Natalie esperó ansiosa la señal de su padre. Sostenía el rifle con firmeza a pesar de que sus manos se encontraban sudorosas.
Antes de que los primeros rayos de luz inundaran el bosque, ellos ya habían empezado la cacería habitual de todas las mañanas. Natalie llevaba puesto ropa holgada que usaba solo para la caza, la cual consistía en una camisa grande y grisácea que la hacía ver menos delgada de lo que era, junto con un pantalón marrón y sus botas negras preferidas. Además, su pelo corto y claro (casi rubio) caía sobre sus hombros y algunos mechones se le pegaban a la cara por el sudor que caía de su frente.
Estaba sudorosa. Demasiado.
—¿Puedo disparar ya? Lo tengo en la mira, no voy a fallar —murmuró. Ambos observaban a un ciervo de cola blanca que se encontraba tras los matorrales. Lo habían tomado desprevenido y para ella ese era el momento indicado para realizar su ataque. Pero debía esperar las órdenes de su padre, quien ella consideraba su instructor de cacería.
—No. Recuerda ser paciente, Naty —le respondió en voz baja y le sostuvo el brazo para mantenerlo firme. Natalie observó los vellos abundantes de su padre y se percató de que esos pelitos estaban erizados, además estaba temblando.
—¿Tienes miedo? —esbozó una sonrisa burlona.
—Sé que eres lo suficiente mayor para esto y que llevo entrenándote desde que tenías seis años, pero temo que algún día falles y te hagas daño, eso me pone muy... —su padre no terminó la frase y se quedó pensativo por un momento. Su madre le comentaba mucho acerca del comportamiento de él, durante su servicio militar atravesó por situaciones difíciles relacionadas a la gran guerra de Sillury. Al parecer ocurrió algo que lo dejó traumado de por vida, y luego de recuperarse de sus arranques de ira, volvió a ser normal, solo que mucho más inseguro...
—Entiendo ¿entonces quieres disparar tú?
—¿Te molestaría si lo hago? Sé que sabes como hacerlo, pero...
—Cállate y hazlo, papá —ella se rio y le entregó el rifle.
Natalie se sintió aliviada luego de haber soltado el arma. Por fuera aparentaba ser capaz y para nada temerosa, pero por dentro se moría de miedo. Esa era ella, una chica que no seguía sus verdaderos sentimientos, una chica que siempre aparentaba ser ruda aunque realmente no lo era.
Su padre agarró el arma como debía ser, cerró uno de sus ojos dejando el otro concentrado en la mira. Tragó saliva.
Ella se mantuvo tras él, su espalda le obstaculizaba la visión por lo que se asomó y suspiró aliviada luego de ver que el ciervo seguía allí, comiendo hierbas y sin percatarse del peligro inminente.
—Hija, escucha. Lo fundamental es la paciencia. Sé que te lo he dicho muchas veces, pero lo mejor es sostener el arma con firmeza, evitar el temblor en las manos y aguantar el disparo ¿Vale? ¿Lo comprendes? —le aconsejó. Natalie giró los ojos fastidiada, ya sabía que su padre tardaría en disparar.
—Hazlo de una vez, aún no hemos desayunado, y ya me ruge el estomago como si fuera un pinche león. Y mamá y Lucas nos deben estar esperando en casa. Quizás ya despertaron —insistió ella. Lo soltó y se cruzó de brazos —. Además, yo...
El disparo la interrumpió. Su padre disparó y el rifle se retorció en sus manos, Natalie gritó asustada porque aquello la tomó desprevenida.
—¡Oye! —exclamó enojada. Su padre también se había asombrado.
—Se me escapó, apreté el gatillo sin querer —se excusó él conteniendo una sonrisa maliciosa, pero ella sabía que lo había hecho a propósito para asustarla.
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Falla en el laboratorio [Saga descontrol #1]
Science FictionCuando la tercera guerra mundial estalló, el daño fue descomunal y casi irreparable. Cinco años han pasado luego de ese terrible suceso, pero aunque todo haya vuelto a la "calma", el odio entre las naciones aun sigue incrementando y solo es cuestión...