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Los tres caminamos por la calle llena de casas terrenales hacia la que estaba iluminada. La casa de mateo era un chalet de color blanco con dos piso, una piscina y un jacutsi en la azotea de la casa. Era un sitio ideal para hacer fiesta y por primera vez sus padres se habían ido de viaje sin él. Mateo era un año mayor que nosotros pero había repetido curso hace un año. Al llegar a la casa tocamos la puerta y nos abrió Dani uno de los de mi grupo de amigos.

—Menos mal que habéis llegado.

—¿Por qué lo dices?— dijo Carlos.

—¡Porque sin Carlos no hay fiesta!— grito haciendo que todas las personas que estaban a sus espaldas gritarán si.

Había mucha gente, más de la que yo esperaba teniendo en cuenta que no era ninguna fiesta de cumpleaños y que mañana era el primer día de clase. Al poner un pie en la casa Alisa y Carlos desaparecieron y me dejaron solo. Siempre pasa lo mismo, cuando hay fiestas el amigo aburrido se queda tirado y yo no me considero aburrido, pero para ellos una persona que no bebe es muy aburrido.

Empecé a investigar la casa mientras me abría paso entre gente que estaba borracha o que estaban bebiendo. Ya conocía un poco la casa así que decidí ir al segundo salón para relajarme un poco. No me gustaba estar rodeado de gente, y menos cuando habían bebido. Subí por las escaleras de madera flotante que había justo a entrar por la puerta principal y en el segundo piso solo había gente besándose y metiéndose mano. No me arriesgue a abrir ninguna puerta por si acaso había gente haciendo cosas que no quería ver. Mientras caminaba por ese pasillo tan pequeño me preguntaba si Mark estaba por aquí. Si hubiera venido a la fiesta. Me quedé parado durante un momento en la puerta del segundo salón. Respire profundamente y habri la puerta encontrándome con la persona a la que buscaba Mark.

—Hola.

Mark se giró sorprendido de verme. Estaba sentado en el sofá de terciopelo marrón que había en el centro de la sala mirando hacia una televisión y encima de una alfombra.

—Mira, el chico de la colada siempre encuentra los mejores sitios para huir.

—¿Y eso a que viene?— le pregunté.

—A que ni tú ni yo queremos estar en esta fiesta.

—¿Y porque viniste?— dije cerrando la puerta.

—No se, Pensaba que iba a ser algo más que gente borracha.

Tenía un cigarro entre sus dedos, le dio una calada y soltó el humo lentamente mientras yo caminaba hacia él.

—Tus amigos son gilipollas— me dijo.

—Solo conoces a Carlos y él no es un gilipollas.

—Por desgracia he tenido el placer de conocer a el chico de la casa y a uno que me abrió la puerta y me llamó "Maricon" al verme y supuse que les conocías— dijo dándole otra calada al cigarro.

Inefable (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora