Marcus abrió la canilla y de inmediato sus manos se estremecieron al hacer contacto con el agua. Cuando cerró el grifo se dio cuenta de que sus manos se encontraban temblorosas, seguía ansioso. Su mente estaba tranquila, pero era como si su cuerpo instintivamente aún siguiera alerta.
Temía que una de esas criaturas apareciera de repente frente a sus ojos, y no pudiera defenderse.
—¿Y ahora qué se supone que debo hacer? Yo... yo soy un débil que no puede protegerse a sí mismo... ¿Y si esas cosas vuelven? No... ¡No! —se dijo así mismo, sin percatarse de que estaba incentivando el miedo en su interior.
Su mente era un revoltijo de pensamientos fugaces, pero desgarradores.
Sintió como su corazón se aceleraba. Comenzó a volverse paranoico. Experimentó el entumecimiento en sus extremidades y cayó al suelo. Todo a su alrededor giraba, se distorsionaba y parecía que el baño se achicaba. Las paredes se asimilaban a imanes que se atraían entre sí y disminuían el espacio cada vez que se acercaban. A Marcus le costaba respirar, y se golpeó el pecho varias veces. Trataba de tranquilizarse pero no podía... no podía.
—¿Y ahora qué pasa contigo? ¿Otra vez asustado?
Escuchó la voz de una mujer que hizo eco en el lugar. De inmediato el rostro de su madre invadió su mente. Recordó su mirada furiosa al enterarse de que Marcus tenía unos gustos diferentes, y que le... ¿Qué?
Alguien lo sujetó fuertemente de los hombros y lo sacudió y Marcus volvió a la realidad, como si acabara de despertarse de una pesadilla. Se fijó que una chica de cara pequeña, morena y con el pelo crespo atado en una moña alta se encontraba acuclillada frente a él.
—¿Alice? ¿Qué haces...? ¿Por qué estás en el baño de hombres? —fue lo primero que salió de su boca.
—Vale, tienes un ataque de pánico y lo único que te importa es que una mujer haya entrado al baño de hombres. Te escuché, estaba en el pasillo y te escuché, y mira, he sido buena y he venido a salvarte. Ahora me debes una.
Poco a poco, Marcus recobró el sentido. El baño se volvió normal, las paredes ya no se movían y el espacio no se reducía. Las sensaciones de su cuerpo habían aminorado, más no desaparecido.
—Pues, gracias. Supongo.
Los dos escucharon varias voces masculinas que a duras penas eran percibidas. Se miraron extrañados.
—¿Escuchas eso? ¿O el chocolate que me tomé me hizo daño? —bromeó Alice y se puso de pie. Marcus esperaba que le extendiera la mano y lo ayudara a levantarse. Pero ella solo se marchó. Y él se levantó por su cuenta.
Salió hacia el pasillo, tratando de mantenerse cuerdo y no caer de nuevo. Corrió tras Alice y cuando llegó a la recepción se dio cuenta de lo que estaba pasando.
¡Militares!
No sabía cuántos eran, y no quería contarlos. Pero allí en la recepción habían militares y todos ellos se habían percatado de la presencia inesperada de Alice y Marcus. Eran hombres altos y sin duda musculosos, con miradas desafiantes y expresiones serias.
—Han venido por el llamado de emergencia —les resumió Bob, que se encontraba tras el mostrador y parecía sumamente nervioso.
—Si, ya me di cuenta de eso —le contesto Alice girando los ojos —.Soy la investigadora Alice Merwin. Quizás se dieron cuenta de que las cosas no andan bien por aquí ¿eh?
Un hombre alto, moreno y calvo, sumamente musculoso y con una mirada que asustaría a cualquiera se acercó a ella y le estrechó la mano formalmente.
—Soy el sargento Jerome Wester. Ese guardia ya nos ha informado de la situación. He venido por el llamado de emergencia, de ahora en adelante me encargaré de esto y ustedes deben despejar el lugar ¿Cuántos más quedan con vida?
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Falla en el laboratorio [Saga descontrol #1]
Science-FictionCuando la tercera guerra mundial estalló, el daño fue descomunal y casi irreparable. Cinco años han pasado luego de ese terrible suceso, pero aunque todo haya vuelto a la "calma", el odio entre las naciones aun sigue incrementando y solo es cuestión...