Capítulo 09

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—Te estaba esperando, gato —dijo Coraline

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—Te estaba esperando, gato —dijo Coraline.

El felino ladeó la cabeza, entornando sus ojos brillantes.

—Solo vine a reprocharte algunas cosas, Coraline —contestó con amargura el animal—; Wybie, por ejemplo. El chico fue castigado por tu culpa.

Coraline hizo una mueca confusa y el gato añadió:

—Lo obligaste a entrar a la mansión y su abuela está furiosa ¿sabes lo que eso significa? No habrá para mí nada de alimentos caseros y hoy no quería cazar.

Coraline recordó que su vecino, encariñado con el gato que llamaba Silvestre (porque era un gato común y silvestre), le daba comida y refugio en las noches.

—Eres un gato muy, muy normal ¿no? Los mininos aman comer bichos y ratas.

—Ahg, esas ratas —dijo con tono despectivo—, no puedo con ellas, últimamente hacen barricadas a las afueras de sus cuevas y utilizan trincheras para lanzarme polvo pica pica.

—¿Qué no hacían eso antes? —preguntó ella. El gato negó —Humh, es extraño, incluso las he escuchado hablar.

El felino abrió los ojos con asombro e indagó un poco sobre aquello. Ella respondió:

—Sí, su voz era chillona y suave, aunque el señor Bobinski me ha dicho que también puede escucharlos. Pero cambiando de tema, ¿Sabes sobre la fundación del Palacio Rosa?

El gato negro movió la cola de un lado a otro y asintió.

—He estado aquí desde hace mucho tiempo, Coraline, ¿por qué? ¿qué buscas?

—Dime todo lo que sepas, lo necesito para derrotar a la bruja —admitió Coraline—. Tú también quieres vencerla ¿verdad?

—Por supuesto, nuestras vidas se han cruzado durante siglos, sería bueno darle un punto final.

—¿Siglos? Un gato no vive tanto tiempo —soltó Coraline incrédula.  

El animal sonrió y lamió una de sus patas.

—Te he dicho que no soy un gato cualquiera, soy un gato negro.

—Los gatos negros tampoco viven tanto ¡Es una locura! —bramó ella.

—Soy uno entre los gatos, incomparable y esbelto, una pequeña niña como tú jamás lo entendería.

—Y bien, ¿me vas a hablar sobre la casa? —la niña, un tanto disgustada se cruzó de brazos frente al gato.

—Si me das algo de comer podría pensarlo —sugirió el animal.

Coraline se quejó, pero al cabo de unos segundos aceptó a regañadientes. Salieron de la habitación y bajaron hasta la cocina, por suerte sus padres seguían encerrados en el estudio.

Coraline 2: El secreto de la Otra Madre  | FANFIC COMPLETO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora