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Abrí la puerta solo para encontrarme con el rostro de _______ frente a mi casa. Sonreí por ello y me hice un lado para dejarla pasar, ella entró a pasos lentos, como si fuera la primera vez que entrara.
Desde que salimos aquel día nuestra relación ha Estado mejor, nos hemos vuelto más cercanas; aunque no hemos tenido algún otro tipo de intimidad desde lo que sucedió en aquel salón.
—Lo siento, no puedo salír hoy. —cerré la puerta de la casa y caminé detrás de ella— Debo terminar varios ejercicios de física.
—Oh, no hay problema. —ella sonrió, girando a verme— Puedo quedarme aquí contigo, ¿O quizá te molesta?
—¡Claro que no! —la contradije y ella sonrió— Puedes quedarse si eso quieres.
—Ya veo, gracias.
— — —
Esta chica...
Me removí en mi lugar, soltando un suave suspiro cuando sus dedos rozaron contra mi intimidad, aún cubierta por mis bragas, debido a mis movimientos. Llevé una de mis manos hacia aquella zona para intentar quitar su mano de aquel lugar y poder concentrarme pero antes de que pudiera llegar a quitar su mano ella se apresuró e hizo presión en mi clítoris, robándome un fuerte gemido.
—Ah.. No hagas... Eso.. —balbuceé, apoyando uno de mis brazos en la mesita frente a mí.
—¿Mhm? Yo no estoy haciendo nada. —comentó con ese tono jocoso que tiene su voz— Eres tú quien se mueve.
—Debo terminar esto...
—Adelante, no te lo estoy impidiendo.. —dejó un casto beso en mi nuca y trazó un camino hasta llegar a mi cuello donde dejó una suave mordida, sacandome otro suspiro.
Mis trazos en la libreta eran temblorosos y desordenados debido a las emociones que comenzaban a abrumar en mí, siendo la lujuria la que ganaba. Ella movía su mano en mi centro con agilidad, sabiendo perfectamente que lugares tocar para sacar aquellos sonidos de mis labios.
Apoyé mi frente en la mesita y ejercí un poco de fuerza en el lápiz en mi mano, intentando silenciarme un poco.
—Senju... —me nombró. Levanté un poco la csbeza y la miré de soslayo.
Ella sonrió y se acercó a mí para dejar besos en mis labios, silenciando mis gemidos y suspiros en los besos. Dejé el lápiz a un lado y me di la vuelta, apoyando mi espalda contra la mesita; mis brazos fueron a parar en su cuello para acercarla más a mí y mis caderas se movieron contra su mano con efusividad, buscando más contacto entre nosotras.
Sus labios ahogaron un chillido cuando uno de sus dedos entró en mí y me aferré ella con fuerza, cerrando los ojos e inclinando mi cabeza hacia atrás; inevitablemente, los suspiros y gemidos salieron de mis labios, casi al compás de las estocadas que _______ daba en mi interior con su dedo.
Ella movía su dedo en mi intimidad y al poco tiempo introdujo otro, siendo sus dedos índice y medio los que me embestían con fuerza y rapidez. Cerré mis ojos y me apoyé en la mesita detrás mío antes de acercar nuevamente mi rostro al suyo para unir nuestros labios en otro fervoroso beso.
Después de varios segundos su dedo tocó un punto en mi intimidad lo que me hizo abrir los ojos de golpe y soltar un fuerte grito que se mezcló con un gemido. La ví observarse y sonreír con entusiasmo antes de pasar su lengua por sus labios y morder suavemente el inferior.
—Biengo~ —celebró, sacando y volviendo a introducir sus dedos. Estos golpearon el mismo lugar y me aferré a sus hombros con fuerza, soltando otro fuerte gemido— Lo encontré.
Sus embestidas fueron precisas desde ese momento, solo golpeando aquel punto dulce que me hacia gemir y gritar sin control alguno. Varias lágrimas se formaron a los costado de mis ojos y me aferré a su camisa con fuerza mientras ella seguía con las embestidas en aquel delicioso punto.
Y así, solo fue cuestión de tiempo que mi ansiado orgasmo llegara, empapando su mano de mis fluido.
Jadeé cuando sentí que dejó otra embestida antes de sacar sus dedos de mi interior.
—Ah... —soltó, tomando un par de paños que había en la mesita para pasar estos por mi intimidad— Lo siento, creo que me dejé llevar otra vez..
—Está... Bien... —susurré, aún agitada por todo lo que había sucedido.
Ella me observó por un tiempo antes de sonreírme y terminar de limpiar mi feminidad y su mano. Luego me miró nuevamente y ambas guardamos silencio.
—¿No deberías estar haciendo esa actividad? —cuestionó con cierta burla.
—¿De quién es la culpa de que me haya detenido?
—Mh. —solté un chillido cuando dejó un golpe en mi intimidad con la palma de su mano— Menos habla y más hacer.
La miré mal antes de inclinar mi cabeza y soltar un suspiro para calmar mi respiración.
Aún no tenía claro cual era nuestra relación pero me gustaba, porque sentía... Que yo era especial para ella...
