V e i n t i s i e t e

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Enzo

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Enzo.

—¡Serás cabrón!— dije mientras caminaba hacia Nico.

Él estaba sentado en un banco en medio del patio interior del instinto, le rodeaban todos mis compañeros de fútbol con los que estaba manteniendo una aparentemente muy graciosa conversación. Al escucharlos se callaron por completo haciendo un silencio casi sepulcral.

Nico se levanta.

—¿Qué pasa tío?— dijo encogiéndose de hombros.

Yo caminaba hacia él con la mirada clavada en sus ojos, esos malditos ojos que me habían gustado hacía tanto tiempo.

—¿Cómo has sido capaz?— dije cogiéndole del cuello de la camiseta.

—Tío, tío, ¿Qué coño haces?

—¡Se que fuiste tú!— le grité.

Todos nos estaban mirando y eso hacía que me pusiera más nervioso de lo que ya estaba, no me podía creer que hubiese sido él, pensaba que no era como los demás, que de verdad era mi amigo.

—¡¿Qué fui yo?!— dijo él

—¡Los que le pegaron una paliza a Mark!— les grité haciendo que un profesor ya se diera cuenta de lo que estaba besando y corriera hacia nosotros.

El profesor corrió hasta donde estábamos nosotros en prácticamente un círculo de personas completamente atentas a lo que pudiera pasar, a todo lo que puede desencadenar una pelea.

—Enzo, para— me dijo el profesor de música cogiéndome de los hombros y separándose de Nico.

Alisa estaba detras mia y me cogio de la mano para que nos fueramos de ahí, esto no habia acabado yo no iba a dejar que este tio se fuera de rositas despues de todo lo que ha hecho, literalmente le partieron un puto brazo a Mark.

🌈

Mark.

Era por la tarde y Ashton me había mandado un mensaje con la hora y el lugar de la fiesta donde se iba a celebrar aquella fiesta, la fiesta a la que iba a ir, aunque hubiera quedado con Enzo le iba a decir que no podía ir, que me encontraba mal. No me apetece tener una cita hoy con nadie y menos con Enzo.

No quiero decepcionarte.

Estaba tumbado en mi cama deseando que mi tío y mi primo no llamaran a la puerta y con la música a todo volumen en los auriculares. Al pasar dos canciones decidí coger un cigarro de la cajetilla que tenía en un cajón en la mesita de noche. Me puse el cigarro entre los dedos y lo lleve a mi boca lentamente, con un mechero que tenía dentro de la cajetilla lo encendí y le di una calada notando como mis pulmones se llenaban de humo, soltando lentamente después.

Me gustaba fumar, corrijo, me encantaba fumar

La tercera calada Princesa entró en mi habitación y se tumbó en los pies de mi cama haciendo que yo con la mano escayolada empezará a acariciarla lentamente. Adoraba esa perra mas de lo que me quería a mí mismo la verdad. Ella me causaba una alegría super grande en todos los sentidos.

Inefable (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora