𝔎𝔞𝔥𝔬𝔯𝔞

402 37 15
                                    

Joanne se entretuvo observando una de las decoraciones. Se trataba de una estatua de piedra blanca con la forma de un león guardián que tenía un poco de musgo en lo que sería la cabeza del león. Había dos de ellas colocadas en la entrada, fuera del restaurante donde Bonten se reuniría con la mafia a la que la pelinegra le declaró la guerra desde que se enteró que fueron los culpables de las muertes que tanto le dolían. El deseo de venganza por la muerte de su familia siempre estuvo presente desde aquel día, pero ahora que tenía una pista tan precisa había aumentado en gran medida.

Sabía que dentro del restaurante se encontraba el líder de Kahora y varios miembros importantes de la misma. Fuera del restaurante también había varios de sus subordinados pues el arete simbólico de la mafia los identificaba como tales. Quería entrar y conversar con ellos para confirmar la información de Yezzan, pero sabía que no sería tan sencillo. Además que no podría entrar hasta que Manjiro llegara.

—Llegas temprano —habló Kakucho detrás suyo sorprendiéndola. No lo había visto llegar por estar tan ensimismada mirando al león de piedra.

—Ya sabes que adoro la puntualidad —bromeó girándose para mirarlo—. Fue tu culpa que me quedara traumada por llegar tarde a las reuniones de mafiosos.

—Tan traumada quedaste que después de un tiempo dejaste de asistir —sonrió al ver la cara de su novia. Pasaba los ojos de sus labios a sus pupilas sin decidirse en donde parar.

—Bueno, la verdad es porque confundí la hora.

—¿Tú equivocándote en algo? —se extrañó Kakucho—. No te creo.

—Da igual. Lo importante es que ya llegaste a hacerme compañía —sonrió contenta. Como un niño al que le compraran una mascota.

Kakucho acercó su rostro a la cara de Joanne con la única intención de besarla al haber decidido donde quería posar su vista. Sin embargo, no se esperó que la chica se retiraría antes de siquiera poder rozar sus bocas.

No quería besarlo en ese sitio. Estaban rodeados de gente peligrosa, personas que podían ver a Kakucho como su debilidad y usarlo en su contra si era necesario. Aunque se tratara de Kakucho, un hombre que sabía defenderse, no quería arriesgarse, pues ya conocía el mundo del mafioso después de años dentro de él.

—¿Faltará mucho para que el enano llegue? —preguntó Joanne tratando de disimular el beso fallido—. El sol está muy intenso hoy y ya quiero entrar a refrescarme.

—Si Sanzu es quien conduce, no deben tardar en llegar —miró su reloj.

—¿Sanzu también vendrá? Creí que no más seríamos nosotros tres.

—Sanzu es la pulga de Mikey. Nunca se separa de él y lo sabes. Además que es el número dos de Bonten, no puede faltar a esta reunión.

—Cierto, no lo había pensado.

Por petición de Joanne, ambos se dirigieron a la zona donde el sol no pegaba tanto en comparación a donde estaban antes. Debajo del tejaban del restaurante, el sol no podía darles del pecho hacia arriba por lo que su rostro no estaba expuesto a los rayos solares. Era suficiente para ambos.

Los subordinados de Kahora, que la mayoría vestía con camisas blancas y chalecos negros, de vez en cuando los miraban analizándolos a detalle para asegurarse que no le presentaran problemas a su líder. Y los miembros de Bonten hacían lo mismo pero con los miembros de Kahora.

A lo lejos, Joanne pudo observar la silueta de dos hombres, uno más pequeño que el otro, caminar hacia el restaurante. Era más que obvio de quienes se trataban.

En cuanto se acercaron, los subordinados de Bonten hicieron una reverencia como forma de respeto a Manjiro, el líder. Entró al restaurante y detrás de él entró Sanzu seguido de Kakucho, Joanne y dos de sus subordinados más fieles.

Back to Black I BontenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora