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Narra Kit.

-¿Te pasa algo? -dije, abrazando a Liv por la espalda y dejando leves besos sobre su cuello.

Ella no respondió, simplemente se encogió de hombros y suspiró.

-No... -arrastró aquella palabra.

Sentí sus manos rozar mi pierna, y seguidamente acariciaron esta.

-Liv, sabes que me puedes contar lo que sea. -musité poniendo mi mano sobre la suya.

Asintió y se separó de mí para sentarse sobre mi cama. Me hizo un hueco para que me sentara a su lado y yo acepté su acto. No fue hasta que vi su respiración cambiar de ritmo, ella estaba nerviosa.

-¿Quieres hablar? -dije, poniendo mi mano sobre su pierna. Ella asintió poco convencida- ¿Es de lo que yo creo que es? -sentí un escalofrío recorrer mis venas. Ella se encogió de hombros y apoyó su cabeza sobre mi hombro.

-He estado dándole vueltas al asunto... -inquirió después de un largo silencio- Y creo que deberíamos cortar. -soltó sin que su rostro cambiara. Estaba seria, sus palabras eran firmes, ella hablaba en serio.

Solté su pierna para sentir mi nariz arder, y supe que no aguantaría mucho sin romper a llorar.

-¿Por qué? -dije con la voz temblorosa.

Durante unos segundos no habló, no quiso hacerlo, pero luego sujetó mi mandíbula, haciendo que la mirara.

-Kit, no estoy haciéndote bien. Soy el error de todo esto. -dijo sonriéndome.

Alejé su mano de mi cara haciendo que ella dejara de sonreír.

-¿Que dices? -dije. Este tema me sacaba de mis casillas, pero no era capaz de enfadarme con ella- No digas tonterías.

Ella negó e hizo un ademán de sujetar mi mano, pero se lo impedí.

-Kit, mírame. -masculló tocando mi hombro- Mírame, por favor. 

La miré y sentí mis ojos aguarse. No retendría mis lágrimas mucho más tiempo.

-¿Por qué crees que eres el problema? -le pregunté- ¿Por qué buscas problemas cuando no los hay?

Pero, para que negarlo. Si había problemas. Ambos sufríamos, y como nos negábamos a aceptarlo, no buscábamos una solución razonable.

-Kit, estás sufriendo. -me dijo con firmeza.

-¡No estoy sufriendo! -le grité sin pensarlo- ¡No sufro, Olivia! ¡Me siento la persona más feliz del mundo a tu lado! -seguí gritando, esta vez con las lágrimas rondando por mis mejillas.

Ella sonrió sujetando mi mano. Intenté soltarme pero ella la apretó más, transmitiéndome confianza.

-Pero yo no, Kit. -musitó- Yo no me siento bien.

Y esa fue la gota que colmó el baso. Rompí a llorar, sin importarme que había a mi alrededor. Todo mi esfuerzo no había servido de nada, ella no era feliz. Y dado que yo no era un egoísta, decidí que si realmente la quería, debía dejar que ella fuera feliz, aunque no fuera conmigo. Yo la esperaría todo lo que hiciera falta, pero necesitaba que ella supiera aquello para que su corazón no me superara del todo. No era por hacerla sufrir, era por no romperme del todo a mí.

-Perdóname. -me disculpé. Porque aunque pareciera que no tenía motivos, si los tenía.

-Lo siento, perdóname tú, Kitty. -su apodo me partió el corazón. 

Mi vista comenzó a nublarse por mis lágrimas.

-Kit, escúchame. No eres tú el que me hace infeliz, al contrario, se podría decir que empiezo a quererte de verdad, pero la forma en la que lo consigo no es buena. Soy yo el problema. -musitó. Hice un ademán de hablar pero ella me interrumpió- Fingí no quererte para ver que harías por mí, que harías para conseguir que yo te amara, para ver si tu me querías de verdad. Y fui una egoísta, una completa egoísta. Te hice sufrir para ganarme mi felicidad, y eso no es ser una buena novia. Era tóxico, Kit. Entiéndeme.

Casualidad / Kit ConnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora