Capítulo 10

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Por la mañana Coraline desayunó avena y, por primera vez, no hizo una mueca rebelde ni se quejó ante sus padres

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Por la mañana Coraline desayunó avena y, por primera vez, no hizo una mueca rebelde ni se quejó ante sus padres. Estaba retraída pensando en el gato, la bruja y la historia que parecía fantasía; una relato que prefirió no comentar a Wybie, porque seguramente la trataría de desquiciada… otra vez.

—Al final, el jardín terminó vuelto una barbaridad por la lluvia y el mal clima —se quejó Mel mirando las noticias en su celular—. No me extrañaría que pronto vuelva a llover.

—Cuando fuimos a Villavil el sol brillaba y habían girasoles y tulipanes en la casa del señor Fuggle —comentó Charlie—; creo que es cierto eso de la fuga de algún gas. Deberíamos quejarnos al alcalde, esto podría ser peligro.

Mel gruñó por lo bajo y luego alzó su celular.

—Mira, aquí dice: «La frescura primaveral es perfecta para adornar nuestros jardines con variedad de plantas». ¡Ah, esto no puede estar pasando! ¿Cómo se supone que escribamos algún muro rosa con el cielo gris? Siento nauseas al ver el barreal que se forma en el patio y la entrada. Pobres señoras Spink y Forcible, ellas viven en el sótano.

—Aún lado de los escalones del sótano hay una alcantarilla —dijo Coraline alzando los hombros.

Mel frunció el ceño.

—Que asco.

La mañana pintaba normal, demasiado normal para alguien quién tiene a una malvada bruja asechando. Sus padres siguieron conversando sobre el evento meteorológico que azotaba al bosque y el departamento, sobre las cuentas del mes, sobre su próximo catálogo de plantas (Mel se enfadó porque sus hermosos tulipanes no eran iguales a los del señor Fuggle) y luego, para variar, le preguntaron a Coraline si había dormido con el gato.

—¿Por qué? —Coraline se sobresaltó. No había manera de que ellos supieran al respecto. Antes del amanecer el gato había salido por la ventana de su habitación.

—Cariño, tienes pelos de gato en la pijama —respondió su padre con amabilidad, luego añadió—. Creo que alguien se ha encariñado con el gato malhumorado.

—El gato es… ¿Cómo lo saben?

—El señor Bobinski nos lo ha dicho —explicó Mel.

—Es que el gato se molesta porque los ratones le lanzan polvo pica pica… —Coraline dejó de hablar cuando sus padres levantaron las cejas—… quiero decir, he visto al gato rascarse con un tronco… y los ratones… no es como si pudiese escuchar al gato hablar ¿no?

—Claro…

Coraline terminó con una sonrisa inocente y se llenó la boca de avena. Al menos así no la harían discutir.

—Creo que deberías de cuidar el trato con el señor Bobinski —aconsejó su madre—, se te están… pasando "sus cosas".

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Coraline 2: El secreto de la Otra Madre  | FANFIC COMPLETO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora