Capítulo 14

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Coraline entró en un profundo sueño donde vio a Wybie hurgando una caja al fondo de un viejo armario

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Coraline entró en un profundo sueño donde vio a Wybie hurgando una caja al fondo de un viejo armario. En ella una muñeca de cabello azul, chaleco amarillo y ojos de botón. La abuela del chico le tenía prohibido dos cosas: tocar la muñeca y entrar al Palacio Rosa, pues allí había desaparecido su hermana gemela y ella creía que un mal mayor la había secuestrado.

—Eh, Silvestre, me dirán loco pero esta muñeca es idéntica a la nueva vecina —comentó Wybie al felino sentado a su lado. El gato asintió— ¿Crees que sería mala idea dársela como regalo de bienvenida? Sería genial conseguir un amigo… la abuela nunca le renta a familias con niños.

El gato se recostó en su regazo pidiendo caricias. El niño sonrió.

—También eres mi amigo Silvestre, pero hablo de un niño como yo.

—¡Wyborn!

—¡La abuela!

Coraline estaba de pie detrás de él viendo la escena. Wybie, asustado de que lo atraparan, escondió la muñeca debajo de su cama para luego entregársela a su vecina junto a un trozo de papel.

Cuando la Coraline del pasado recibió la muñeca aún refunfuñaba por la picazón del sarpullido que acabada de alcanzar por la rama venenosa que “le ayudaría a encontrar el escondite de la bruja de Saori”. En aquel momento no era necesario ser adivino para saber lo aburrida que estaba. La lluvia había conseguido que su madre no le permitiera ir fuera del departamento. 

—¿Puedo salir?

—¿Qué ha dicho tu madre?

—Ha dicho: «¡No vas a salir con este tiempo, Coraline Jones!».

—Pues ya lo sabes.

—Pero yo quiero seguir explorando.

—Entonces explora el piso —sugirió Charlie, intentando frenar la insistencia de su hija— Mira, aquí tienes un papel y un lápiz. Cuenta todas las puertas y ventanas. Apunta qué cosas hay de color azul… Y déjame trabajar en paz.*

Coraline estaba de pie a un lado de la puerta junto a la Coraline a la que su padre hablaba. Ya sabía lo que venía después. Se iría de expedición por la casa, para luego, terminar rogándole a su madre que abriera lo que parecía un camino tapizado por un negligente.

Aquella conversación había sido el inicio de todo.

Coraline miró cómo su yo del pasado se marchaba por el pasillo y detalló a su verdadero padre. En él solo había un gesto cansino que no apartaba del computador. Y en unos momentos, como de costumbre, gritó porque “alguien” había oprimido el botón equivocado (aunque en ese momento quizás era la primera vez que sucedía).

La niña se marchó arrastrando los pies y se encontró con ella misma haciendo la pataleta para conseguir la llave. Mel le lanzó a su hija una mirada irritada para luego sucumbir.

Coraline 2: El secreto de la Otra Madre  | FANFIC COMPLETO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora