Tras asomarse por la ventana desde el segundo piso del laboratorio, Justin Lourt, el hombre más importante dentro de la instalación, pudo observar como por lo menos seis o siete autos negros y blindados se estacionaban afuera. Él sabía de quién se trataba y por lo tanto no dudó en correr hacia las escaleras, atravesó el largo pasillo haciendo que sus pasos resonaran en todo el lugar formando eco. En esos momentos, era el único que se encontraba en el segundo piso, el resto de trabajadores que no tenían nada que ver con el experimento, tenían prohibido ir al laboratorio ese día porque la visita del hombre que estaba afuera ya era prevista y por lo tanto, secreta.
Bajó por las escaleras de emergencia rápidamente, ya se sentía cansado, se le notaba la falta de ejercicio. Además, el lugar era estrecho y también sofocante.
Cuando llegó a la recepción del primer piso se percató de que el señor Robert Williams y sus guardias ya estaban adentro.
—Jefe, este hombre necesita hablar con usted —le informó el guardia al otro lado del mostrador, parecía nervioso y eso a Justin no le sorprendía. Cualquiera se sentiría intimidado con la mera presencia de Robert, quién sin duda alguna era un hombre fuerte, no solo por su físico enorme sino también por su carácter y personalidad.
Robert iba vestido de su traje formal y su panza era lo que más sobresalía y llamaba la atención. Justin pensó que quizás Robert necesitaba hacer más ejercicio que él.
—Señor Robert. Es un placer verlo de nuevo —Justin se acercó rápidamente con la mano extendida. Y ambos hombres estrecharon la mano, incómodos por el simple tacto —. ¿A qué se debe su visita?
El hombre amplió una sonrisa de oreja a oreja dejando a la vista su diente de oro. Luego, miró de reojo al guardia robusto que permanecía en el mostrador de la recepción.
Aunque Bob, el guardia que estaba allí, tuviera la vista pegada a la computadora, era obvio que estaba atento a todo lo que decían.
—Pues es una pregunta muy tonta ¿No lo crees? La razón por la que estoy aquí es muy obvia, pero como ya lo sabe, hablar de eso al frente de todos no es muy convencional —le respondió con su voz ronca y grave. Justin espabiló, dándose cuenta de lo estúpido que sonaron esas palabras al salir de su boca, se sintió como un tonto. De hecho, siempre se había sentido así, y esa estupidez siempre lo llevaba a pensar que era inferior a todos, que era inferior a Robert.
—Tiene razón, fue un error de mi parte. Mejor vayamos al grano.
Robert Williams pidió a algunos de sus hombres que permanecieran allí vigilando el perímetro, y al resto les ordenó que lo siguieran. Todos sus hombres llevaba rifles e iban vestidos de trajes negros acompañados de un tipo de casco que cubría el rostro de todos. Aunque Justin no podía ver sus rostros, sabía que se trataba de hombres cuyos cuerpos estaban en forma, y estaban preparados para atacar si su amo lo ordenaba.
Eran unos sabuesos rabiosos.
Justin los llevó hacia el elevador del segundo piso, aunque no fue necesario porque Robert sabía el camino hacia la zona MABS ya que esa no era su primera ni segunda vez allí, sino que era la decimoquinta vez que hacía presencia en el laboratorio. Sus hombres lo escoltaron y entraron en el ascensor, Justin también se adentró por obligación. Allí adentro, insertó una clave en el pequeño aparato ubicado a su costado y cuando las puertas del enorme ascensor se cerraron, Justin se sintió más tenso, y mucho más nervioso de lo que estaba.
Escuchó las respiraciones de todos y de reojo observó el rostro de Robert; poseía una cabeza grande, llena de granos y su ceño siempre fruncido —incluso en medio de sus cejas ya se formaban arrugas— pero lo que más le llamó la atención a Justin es que Robert olía a alcohol y no parecía que se hubiese tomado solo una copa.
—Estoy de revisión, pero no solo eso, tengo una tarea importante por hacer —le explicó a Justin con cierto tono de superioridad en su voz.
—¿Puedo saber de qué se trata?
—No —respondió firmemente ante la pregunta de Justin y se puso a la defensiva —. No olvides tu posición. Puedes ser de alto mando en este lugar, todos aquí te llaman jefe y puedes sentirte superior por eso. Pero cuando llego yo no eres más que una cucaracha y yo soy el que tiene la chancla. En cualquier momento puedo aplastarte.
Justin se tragó sus palabras. Sintió la rabia recorrer su cuerpo pero se contuvo. Si le replicaba a Robert o si tan siquiera le respondía de forma "inadecuada" sus hombres no dudarían en golpearlo o incluso hasta matarlo. Y si Justin muere, no sería un gran problema, sería fácil para los superiores reemplazarlo y lo peor de todo es que su vida estaba en las manos de Robert. La cucaracha y el de la chancla ¿Acaso podría ser peor? ¿Acaso una cucaracha podría acabar con ese hombre antes de ser aplastada? Pues no, nadie podía enfrentar al señor Robert Williams y mucho menos él...
—Ya hemos llegado —informó Justin justo cuando el ascensor de carga se detuvo.
La puerta de acero se abrió lenta y silenciosamente. Al otro lado se encontraba una habitación de tamaño reducido, con paredes grises y sin ninguna ventana hacia el exterior, la única iluminación disponible dependía de una pequeña lámpara que parpadeaba y producía un sonido inquietante, como si en algún momento fuese a ocurrir un corto circuito por lo desgastada que estaba. En la habitación no había ningún mueble salvo por una mesa de metal en donde reposaban cajas de guantes, tapabocas e incluso jeringas usadas que debían ser desechadas, pero nadie se tomaba la molestia de hacerlo.
—Necesito que todos mis hombres se pongan los trajes —Robert señaló hacia la pared, en donde colgaban trajes de protección encapsulados, todos de color blanco y elaborados de un material hermético que resultaba muy resistente.
—¿Todos? —preguntó Justin sorprendido. Eran muchos hombres los que entrarían al laboratorio ¿Eso estaba permitido? Claro que no, pero no podía replicarle.
Uno por uno se adentraron en la habitación y cuando no quedó nadie en el interior del ascensor, este se cerró y descendió nuevamente, porque de esa forma estaba programado.
Cada uno tomó su traje, a Robert le tocó un traje de talla grande para que toda su grasa corporal encajara. Los trajes eran de una sola pieza y cubrían de los pies hasta la cabeza aislando al individuo de las posibles sustancias tóxicas.
Sin embargo, aquel ascensor de carga no solo llevaba a esa habitación casi insignificante. Sino que tras la pared vacía frente a ellos se escondía una puerta sumamente reforzada, la cual era la entrada a lo que denominaban zona MABS.
Los hombres de Robert empujaron la pared hacia la derecha y ejercieron toda la fuerza que sus cuerpos musculosos les pudieron proporcionar. Aquella estructura de cemento pesado fue moviéndose poco a poco y a la vista quedó la puerta, reforzada con una cerradura enorme que sólo podría abrirse tras insertar una clave, huella digital, escaneo de ambos ojos y reconocimiento de voz.
—Si, es un proceso largo pero que es indispensable para la seguridad y aislamiento de lo que se esconde al otro lado... —comentó Justin pero a nadie parecía interesarle. Quiso acercarse para permitir el acceso, pero Robert se le adelantó y fue él quien insertó la clave, su huella digital y siguió ese proceso largo para poder abrir la puerta.
—No se permite el ingreso de armas, es demasiado peligroso. Así que muchachos, déjenlas aquí, igual no creo que algún imbécil necesite un disparo en la cabeza —ordenó Robert con brusquedad y todos sus hombres dejaron las armas en un rincón de la habitación.
Cuando al fin la pesada cerradura cedió, la puerta se abrió desde el interior. Enfrente fue visible la enorme sala, parecida al parqueadero de un edificio, solo que en esa no se encontraban autos, sino que habían criaturas retenidas allí. A las pequeñas las conservaban en vitrinas de vidrio elaboradas de un material sumamente resistente y a las de mayor tamaño las encerraron en habitaciones cuya puerta era de hierro. Algunas eran deformes, pero todas pertenecían al experimento que se estaba llevando a cabo en ese laboratorio secreto, en el que absolutamente nadie de Sillury ni de países extranjeros tenía conocimiento.
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Falla en el laboratorio [Saga descontrol #1]
Ciencia FicciónCuando la tercera guerra mundial estalló, el daño fue descomunal y casi irreparable. Cinco años han pasado luego de ese terrible suceso, pero aunque todo haya vuelto a la "calma", el odio entre las naciones aun sigue incrementando y solo es cuestión...