Me dolía la espalda de estar mal sentada, y mis pies tenían ganas de moverse. Pero ahí me encontraba yo, intentando resolver un problema de cálculo el cual no entendía.
Levanté mi mano en señal de ayuda, en cuanto mi profesora lo notó, se acerco a mí.
-¿Que pasa, Olivia? -me preguntó dulcemente.
Adoraba a mi profesora. Era dulce, prácticamente no reñía o castigaba, y solía ayudarnos con todo.
-No entiendo el problema de cálculo.
Me miró durante unos segundos, antes de ajustarse las gafas pensativa para acercarse unos pocos centímetros más a mi pupitre.
-A ver.., es simple, solo tienes que...
La puerta sonó interrumpiendo por completo la explicación que necesitaba en estos instantes.
La profesora me dedicó una mirada de disculpa y se dirigió a la puerta. Me revolví en mi lugar y solté un suspiro frustrada. No sabía con qué entretenerme, y me dolía la cabeza de pensar.-Hey, Olivia. -susurraron a mis espaldas.
Me giré para dirigirme a la persona de la cual provenía esa voz. Era de un chico que había llegado hace unas semanas. No recuerdo bien su nombre, solo se que en el poco tiempo que lleva aquí se ha ganado su plaza entre los populares de la escuela, la cual no he podido ganarme yo en los años que llevo aquí.
-¿Que quieres? -pregunté, intentando no sonar muy borde.
-Te puedo explicar yo el problema, si quieres.
Me sonrió de lado, mientras yo negaba con la cabeza repetidas veces.
-No hace falta, enseguida volverá la profesora.
Le dediqué una mueca de agradecimiento y me giré para seguir golpeando mi cabeza con la parte trasera del lápiz.
Los minutos pasaban y la profesora seguía sin venir. Rendida, suspiré y me paré en mi lugar. Una vez de pie, miré a mi alrededor y seguidamente comencé a andar en dirección a la salida del aula. No iba a aceptar mi derrota, esto se había convertido en un duelo para mí. Me molestaba aceptar que necesitaba ayuda, y eso frustra cuando tu objetivo es hacerlo todo tú sola. Pero a veces uno no puede con todo, y que te echen una mano de vez en cuanto no está mal, supongo. Justo cuando iba a salir, alguien sujetó mi brazo, deteniéndome.
-Olivia, ¿a donde vas? -susurró una voz masculina.
Y otra vez, era el chico de antes. El mismo con el cual había entablado una pequeña conversación hace unos minutos.
-A buscar a la profesora, ya regreso.
-¿Por qué no quieres que te explique yo el problema? Es simple, y no me costaría nada hacerlo.
Me soltó el brazo y me miró confuso.
-No lo sé, la verdad.
Me encogí de hombros y vi como al fondo del salón unas niñas cuchicheaban a escondidas y se reían por lo bajo.
-Vale, olvídalo.
Se dio la vuelta y volvió a sentarse en su lugar. Salí por la puerta a buscar a la profesora. Recorrí los pasillos en busca de ella, pero no la encontraba. No hasta que una voz a mis espaldas me hizo reaccionar.
-Olivia, no puedes estar aquí.
Me giré al oír esa voz y me encontré con la persona la cual andaba buscando ya hace un rato.
-Lo siento, la estaba buscando.
Me sujetó por los hombros, y pasó su brazo alrededor de los míos, de pronto comenzamos a caminar.
-Si, lo sé. Kit me lo ha dicho.
Kit. Ese era su nombre.
-Dijo que no querías que él te explicara el ejercicio, ¿es eso cierto Olivia? -Me froté los ojos con las muñecas y asentí desviando la mirada.- ¿Por qué?
No supe que responder, así que simplemente tuve el valor para encogerme de hombros.
-No lo sé.
La profesora asintió no muy convencida.
-Recuerda que si tienes algún problema me lo puedes contar. No hay que olvidarse de que Kit también los puede tener. Hace poco que llegó.., tiene pocos amigos, y una forma de socializar para él podría haber sido esa. No esquives sus intentos, pero si de verdad pasa algo, avísame.
-¿Pocos amigos? ¡Es de los más populares aquí! ¡Yo llevo años intentando ser algo, algo para alguien, el solo lleva semanas aquí y lo acogen como si fuera uno más! No me parece mal, al contrario, pero es que siento que yo también merezco algo, y me esfuerzo más por conseguirlo que él.
-Olivia, eso es egoísta. Entiendo que te sientas inferior a los demás, pero no te hundas en tus propias mentiras. Seguramente Kit se pudo llegar a sentir así en su anterior escuela, por algo lo cambiaron, ¿no crees, Olivia?
Odiaba que tuviera la razón, pero tampoco quería dársela. Rendida, sin más ganas de discutir, llegamos a clase, y dejé toda esta conversación a un lado, tratando de relajarme por unos segundos. Al fin y al cabo, el ejercicio seguía por hacer.
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Por fin, la hora del almuerzo.
Me levanté de mi silla, poniendo mi mochila sobre el pupitre para sacar mi almuerzo. Salí de clase con la mirada perdida en el suelo. No fue hasta que alguien me empujó, provocando que chocara contra uno de los casilleros. Levanté mi vista para encontrarme con André. A su lado se encontraba Kit, con la mirada sobre sus pies.
-Ey, déjala, vámonos. -dijo Kit por lo bajo.
Lo sujetó por los hombros y comenzaron a caminar. André no dejaba de reír, y Kit me miró desde lejos y susurró "lo siento".
Rodé los ojos restándole importancia, y salí al patio trasero de la escuela.
Busqué a mi profesora con la mirada, y la vi sentada junto a un muro de piedra. Me acerqué dispuesta a contarle mi problema, cuando alguien me detuvo.-Olivia. -oí una voz.
Me giré para encontrarme con Kit.
-¿Que pasa?
-No le digas a la profesora nada de André, por favor.
-¿Por qué? Es un idiota.
Bajó la mirada, recapacitando.
-Conseguiré que se disculpe, si quieres. No hagas caso a sus tonterías, pero no hagas que lo castiguen, por favor.
Abrí los ojos intentando creer lo que él decía.
-Dios, que egoísta por tu parte. -cerré los ojos, pensando en una respuesta- Pero.., está bien, no diré nada.
-Gracias.
No respondí, simplemente seguí andando en dirección al aula, para volver a almorzar sola un día más.
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Casualidad / Kit Connor
RandomA veces las coincidencias no surgen por casualidad, algunas veces son más que eso.., ¿o no? Olivia, celosa por un chico el cual acaba de llegar a la escuela, se da cuenta de que lo que siente no son celos, son más que eso. Son fusiones de emociones...