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— ¿Cómo ha estado Shouko?— preguntó su madre, sentándose a la mesa mientras él servía el estofado de res en dos cuencos.

—Triste, quiere ver a su madre. Le dije que había tenido un accidente y que por el momento no podría visitarla.

        Mientras hablaba acerca de lo difícil que era mantener en secreto lo que había pasado con su ex-esposa, por su mente oscilaba el recuerdo de la última vez que su madre llegó a hablar con él de esa manera. 

       Acaba de cumplir el año de casado y Kyoka, quien vivía en esa mis a casa con él, estaba en cinta. Todo parecía marchar bien. Shouto cumplía las espectativas de su familia y podía hacer feliz a Kyoka. Su madre llegó una tarde soleada de verano, cuando las cigarras suenan en los prados y el viento caliente golpea ell rostro sin refrescarnos, vestía casi los mismo colores que en esta ocasión, sólo que su semblante se veían un poco más tranquilo. Le explicó a Shouto que su padre había tenido un colapso cuando se enteró que Natsuo había estado saliendo con una Alfa. Fue un conflicto tan explosivo que su padre había terminado en el hospital por un pre infarto. A partir de entonces, Natsuo fue destituido de la corporación familiar que fue propiedad de su madre (pero administrada activamente por su padre) y pasó a manos de Fuyumi. Desde ese día, su hermano se mudó e hizo su vida en la prefectura colindante; se mantenía en contacto con su madre y hermanos pero jamás volvió a poner un pie en la ciudad.

         Shouto, por un momento de aquellos tiempos, quiso creer que Enji podía cambiar como padre, esposo y hombre pero debía ser difícil superar todos los prejuicios con los que se había criado, incluyendo también los traumas y daños a su autoestima por ser un Beta nacido en una familia donde todos sus hermanos eran Alfas. Sin embargo, se equivocó, Enji no pretendía cambiar y aunque el Alfa bicolor podía vivir con ello, sus hermanos optaron por tomar sus caminos separados; a excepción de Touya, quien estaba siguiendo los pasos de su padre en la política interna y a su vez, su hija, Himiko, seguía sus pasos también.

       Volviendo a su realidad, el Alfa colocó los cuencos con estofado en la mesa y tomó asiento frente a su madre. Se había abstenido de cenar con Shouko por lo tanto podía comer con normalidad junto a su madre.

— ¿Todo está bien en casa, con el viejo?— intentó no insinuar nada.

—Desearía poder decir que sí— admitió con voz amarga. Sostuvo la cuchara de plata en su mano y comenzó a menear la comida para ponerla a una temperatura ambiental —. Desde que tu padre se topó con Eijiro... Ha sido un desastre. 

—No le veo el caso molestarse por algo que tiene trece años, casi catorce, de antigüedad— le dijo, comenzando a comer con calma —. Sí, Eijiro volvió. ¿Y qué? Si es su apellido lo que preocupa puede estar tranquilo, él volvió a ser un Kirishima.

—Tu padre sí ha intentado cambiar, Shouto. Pero es difícil dejar ir costumbres que están tan arraigadas en nosotros.

       Por alguna razón, el Alfa se sintió molesto. Parecía como si su madre intentara justificarlo y provocar en Shouto un sentimiento de lástima o tal vez intentaba conmoverlo. Ella lo amaba, sinceramente desde el fondo de su corazón y Shouto no entendía porqué. 

       Comió tratando de no darle importancia. El estofado había quedado bastante bien para haber sido hecho rápidamente, sin respetar los tiempos adecuados de cocción; la carne estaba suave pero los vegetales un poco pasados, demasiado suaves.

—Eijiro vino para quedarse, va a tener que acostumbrarse— continúo —. No pedimos que cambie u obtenga redención, ya no somos niños. Sólo que no haga un escándalo por todo.

—Sí, lo entiendo— hizo una breve pausa, terminando su porción de comida —. Pero no he venido a hablar de tu padre.

       El Alfa se estremeció ligeramente, esperando las malas noticias con los vellos de la piel erizado y un intenso malestar en la boca del estómago.

ALPHA PRIDE || ♡KiriBaku♡ || ♂Omegaverse♂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora