La felicidad a la hora de comer le resultó incómoda. Hasta la noche anterior, Coraline no había notado aquel detalle, ni ningún otro. Su vida parecía llevar un mejor camino luego de terminar aquella pesadilla que casi se lleva a su familia, o eso había creído.
«Yo cerré la puerta, estoy segura».
«¿Lograría alguna forma de volver?».
«¿Qué está sucediendo?».
La cuchara daba vueltas por el cereal y la leche, llevaba al menos diez minutos dando chapuzones mentales con ella. Estaba confundida.
Mel, quien llevaba un rato viendo a su hija con postura indispuesta, comentó:
—Cariño, ¿podrías comer? Me tienes hasta los nervios con eso. Por poco parece vómito de gato.
“Gato”.
Coraline abrió los ojos, volviendo a la idea inicial. El gato podía hablar y eso era algo que solo sucedía en el otro mundo.
Coraline dejó de mover la cuchara y miró a su madre u “otra madre”. La mujer estaba al lado de su padre, con una camisa roja de tirantes, algo que jamás usaría su madre real. A la propia Mel no le agradaban dos cosas: el rojo y las vestiduras que demuestren demasiado.
—¿Quiénes son ustedes y qué hicieron con los verdaderos Charlie y Mel Jones? —preguntó la niña con firmeza.
Su madre sonrió.
—Coraline, ¿Vas a empezar otra vez con tus ocurrencias? Deberías de dejar el azúcar —Mel se acercó e intentó tomar un mechón de cabello de Coraline, pero esta se inclinó hacia atrás—, cariño, es… bueno para la salud. Tendrás problemas en la escuela si sigues así.
—¡En eso tiene razón! —Charlie habló figurando una sonrisa— ¡Las clases comenzarán en unos días, pequeña Coraline!
Coraline hizo una mueca. No tenía sentido, la otra madre se enfurecía con facilidad, sin embargo, se lo tomó como si nada.
—Estamos de buen humor porque tu padre no ha cocinado —bromeó la madre, aunque no hubo gracia en sus palabras—. Puedes salir a jugar con el nieto de los Lobat, el niño que dices habla mucho.
—Se llama Wybie —siseó la niña—, y tienes razón, de pronto se me quitó el hambre. Me voy.
.
Para ser el inicio de la hermosa primavera y estar rodeados de un gigantesco jardín con flores pintadas de diferentes colores, el Palacio Rosa parecía la puerta del inframundo; cubierto por espesa neblina que se oscurecía en el interior del bosque, un mar que levitaba sobre la tierra. Coraline caminaba en dirección al arrebol, pero esta vez no había recurrido al gato ni a una idea mayor que encontrar la verdad.
En su camino se encontró con el viejo gimnasta retirado que vivía en la azotea del Palacio, y que la última vez, la ayudó con mensajes de ratones que tenían la cualidad de cruzar mundos y la voluntad de crear un circo.
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Coraline 2: El secreto de la Otra Madre | FANFIC COMPLETO |
FanfictionLa historia nace después del final que vemos en la película, donde a mediados de la primavera una extraña neblina inunda a todo el Palacio Rosa. Este fenómeno tomó sentido cuando Wybie, quien no sabía mucho de la bruja ni del otro mundo, relató ver...