S e i s

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Corriamos escuchando como uno de nuestros profesores nos ordenaba que volviéramos a clase aunque no nos detengamos y pasábamos olímpicamente de él

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Corriamos escuchando como uno de nuestros profesores nos ordenaba que volviéramos a clase aunque no nos detengamos y pasábamos olímpicamente de él. Me gustaba estar con él. Me gustaba mucho estar con él y solo le conocía de apenas unos tres o cuatro días. Pero creo que era la persona que mejor me caía de este colegio. Al pararnos detrás de uno de los edificios justo al lado de los contenedores de basuras Mark me agarró de la mano y durante ese pequeño segundo note como una chispa se encendía gracias a el contacto que habíamos hecho.

—Para, espera— me dijo.

—¿Qué pasa?

—¿Nos vamos del instinto a otro sitio y pasamos el día fuera?

Le brillaban los ojos, nunca le había visto con esa mirada de entusiasmo y vida. Siempre solía tener una mirada fría y expectante a todo lo que pasaba a su alrededor y eso era una señal de que deriva seguirle el royo, de que era el momento para saltarse un poco las reglas y vivir la vida que ya iba siendo hora. Que tenía quince años y no me había dado ni mi primer beso.

—¿Enserio?

—Si, venga seguro que nos lo pasamos de puta madre— dijo todavía agarrando la mano.

—Vale.

Yo miré nuestras manos y de repente la soltó y miró hacia otro lado.

—Perdón.

Mark apartó la mirada de mi y la fijó nada disimuladamente en la pared del instituto mientras se guardaba la mano en el bolsillo del pantalón del uniforme. Yo esboce una pequeña sonrisa y note como me sonrojaba. ¿Qué? ¿Por qué estaba sonrojado? ¿Me gusta? No. No me gusta. ¿O si? Enzo aprende a diferenciar que una persona te guste a estar cómodo con ella porque siento que cuando estoy con él no me hace falta esconderme para nada. Soy mi yo verdadero.

—No pasa nada.

Un silencio se creó entre nosotros y durante unos segundos se podía respirar una tensión a la que no le encontraba explicación. De repente él me miró y nuestras miradas se encontraron y nos quedamos unos treinta...cuarenta...cincuenta segundo mirándonos. Y en sus ojos podías ver cómo había sufrido, no tenía una mirada alegre o la que siempre ponía cuando me hablaba. En estos escasos segundo le había pasado algo o lo había recordado para que esa mirada se volviera así.

—¿Vamos?— me preguntó quitando el contacto visual y caminando hacia la puerta trasera del instituto que siempre estaba abierta.

—Si venga, aunque nos van a echar una bronca increíble.

—¿Y qué? Mientras no nos expulsen como si me quieren...

No termino la frase al ver que me acercaba a él y le ponía el brazo alrededor del hombro. Al hacerlo él me miró y la parte del final de sus labios se tornan ligeramente hacia arriba mientras su cuerpo daba un paso al lado y hacía que se despegara de mi.

Inefable (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora