《Orgullo Alfa》.
Katsuki Bakugou, tras comprometerse con una persona a la que no ama pero siente que le debe mucho, cree que ha perdido el control de su vida.
Desesperado por encontrar un poco de control en sus acciones, termina en un bar, donde con...
Kirishima, sonrojado y con una mezcla de emociones acumulándose dentro de su pecho, se apartó del rubio, saliendo abruptamente del vehículo. Ignoró su corazón palpitante y trató de borrar la imagen tan hermosa de Bakugou sonriendo de una forma tan sincera y tierna que ablandaba todas sus defensas.
-Dame un respiro- murmuró, revolviéndose el cabello rojizo que caía sobre sus hombros en diferentes capas y que le daban un aire de chico malo -. Me vas a causar un ataque cardíaco.
Suspiró y rodeó el vehículo para meterse del lado del conductor. Por el espejo retrovisor, vio a Bakugou acomodándose la camisa, alisando los bordes torpemente con la mano, la abotonó y se colocó su saco cuyas arrugas en los brazos le hicieron dar un chasquido con la lengua. Ya no se veía molesto, sólo algo fastidiado.
-Deberías ir con Shoto en lugar de ofrecerte a llevarme, enserio la está pasando muy mal- comentó el rubio, terminando de acomodarse la ropa y cruzando su mirada con la del pelirrojo por el retrovisor -. Ahora más que nunca necesita a su familia.
Kirishima intentó sonreír, pero sólo logró que la incomodidad en su interior se viera reflejada en su rostro.
-No sé si lo notaste, pero su padre y yo nos llevamos muy bien- le respondió, con una voz tan amarga y áspera como la lija -. Lo mejor es que espere hasta que él y mi madre se vayan, tengo tiempo para llevarte y regresar.
-Sé que no es de mi incumbencia, pero Shoto es una persona que se suele derrumbar con facilidad cuando se trata de su ex y su hija, así que al menos por ésta vez deberías estar ahí, se nota que te estima mucho. Sea lo que sea, déjalo en el pasado.
Eijiro hubiera deseado que esas palabras le dieran algo de conforte, después de todo se trataban de un chico que le atraía bastante. Pero surtieron el efecto contrario, se le calentó la sangre bajo la piel y sintió un hormigueo en las sienes. Bakugou no tenía la más mínima culpa de ese repentino sentimiento que surgió desde lo profundo de sus memorias, así que tomó todo su autocontrol y se sometió a sí mismo.
Hubo un breve silencio que fue roto por la indiferente voz de Kirishima.
-Tienes razón, Bakugou, eso no es de tu incumbencia.
Apartó la mirada del retrovisor y aceleró, provocando que Bakugou estrellara su espalda contra el asiento sin darle tiempo de replicar, el Stigma le lanzó una mirada inquisidora por el espejo del retrovisor y Bakugou se estremeció, para después apartar la mirada de inmediato.
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El recorrido fue silencioso, ligeramente incómodo. Al llegar, Bakugou se bajó sin siquiera despedirse y Kirishima se dispuso a volver al hospital cuando su móvil vibró en su bolsillo. Sin sacarlo, contestó la llamada entrante con un botón del volante.
- ¡Oye, Kirishima!- exclamó una tan conocida voz femenina al otro lado de la línea, energética y que le traía cierto confort -. ¿Ya estás instalado en tu nuevo departamento?
-Hola, Itsuka- saludó, efusivo-. Sí, faltan unas cosas por desempacar pero ya casi está todo listo.
- ¡¿Todavía te falta desempacar?! ¿Pues qué haz estado haciendo estas dos semanas?
-Trabajar- dijo, sonriendo mientras conducía -. Apenas anoche tuve un poco de tiempo para descansar. Tu gerente absorbe mi vitalidad y cuando menos lo pienso estoy tan cansado que hasta el hambre se me quita. ¿Sucedió algo?
-No, que va. Llame para avisarte que tienes que pagar la matrícula universitaria de Ochako antes del jueves, también prometiste llevarla a comprar sus libros y cenar con ella cuando ya te hayas establecido.
-Sí, no lo he olvidado. Iba a llamarla en la noche, no te preocupes. ¿Cómo están Testu y los niños?
