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Mi celular llevaba sonando desde hace ya diez minutos, yo era incapaz de desplazar mi dedo y apagar la alarma que no me dejaba dormir. Pasé ambas manos por mi rostro y seguidamente por mi cabello, inclinándome hacia un lado para apagar aquel ruido molesto. 

Sentí mis ojos cerrarse, estuve así por un tiempo, hasta que la puerta se abrió, dejándome ver a mi madre, la cual entraba con prisa y exasperación. Se acercó rápidamente a la ventana y movió las cortinas hacia los lados, dejándome ver el sol sobre mis ojos. Me tapé con la sábana intentando huir de aquella incomodidad y volver a dormir, pero aquello no funcionó ya que mi madre me la quitó de un tirón.

-¡Mamá! -me quejé.

-Baja, ahora. -me dijo señalando su reloj de pulsera- ¡Son las dos de la tarde! -le resté importancia acomodándome en mi lugar. -A demás, tienes visita.

Aquello me importó más, lo cual hizo que la mirara (sin mucho interés todavía) y ella señaló la puerta de mi habitación. Contemplé la imagen de Olivia ante mis ojos. Se veía muy linda así, sonrojada y con un vestido blanco lleno de margaritas como adorno. Ella jugaba con sus dedos mientras me sonreía con vergüenza. Mi madre no sabía de nuestra relación, era extraño, ya que lo sabía todo el mundo, pero nunca encontraba el momento adecuado para decírselo, aunque ella siempre insistía en que a mí me gustaba Olivia.

-¿Nos dejas solos? -le pregunté a mi mamá, suplicándole con la mirada. Ella asintió dejando un beso sobre mi frente- Gracias. -le agradecí.

Una vez salió, (sin cerrar la puerta ya que Olivia seguía fuera) le hice un gesto con mi mano derecha a Liv para que se sentara a mi lado. Caminó hasta llegar a mi lado y depositó un beso en mi mejilla.

-Luego te daré otro, cuando te laves los dientes. -me susurró. Sus mejillas se enrojecieron más.

-Vale, está bien. 

Me levanté y me dirigí al baño con ella a mi espalda. Me apoyé sobre el lavabo y cogí mi cepillo. 
Una vez terminé de lavarme los dientes, la miré sonriente y ella me rodeó el cuello con los brazos. Con mis manos sujeté su cintura. Ella echó una ojeada rápida y luego me sonrió.

Cuando nuestros labios se juntaron me sentí como en el cielo. Me gustaba esa sensación. Me gustaba Olivia. Y no podía evitarlo.

-Te quiero. -dije una vez nos separamos. Nos encontrábamos a centímetros de distancia.

Entreabrió sus labios para hablar, pero solo soltó un leve bufido. 

-No hace falta que me respondas, Liv. Hazlo cuando estés preparada.

No quería presionarla. Aquello me dolía, pero no quería que ella lo notara. ¿Para qué sufrir los dos si podía sufrir solo?

-Lo siento. -masculló con los ojos aguados.

No respondí, pero acaricié su mejilla. Ella escondió su cabeza en mi pecho.

-Es que siento que esa frase tiene un gran significado, y no siento que pueda usarla aún.

No podía usarla, no me quería. Pero lo entendía a la perfección, esperaría su respuesta, todo lo que hiciera falta.

-Te entiendo, Liv. No te preocupes.

Me separé de ella para salir del baño e ir a buscar una ropa de recambio para mí. Se quedó mirándome con tristeza.

Yo entendía que ella no estuviera preparada para quererme del todo, pero ella debía entender que aquello me costaría asimilarlo. No la haría a un lado, lucharía por ella, pero lo haría a mi ritmo.

-Perdóname, de verdad. -repitió.

La miré desde la distancia y ella se acercó a mí tímidamente.

-Liv, que da igual. Te entiendo y lo respeto. Y lo hago porque te quiero.

Casualidad / Kit ConnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora