El cansancio se apoderaba del agente Rifftod, pero persistía. Eran aproximadamente las tres de la mañana, el sol no había salido y él no pudo conciliar el sueño ni siquiera por media hora. Había interrogado a los sobrevivientes del laboratorio, se aseguró de que la escuadra del sargento Jefferson estuviera apartada y bajo vigilancia, se comunicó con el jefe y le informó, luego llenó papeles, y aparte de eso tuvo mucho más trabajo por hacer. Ahora se encontraba en la sala de control de la base y luchaba por no quedarse dormido en media sala, ante los ojos de los trabajadores.
—Señor. Nos han llegado noticias sobre el pueblo Bernon. Sin duda llegaron ahí y destrozaron todo. Muchas personas, casi la mitad del pueblo, fueron víctimas del ataque y fallecieron —le informó su asistente, quien no se despegaba de su tableta.
Otro empleado, que se encontraba frente a uno de los ordenadores, se levantó y se giró hacia Rifftod y le dijo:
—Hemos cortado la comunicación. No tienen señal, ni internet. Ningún aparato funciona por lo que es seguro que nadie más de Sillury se enterará de la situación. Estamos supervisando sus teléfonos móviles y no hemos encontrado nada sospechoso.
Rifftod se sintió complacido ante lo que consideraba "buenas noticias". Sacó las manos de los bolsillos de su traje y se cruzó de brazos.
—Dispongan el campamento de emergencias. Envíen escuadras al pueblo, recorran el perímetro y si hay sobrevivientes los llevan al campamento. No habrá cadáveres por recoger, las criaturas estaban hambrientas y supongo que se los han tragado a todos, pero si ven rastros de sangre por favor deshágase de ellas y de los restos que queden por ahí. En cuanto capturemos a las criaturas, necesitaremos crear una coartada, coordinaremos un accidente en ese pueblo que no tenga nada ver con las criaturas —ordenó Rifftod, sus órdenes no eran muy claras. Notó las miradas estupefactas de algunos, pero realmente no le importaba.
Su principal orden era mantener aquel peligro en secreto. Su segunda orden más importante era capturarlas y mantenerlas con vida, y proseguir a llevarlas a otra instalación.
Alzó la mirada, frente a él había un sinnúmero de ordenadores con cerebritos manejándolos. Pero más allá se encontraba la enorme pantalla que marcaba el mapa de Sillury, especificando solo áreas como la base, el laboratorio y el pueblo Bernon. Se marcaban aproximadamente ochenta puntos rojos, los cuales eran las criaturas, a quienes mucho antes se les había instalado un rastreador; muchas de ellas iban juntas, avanzaron largos kilómetros hasta que se detuvieron en una zona en el bosque, algunas seguían sueltas en el pueblo Bernon. Por suerte, no salían del perímetro, algo les impedía irse más allá del pueblo. Y claro, eso era una ventaja.
Pero no era el momento de actuar... todavía no... debía esperar las órdenes de su Señor.
—¡Agente! ¡Tiene que ver esto de inmediato! —uno de los soldados entró en la sala con una expresión de horror en el rostro —. Han capturado a una de las criaturas. La tienen enjaulada.
—Llévenla al hangar uno. Allí las pondremos hasta nuevo aviso —contestó el agente y salió de la sala, caminó por el pasillo y se alejó del edificio. Sus hombres ya le habían preparado transporte y lo llevaron —conduciendo por la pradera— hasta uno de los hangares que habían modificado específicamente para ese asunto.
Al llegar vio que resguardaban la jaula adentro, miles de hombres se adentraron allí con sus armas preparadas. Cuando se bajó, recibió el saludo formal de todos los presentes pero él simplemente los ignoró.
—Manténgase alejado, es peligroso —le advirtió su asistente. Aquel hombre nunca se despegaba de Rifftod y eso lo ponía exhausto, pero lo dejaba a su lado porque le resultaba útil, bueno... en ocasiones. Era un cerebrito dispuesto a obedecer sus órdenes.
Se adentro en el hangar y las enormes puertas se cerraron tras él. El ruido del exterior se apagó. Allí adentro solo se escuchaban los ronquidos del animal.
—¿Solo pudieron atrapar a una? ¿Y el resto qué? —cuestionó con enfado. Muchos agacharon la cabeza.
—Muchos hombres han muerto, señor. No es cualquier clase de animal, son muy fuertes y ágiles... —se excusó uno de los soldados.
Rifftod se acercó a la jaula conformada de barrotes gruesos e impenetrables. La criatura no era de un tamaño sobresaliente, casi era como un perro mediano solo que por obvias razones, tenía deformidades. Los huesos de las costillas sobresalían considerablemente, como si en algún momento fueran a rasgar la piel babosa y salirse por completo.
—Trae al señor Marcus Ferriman. Necesito un análisis de su parte —le ordenó Rifftod a su asistente.
—Entiendo señor pero...
—¿Pero qué?
—Es un inepto. Un tonto, señor. Marcus Ferriman es un tonto.
—¡Tráelo de una puta vez! —le gritó Rifftod y su asistente se echó a correr saliendo del hangar.
Su grito despertó a la criatura y esta reaccionó violentamente, pero no lo miraba, quizás no podía ver.
Sus cuatro patas estaban amarradas con cadenas y eso le impedía moverse.
—Denle de comer —ordenó.
—¿Qué le damos? —preguntó un soldado.
—¿Recuerdan al hombre que está en la enfermería por una mordida? Está muerto, así que úsenlo como fuente de alimento. Raúl. Sí. Traigan al cuerpo de Raúl. Y si el sargento Jefferson se opone, ya saben qué hacer.
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Falla en el laboratorio [Saga descontrol #1]
Ciencia FicciónCuando la tercera guerra mundial estalló, el daño fue descomunal y casi irreparable. Cinco años han pasado luego de ese terrible suceso, pero aunque todo haya vuelto a la "calma", el odio entre las naciones aun sigue incrementando y solo es cuestión...