Capítulo 27: Final

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Dicen que en las noches es cuándo el mal encuentra regocijo, porque nadie puede hacer justicia en la oscuridad

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Dicen que en las noches es cuándo el mal encuentra regocijo, porque nadie puede hacer justicia en la oscuridad. O a nadie le importa desdeñar secretos que la mayoría no ve.  Jack batió su voluntad contra su cuerpo tajante. Sus pisadas se arrastraron de un lado a otro por las afueras de la cabaña mientras intentaba salir del trance.

 Al final y como todo un tipejo se dejó vencer. El romanticismo de un bandido enmudeció aquel día, sucumbiendo ante el adormecimiento. La frustración de perder el domino de sus manos y pies era suficiente para querer gritar, pero ni con todas sus ansías podía romper el silbido que producía el viento cuando surcaba el arrebol.

¿Cómo podría salvar a su amada cuándo él empuñaría el arma que la mataría?

Ojalá hubiese podido elegir, pero las situaciones difíciles a veces encuentran acciones desesperadas. Jack maldijo aquel momento; se maldijo él y al dios al que servía.

—Perdóname, Beldam —suplicó al viento, como si aquellas palabras pudiesen llegar a ella a través de sus sueños.

Luego tiró el anillo de compromiso en dirección a algún lugar del bosque y entró en la vivienda. Jack atacó a su amada mientras dormía. Le arrancó el corazón y lo encerró en una cúpula mágica. Después, en vez de entregarlo al ministerio ocultista como habían acordado, lo escondió.

—¿Dónde está? —dijo el hombre que lo había hechizado.

—Quién sabe —respondió Jack y miró al cielo—, pregúntale a tu dios.

—¡Ah, infeliz! —estalló el hombre y enterró la espada encanta en el pecho de pelinegro—. Espero que sufras la ira del dios feroz.

Jack cayó al suelo de la forma más inconcebible que jamás hubiese imaginado. Muerto de un golpe. Uno de los mejores magos vencido por una espada maldita y el deseo codicioso de unos cuántos.

—Qué lamentable —escuchó una voz vieja en su lecho de muerte.  

Jack levantó la mirada.

—Sálvala —suplicó—, por favor.

El desconocido ladeó la cabeza y sonrió, como si ver a un moribundo fuese algo divertido.

—¿Por qué haría eso?

—Ella es tu sierva.

El hombre levantó las cejas. No esperaba que un mortal lo reconociera.

—¿Y que gana un asesino y ladrón como tú con eso?

—Yo… moriré en paz —murmuró él—. Su corazón… entrégalo, por favor…

Jack hizo un pequeño círculo en el suelo y se allí brotó una luz verde, luego la cúpula que encerraba un palpitar.

—Bien, Jack, cumpliré tu deseo aunque las consecuencias serán peores que la muerte. Tu dios te castigará y yo tomaré parte de ti ¿estás seguro?

—Sí.

Coraline 2: El secreto de la Otra Madre  | FANFIC COMPLETO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora