sin freno

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Dani se enjabonaba el pelo y abrió sus ojos, dando un salto que le hizo resbalarse, pero se aguantó en la pared como pudo. Algo dentro de ella empezó a vibrar y bastante fuerte y salvaje. Abrió un poco sus piernas e intentó quitárselo, pero aquello vibraba demasiado y le estaba poniendo muy mojada. Aquel aparato no era fácil de sacar, estaba hecho para estar ahí durante mucho tiempo y una vez empezaba a funcionar, era prácticamente imposible extraerlo. Tenía shampoo en los ojos y decidió terminarse de duchar primero, aunque tendría que aguantar aquello. Pensó que se habría puesto en marcha por accidente, el mando estaba en su bolso con muchas otras cosas y el botón habría sido aplastado por éstas. La verdad es que no pensó mucho cuando se lo puso aquella tarde, nadie se iba a dar cuenta, le daba algo de morbo, pero al final no lo utilizó y por la comodidad de éste, se le olvidó por completo.

Mordía su labio, quitándose la espuma del cuerpo. A veces soltaba pequeños gemidos, casi inaudibles, aquel aparato era mágico. Salió rápido de la ducha y ni pudo secarse del todo, necesitaba apagar eso o se iba a derretir. Se enrrolló una toalla por el cuerpo y salió desesperada al cuarto. Gavi estaba tirado en la cama, con sus piernas cruzadas, mirando su móvil. Ella se acercó rápido, apretando su mandíbula y sin decir nada, a su bolso que se encontraba en la esquina del colchón. Nerviosa rebuscó sin encontrar nada, tiró todo el contenido y tampoco estaba allí.

- ¿Buscas algo?- ella miró de reojo a su amigo, él sonreía travieso, con sus ojos entrecerrados.

- ¿Gavi? Tú...- él, con la mano en su bolsillo controlándo, subió la intensidad y eso le hizo gritar.- ¡Ah! ¡Maldito! ¡Dáme eso!

Él rodó por el colchón antes de que ella lo atrapara y se levantó por el otro lado. Ella mordía su labio y ponía su mano en su barriga baja.

- Apágalo, Gavi, por favor.- hablaba entre suspiros.

- Qué pillina eres, Daniela, lo llevabas puesto todo el tiempo. ¿Por eso sudabas tanto en la discoteca?- él se metía con ella, riéndo.

- No lo utilicé, cabezón, ahora estáte quieto...- se subía a la cama para llegar hasta él.

- No quiero, es divertido verte así.- tampoco podía admitir en voz alta que le estaba encantando dándole placer, se veía tan sexy y linda...

- ¡Gavira!- gritó enfadada, él cambió la frecuencia.

No entendía muy bien los botones, pero ella sintió como las vibraciones ahora eran intermitentes y más lentas. Justo su punto débil para hacerle llegar al clímax. Respiraba entrecortada, no tenía fuerzas para mucho, sólo gateaba hasta él e intentó quitarle el mando varias veces fallando. Gavi levantó su brazo, estaba de pie y ella de rodillas en la cama, no llegaba hasta ahí. Él miraba su cara, estaba molesta, avergonzada, pero también pedía más, pedía terminar. Dani le agarró fuerte de su camisa y enterró su cara en su pecho. Poco tardó en empezar a temblar y estremecerse, aguantando sus gemidos, tal y como hacía en el sexo. Sus flujos salieron y se resbalaron por sus piernas un poco. Intentó recuperar su respiración normal.

- ¿Ya? ¿Eso fue todo?- él seguía burlándose con una sonrisa de oreja a oreja.

- Te odio. ¡Te odio!- ella aprovechó la postura para pegarle semejante puñetazo en el estómago que lo dejó fuera de juego.

Ella cogió el mando mientras él se quejaba y salió corriendo de la estancia, tapándose la cara. Tardó más de media hora en el baño. A Gavi se le pasó toda la borrachera por fin y empezó a pensar que había metido la pata, aunque le había encantado. Sintió sus espasmos y cómo se agarraba con fuerza a él. No vió su cara, pero percibió todo por el tacto de ésta en su pecho. Cómo abrió su boca y echó su aliento caliente en la fina tela de la camiseta del chico. Igual sabía que mejor se disculpaba, había sido muy inmaduro de su parte, sólo siguió un impulso de malicia.

FREAKS (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora