dijiste que estaba secuestrada ¿verdad?

—Claro que no. A todos los que preguntaban les decíamos que estabas en un viaje de negocios y que tu teléfono se descompuso.

—Lani está muy molesta por cierto.

—Ya dilo, no le des más vueltas.

—Olvidé decirle acerca del viaje de negocios por varios días por lo que pensó que algo malo pudo haberte pasado y cuando me llamó para preguntarme si sabía algo ya había pasado una semana pero aún así le dije la misma mentira.

—¿Se la creyó?

—Sí, después de muchas explicaciones, pero está molesta porque no le avisaste sobre el viaje y la dejaste preocupada. Además que todavía tenían que resolver juntas asuntos sobre la boda y la dejaste sola. Debes contactarte con ella. En la mañana me marcó para preguntarme si alcanzarías a llegar a la boda y cuando le dije que no estaba seguro me habló de mil maneras en las que te mataría si no asistías.

—Debiste decirle que sí iría —colocó la palma de su mano en su frente—. En fin. Le llamaré para explicarle, pedirle perdón y decirle que sí iré a su boda. Con suerte no me habrá desinvitado aún.

—Joe, la boda es pasado mañana. Aún no estarás en buenas condiciones para ese día —observó Kakucho.

—Kakucho. Es la boda de mi mejor amiga. Asistiré aunque me esté muriendo, no me importa.

—La gente se preocupará si ve tus golpes.

—Los ocultaré con maquillaje, no hay problema y si se siguen notando ya me inventaré algo.

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