《Orgullo Alfa》.
Katsuki Bakugou, tras comprometerse con una persona a la que no ama pero siente que le debe mucho, cree que ha perdido el control de su vida.
Desesperado por encontrar un poco de control en sus acciones, termina en un bar, donde con...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
OCHAKO URARAKA.
—En términos biológicos, ella es tu padre y yo soy tu madre. Porque quien te dio a luz, fui yo— le dijo su padre, con un todo apesadumbrado de voz —. Si me permites, te lo explicaré.
De pronto, dejó de escucharlo, sólo podía oír un molesto zumbido que le perforaba los sesos. Sintió un mareo y ganas de vomitar. Era el estrés, la ansiedad, los recuerdos subyacentes revolviéndose en su interior; intentando salir para buscar liberación.
— ¡Ochako!
Todo se nubló en su campo de visión, cubriéndose de una aterradora oscuridad.
Quizás si hubiera salido un poco antes de la escuela, tal vez si no hubiera tomado el camino al tren sino el autobús y quizás si no hubiera ido a espiar a su padre; todo lo que estaba pasando podría haberse evitar. Ochako sabia que por su mente pasaba todo aquello de manera de prisa sólo para evadir una verdad que debió haber sido expuesta hacia muchos años, sin embargo; aceptarlo no era sencillo y todavía esa no era la peor parte. Si todo lo que esa mujer dijo; su madre... no, su padre nunca la amó. Eso convertiría a todos sus seres queridos en unos mentirosos.
HORAS ANTES, ESA MISMA NOCHE...
Le había tocado limpieza en el gimnasio en la escuela junto a un grupo de cuatro personas más donde sus amigos no se encontraban. Por lo tanto, había salido cerca de tres horas tarde de la escuela; el crepúsculo comenzaba a ceñirse en la ciudad y su estómago no dejaba de rugir, anhelando algo de comida después de un arduo entrenamiento de voleibol. Su padre le dijo temprano esa mañana que llegaría tarde, por lo que no cenarían juntos, así que la adolescente decidió comer algo en un restaurante familiar. En cuanto al medio de transporte... tomar el autobús era optar por el camino largo, sin paradas para comer. Si tomaba el tren de las nueve, tenía una hora para comer en alguno de los locales aledaños y llegar a una buena hora a su casa.
Decidida, se inmiscuyó entre la pequeña multitud de estudiantes universitarios que atestaban las entradas de los lugares, ansiosos por probar bocado. Revisó algunos lugar, sin ser tan minuciosa, y en un pequeño restaurante que daba un aire de elegancia familiar avistó una mata de cabello rojizo. Una sonrisa se desplegó en sus labios cuando reconoció a su padre. Había una bonita mujer de espaldas, frente a él. Se apresuró y entró al lugar, yendo directamente a la mesa junto a la ventana donde ambos se encontraban.
Dedujo que su padre estaba en una cita así que no quería ser demasiado inoportuna, se sentaría a unas meses detrás de ellos, comería, pasaría a saludar y se retiraría. Sin embargo, cuando giró en la esquina para escoger una mesa, una voz la llamó.
— ¿Ochako?— era una voz femenina.
La adolescente se detuvo y miró sobre su hombro. Era la cita de su padre quien la había llamado. La mujer era imponente, como una Alfa, de cabellos negros y brillantes ojos rojos. Su rostro le pareció vagamente familiar. Se volvió sobre sus talones cuando la vio aproximarse con una mirada anhelante.
