《Orgullo Alfa》.
Katsuki Bakugou, tras comprometerse con una persona a la que no ama pero siente que le debe mucho, cree que ha perdido el control de su vida.
Desesperado por encontrar un poco de control en sus acciones, termina en un bar, donde con...
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KATSUKI BAKUGOU.
Katsuki había tenido tanto trabajo que sólo deseaba poder relajarse en un ambiente tranquilo con un buen trago, pero había elegido una mala hora. La gente se apilaba de forma salvaje en la barra, exigiendo tragos; pues la hora feliz había comenzado.
Bebió su trago de inmediato, acto seguido sacó un par de billetes de su bolsillo y los colocó debajo del bajo. La chica que le estaba ayudando al barman, se percató y tomó el dinero a prisas.
Katsuki, se colocó su saco y se dispuso a salir entre la multitud mientras maldecía internamente que su único momento de paz hubo terminado.
Escabulléndose entre los alborotados jóvenes, notó un aroma especial. Era fuerte, lo bastante concentrado para asemejarse a la esencia de un Omega en celo. Se detuvo metros antes de la salida, siendo ligeramente empujado por todos los chicos y chicas que sacudían sus cuerpos al ritmo de la música. Las luces claras que bañaban el lugar fueron sustituidas por colores fosforescentes e intermitentes que desinhibían los sentidos de aquellos ya ebrios.
Fue arrastrado con lentitud al centro de la masa, guiado por el exquisito aroma. Sin haber bebido lo suficiente como para sentirse mareado, la atmósfera intentaba devorarlo; contagiándose de la tensión sexual de quienes lo rodeaban. Sus sentidos se volvían más torpes y el tiempo parecía pasar más lento. El aliento le faltaba y su piel ardía.
De pronto se dio cuenta. No era el lugar, ni el alcohol.
Era el aroma de un Omega en celo.
El aroma se hizo más fuerte, envolviendo sus sentidos. El hormigueo familiar en su entrepierna y su vientre cosquilleando tortuosamente, le hizo doblarse por la mitad en medio de la pista; intentando sofocar su creciente erección. Sentía que pedía el control. Entonces, alguien lo tocó. Su miembro reacción de forma violenta al roce, sintiéndose al borde de la eyaculación mientras que de su boca fue arrancando un gemido ronco; el cual había sido ahogado, a su vez, por la estruendosa música.
Se sintió extraño.
Antes, en su pasado, el celo de un Omega lo había inducido a un terrible frenesí. Sin embargo, esa reacción ante las feromonas Omegas era diferente... se sentía tan caliente que sus piernas ya no podían soportar su peso, pero no se sentía con la urgencia de insertar su miembro dentro de una cavidad, como era característico de un Alfa. Quien lo estaba tocando, lo hacía sobre la ropa, volviendo más frustrante la experiencia. El desconocido lo sujetó de la cintura con el brazo para obligarlo a mantenerse de pie y se pegó a él. Bakugou pudo sentir la erección ajena en su trasero y las dimensiones del cuerpo de su instigador; era casi tan alto como él y con una buena musculatura, sin duda se trataba de otro Alfa.
—Oye, bastardo— dijo, molesto, deteniendo las manos del extraño y con su cuerpo estremeciéndose —. ¿Qué carajos haces? No soy un Omega, maldito.