-Bien, los gemelos ya están por terminar la escuela elemental y Hanae entrará en septiembre.
Por un momento, aquella conversación con su cuñada le trajo cierto confort a su corazón. Hubo un breve silencio, donde Kirishima escuchó una puerta cerrarse al otro lado de la línea, seguido de un suave suspiro. Condujo con cuidado por la avenida, avistando un congestionamiento vial optó por tomar un atajo cerca de la primera intersección de semáforos.
-Lo lamento- murmuró con voz cansada -. No llamé sólo por eso... Ochako ha estado extraña.
- ¿Extraña?- procuró no alertarse antes de escucharlo todo -. ¿En qué aspecto?
-Sé que los Alfas suelen ser territoriales con sus familias, lo comprendo, pero, Eijiro, aquí no hay Omegas- explicó y el pelirrojo intentó atar cabos en su mente -. Ha estado teniendo fuertes peleas con TesuTetsu, al punto de usar su voz para someterlo o liberando a propósito feromonas hostiles. Los gemelos y yo no podemos olerlas peros Hanae y TetsuTesu sí, los agota y Hanae se intoxicó hace unos días. Supongo que debió sentirse culpable porque durmió fuera los tres días que su prima duró enferma. La llamé y quise hablar con ella pero...- su voz se quebró ligeramente -... me dijo que no hablaría conmigo porque no la entendería por ser Beta...
Ochako tenía cerca de dieciocho años, no debía estar en la etapa de la rebeldía, era una adulta. Responsable, diligente y sumamente considerada con los demás, su personalidad le recordaba mucho a la de su madre. Kirishima no podía imaginarla siendo grosera, egoísta o peleando agresivamente con otra persona, mucho menos con quienes se había criado.
-Necesito que hables con ella, por favor- suplicó a punto de romper en llanto.
-Vino a ver a Hanae y luego se fue a su casa, se veía muy mal.
-Gracias por decírmelo, la llamaré cuanto antes.
- ¡LLÁMALA AHORA!- gritó Itsuka, algo inusual en ella pues se caracterizaba por su carácter sereno y apacible.
Sintió que una punzada le atravesó los sesos. Tenía bastantes cosas en la cabeza, sus horas de sueño se habían reducido a la mitad y ahora que tenía un día libre para descansar se desataba el infierno a su alrededor. Atravesó una angosta calle, llegando a la entrada del estacionamiento del hospital, presionando el acelerador aparcó en un lugar cerca del ascensor y suspiró.
-Bien, lo haré, te llamo después.
Itsuka colgó de inmediato. El Alfa se dispuso a marcar el número de su hija cuando un mensaje de ella apareció en la pantalla, como si le hubiera influenciado por telepatía. En él, saludaba como de costumbre y pedía reunirse con Eijiro esa misma noche de ser posible. El sol anunciaba una soleada tarde que duraría bastante, así que aceptó. Le respondió que la recogería en la estación del tren a las siete y de ahí irían a cenar juntos. Ochako no respondió nada más.
-Si que está extraña- dijo para si mismo, desabrochando su cinturón y saliendo del auto -. Ella prefiere hablar por teléfono que mandar textos...
Una repentina nostalgia lo invadió. Sus recuerdos lo transportaron veintiún años en el pasado, cuando conoció a la madre de Ochako; una hermosa mujer de cabellos rojizos anaranjados y preciosos ojos castaños. Fue breve pero tan doloroso como una cuchillada en el corazón. Ella lo llamaba por su nombre y en el lecho del hospital le rogaba que cuidara y protegiera a Ochako.
-Hago lo que puedo, querida, hago lo que puedo...
Guardó su móvil en el bolsillo trasero de su pantalón y entró en el cubículo del ascensor, presionando el botón del tercer piso. Se tragaría su orgulloso, el miedo y la ira, y acompañaría a su hermano en aquel proceso tan delicado así como más tarde también hablaría bien con su hija. Se había prometido ya no huir, no importa que tan ruin fuera la situación o que tan dolorosa, enfrentaría a la fuente de sus pesadillas e inseguridad... Todoroki Enji. Todo por el amor tan profundo que le profesaba a su familia.