Capítulo 26

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Aunque los siglos pasen la verdad siempre saldrá a la luz

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Aunque los siglos pasen la verdad siempre saldrá a la luz.

La mañana en la que nació aquel infortunio Jack merodeaba el mercado del pueblo en busca de pan y queso que “su bruja” había pedido. De vez en cuando tropezaba con algún aldeano por traer la mirada perdida en las nubes y la mente en las noches románticas que compartía con su mujer.

“Su mujer”.

Jack sonrió cómplice de sus antelaciones. Aunque en el inicio pensó en ella como un trofeo para su colección, con el paso del tiempo conoció su ser y quedó impregnando de esencia. Jack, el codicioso y risueño bandido del sur, había cambiado sus maliciosos planes. Ahora pensaba hacerla suya, pero de otra manera.

Su mirada cayó sobre una piedra verde brillante, un anillo hermoso en medio de otros no tan adictivos, tendidos sobre una tela.

—Buenos días, buen hombre ¿cree usted que este es el mejor anillo? —preguntó él al vendedor.

Jack sonrió sintiéndose demasiado compasivo. En antiguo bandido que vivió en él hubiese robado.

—Oh, ese anillo es el más costoso de mi tienda ¿Y quién es la afortunada?

—Bien, debe ser el mejor de lo mejor porque le pediré matrimonio a la mujer más maravillosa que existe en el mundo —se mofó él, luego se rascó la nuca haciendo un gesto menos confiado—. Espero que me diga que sí.

Vaya que sí había cambiado. Jack pagó con monedas de oro y se despidió de él con una sonrisa. Se sentía tan vivo como nunca antes, deseo de encontrar el «sí» en la propuesta que aún no decía. Rato después, mientras Jack volvía con sus compras, un desconocido le entregó una carta.

—Buen trabajo —susurró el desconocido antes de marcharse.

Jack miró el sobre sin imaginar lo que vendría.

El dios de la fauna (al que él servía), era la deidad de los cazadores, en especial los ladrones; desplumar aves, cortar pieles, robas provisiones, hurtar pertenecías, engañar al prójimo… a su presa. Todo era visto de igual forma delante de aquel dios.

El pelinegro leyó la petición inscrita en el interior: «Felicidades, Jack Black, de la orden del cazador. Haz encontrado la ofrenda que nuestro dios ansía».

Entonces arrugó el papel y lo tiró al suelo. Luego se marchó.  

Cuando Jack llegó por primera vez al pueblo, lo hizo atraído por rumores de una hermosa joven que impartía todo aquello que él saqueaba. Entonces pensó en robar la flor que daba a luz a la alegría, pero todos sus malos pensamientos habían quedado en el pasado, ahora en vez de robar, la protegería. Caminó al lugar donde indicaba el manuscrito.

Al llegar a un rincón alejado del pueblo se encontró con sus antiguos camaradas, aquellos con los que compartió algún botín, aquellos quienes le apuntaban con un arma.

—¿Esa es la forma de recibir a su líder? —dijo Jack cruzando la puerta del granero.

—Líder mi trasero —se burló uno de los hombres, sentado sobre un bulto de paja—, lo hemos escuchado, Jack, tienes a la chica.

—¿Y qué? Es mía.

—Dánosla —ordenó otro.

Jack dejó el queso y el pan sobre el suelo y desenvainó su espada.

—Y he dicho que no la entregaré, es mía.

Los dos hombres se lanzaron en contra del pelinegro, este detuvo sus ataques y con ágiles movimiento les hizo cortes a los costados. Las heridas solo fueron pequeños rasguños pero al activar su magia sus cuerpos prendieron en fuego.

—¿Piensas revelarte? —inquirió el hombre que parecía mandar sobre ellos— Hemos visto el potencial que la sangre de la bruja tiene para nosotros, será la ofrenda que nos lleve a otro nivel.

Jack rechistó y se acercó a quién aún se mantenía en pie.

 —Gusterd, ¿se te olvida quién es tu líder? —dijo Jack— No me hagas devolverte al basurero del que vienes.

Aunque quiso retroceder, Gusterd permaneció firme.

—Entiéndelo Jack, todas las cosas que han ocurrido en el pueblo han sido cosa nuestra, incluso detuviste el incendio… no te atrevas a seguir interrumpiendo los planes divinos. Dios nos ha hablado.

Jack golpeó a Gusterd con fuerza. El hombre se desplomó en el piso.

 —¿Dices que Dios habló? Si quieres vivir desaparece de este pueblo… dios ya no ansía las ofrendas.

—Muchos ya vienen aquí… vienen por ella. Jack, lo que haces es en vano —Gusterd miró detrás de Jack—. Ya están aquí.

Alguien apuñaló a Jack por la espalda y perforó su pecho. El pelinegro miró hacía atrás.

—Entonces hazlo tú —sugirió el recién llegado—, ve y robalo, Jack. Mátala tú y quédate con su cuerpo.

—¿Qué? —Jack se tambaleó al ver la sonrisa maliciosa del nuevo líder de la secta.

La sangre se deslizó por el filo y goteó el suelo. Su atacante tenía la mirada frívola. Jack sintió como su cuerpo se tensó y recibió la orden como poder absoluto.

—Oh, aún no te lo he dicho, esa espada contiene un hechizo indestructible de sumisión —anunció el hombre—, así que mejor sé bueno si no quieres sufrir.

Jack se derrumbó en el suelo, conmocionado. No pudo mover un solo dedo, no hasta que su agresor le ordenó ponerse de pie.

—¿Qué está pasando? ¿Cómo es qué…?

La pregunta quedó a la mitad.

—La magia es el atajo de los débiles, “líder”.

.

—Oh, Jack, ¿Cómo es que has olvidado el pan y el queso?

 Lastima que el dios de los barbaros poseía más de un puñado de seguidores con aspiraciones de grandeza. Y el caos es la grandeza del malvado.                   

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Coraline 2: El secreto de la Otra Madre  | FANFIC COMPLETO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora